La Nación - 11-Feb-13 - Opinión
http://www.lanacion.com.ar/ 1553673-el-fracaso-de-la- estatizacion-y-la- intervencion-en-el-agro
Editorial I
El fracaso de la estatización y la intervención en el agro
La ola estatizadora que impulsa el Gobierno en la economía se devora
la renta del campo y genera un retroceso que tardará en revertirse
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Editorial I
El fracaso de la estatización y la intervención en el agro
La ola estatizadora que impulsa el Gobierno en la economía se devora
la renta del campo y genera un retroceso que tardará en revertirse
Paso a paso, mediante impuestos, distorsiones y normas que aumentan los costos, se va concretando lo que se percibe como la estatización de la renta agraria, un propósito nacido de las entrañas del poder kirchnerista a poco de asumido el poder y esencialmente a partir de 2005, hace ya ocho años. Para ello se utilizaron cuantos mecanismos resultaron necesarios.
Bajo la tutela del secretario de Comercio Interior y contando con los sueños de quienes añoraron los organismos oficiales reguladores léase Juntas de Granos y otros- se crearon los Registros de Operaciones de Exportación, los ROEs verdes, rojos y blancos, destinados a disciplinar las exportaciones de granos, carnes y lácteos. Quiso ser una manera de desacoplar el mercado interno del exterior para beneficio de lo que denominó "la mesa de los argentinos", verdaderos destinatarios, según la versión oficial, de la producción de alimentos. El trigo fue objeto de fijación de cupos de exportación que distorsionaron de tal modo el mercado que redujeron el precio del cereal en el orden de los 50 dólares por tonelada, engrosando el bolsillo de terceros.
La Federación Agraria, por su parte, se vio despojada de la certificación del acopio de granos y de la emisión de las cartas de porte para el transporte de las cosechas, en tanto que el gobierno nacional asumió el control del Renatre, el registro de los trabajadores agrarios, funciones éstas de fuerte contenido estatizante. Las retenciones a las exportaciones, por su parte, alcanzan al astronómico 35 por ciento para la soja, 23 por ciento para el trigo y 20 por ciento para el maíz. Ocurrió por entonces el conflicto por la Resolución 125, destinada a establecer retenciones móviles a los granos, cuyo fracaso dejó una cicatriz nunca cerrada en las relaciones entre el agro y el Gobierno.
Por su lado, ganados y carnes comenzaron a ser hostigados en 2005 con acuerdos de precios seguidos de precios máximos cuya aplicación dio lugar a la prohibición de las exportaciones, medida extrema que afortunadamente fracasó por incompetencia en la redacción de la disposición administrativa que permitió la continuidad de buena parte de las exportaciones.
A todo esto, se derogó la devolución de los impuestos indirectos a las exportaciones de carnes y productos del agro, al mismo tiempo que se aumentaron las retenciones a sus exportaciones del 5 por ciento al 15 por ciento y se instrumentó un régimen de cuotas de exportación. Para incrementar la oferta interna de carnes bovinas se sancionó un sistema de subsidios a la producción en corrales que alcanzó altos registros, algunos de los cuales permanecen impagos mientras que otros son motivo de investigaciones por corrupción. Más recientemente, se sancionó un sistema llamado de encajes, en virtud del cual las empresas exportadoras deben reservar una proporción de su capacidad de almacenamiento, una suerte de stock de seguridad para abastecer el mercado interno , cuyo porcentaje fue variando con el tiempo.
Sin agotar el recetario intervencionista, se sancionó el régimen de la Gran Barata, por el cual se obliga a las mayores empresas exportadoras a vender carnes a precios reducidos a las grandes cadenas de supermercados. La condición para recibir ROEs y luego un preROE es, justamente, participar en las "baratas".
El inventario hasta aquí realizado sólo en materia de granos y carnes, y muy resumido, permite conocer la formidable artillería estatista e intervencionista en cuyo contexto quedó plasmado uno de los fracasos de la economía kirchnerista. En efecto, en menos de 10 años, la ganadería vacuna perdió entre 8 y 10 millones de cabezas y su exportación declinó a 180.000 toneladas por año, un tercio del promedio del último decenio.
