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miércoles, 23 de enero de 2013

FERNANDO OCHOA ANTICH, EL RETO DE LA FUERZA ARMADA

         La Fuerza Armada en Venezuela ha sido siempre centro de nuestra historia. Desde que Juan Vicente Gómez la creó como una institución permanente del Estado, a principios del siglo XX, el pueblo venezolano se formó el criterio, para bien o para mal,  de que los militares deben resolver nuestras delicadas crisis históricas. Así ocurrió en 1935, en 1945, en 1948, y en 1958. En todas esas oportunidades, la Fuerza Armada logró preservar la paz y la tranquilidad ciudadana al mantener su unidad interna por encima de las grandes tensiones políticas que, como es natural, surgieron en cada una de esas crisis históricas. La Fuerza Armada tiene