Del lado de los granos, el fracaso se concentró en el trigo, cuya siembra se redujo de seis millones de hectáreas anuales a solo 3,5. Con una mirada indulgente, se puede concluir que el "yugo de la soja" puso a salvo de otro gran fracaso colectivo al sector granario, aunque el maíz, el girasol y el sorgo mantuvieron cosechas sin los crecimientos esperables. Finalmente, la cruda síntesis realizada requiere sumar dos elementos cruciales, la creciente inflación y el tipo de cambio a todas luces insuficiente.
Bajo la tutela del secretario de Comercio Interior y contando con los sueños de quienes añoraron los organismos oficiales reguladores léase Juntas de Granos y otros- se crearon los Registros de Operaciones de Exportación, los ROEs verdes, rojos y blancos, destinados a disciplinar las exportaciones de granos, carnes y lácteos. Quiso ser una manera de desacoplar el mercado interno del exterior para beneficio de lo que denominó "la mesa de los argentinos", verdaderos destinatarios, según la versión oficial, de la producción de alimentos. El trigo fue objeto de fijación de cupos de exportación que distorsionaron de tal modo el mercado que redujeron el precio del cereal en el orden de los 50 dólares por tonelada, engrosando el bolsillo de terceros.
La Federación Agraria, por su parte, se vio despojada de la certificación del acopio de granos y de la emisión de las cartas de porte para el transporte de las cosechas, en tanto que el gobierno nacional asumió el control del Renatre, el registro de los trabajadores agrarios, funciones éstas de fuerte contenido estatizante. Las retenciones a las exportaciones, por su parte, alcanzan al astronómico 35 por ciento para la soja, 23 por ciento para el trigo y 20 por ciento para el maíz. Ocurrió por entonces el conflicto por la Resolución 125, destinada a establecer retenciones móviles a los granos, cuyo fracaso dejó una cicatriz nunca cerrada en las relaciones entre el agro y el Gobierno.
Por su lado, ganados y carnes comenzaron a ser hostigados en 2005 con acuerdos de precios seguidos de precios máximos cuya aplicación dio lugar a la prohibición de las exportaciones, medida extrema que afortunadamente fracasó por incompetencia en la redacción de la disposición administrativa que permitió la continuidad de buena parte de las exportaciones.
A todo esto, se derogó la devolución de los impuestos indirectos a las exportaciones de carnes y productos del agro, al mismo tiempo que se aumentaron las retenciones a sus exportaciones del 5 por ciento al 15 por ciento y se instrumentó un régimen de cuotas de exportación. Para incrementar la oferta interna de carnes bovinas se sancionó un sistema de subsidios a la producción en corrales que alcanzó altos registros, algunos de los cuales permanecen impagos mientras que otros son motivo de investigaciones por corrupción. Más recientemente, se sancionó un sistema llamado de encajes, en virtud del cual las empresas exportadoras deben reservar una proporción de su capacidad de almacenamiento, una suerte de stock de seguridad para abastecer el mercado interno , cuyo porcentaje fue variando con el tiempo.
Sin agotar el recetario intervencionista, se sancionó el régimen de la Gran Barata, por el cual se obliga a las mayores empresas exportadoras a vender carnes a precios reducidos a las grandes cadenas de supermercados. La condición para recibir ROEs y luego un preROE es, justamente, participar en las "baratas".
El inventario hasta aquí realizado sólo en materia de granos y carnes, y muy resumido, permite conocer la formidable artillería estatista e intervencionista en cuyo contexto quedó plasmado uno de los fracasos de la economía kirchnerista. En efecto, en menos de 10 años, la ganadería vacuna perdió entre 8 y 10 millones de cabezas y su exportación declinó a 180.000 toneladas por año, un tercio del promedio del último decenio.
Del lado de los granos, el fracaso se concentró en el trigo, cuya siembra se redujo de seis millones de hectáreas anuales a solo 3,5. Con una mirada indulgente, se puede concluir que el "yugo de la soja" puso a salvo de otro gran fracaso colectivo al sector granario, aunque el maíz, el girasol y el sorgo mantuvieron cosechas sin los crecimientos esperables. Finalmente, la cruda síntesis realizada requiere sumar dos elementos cruciales, la creciente inflación y el tipo de cambio a todas luces insuficiente.
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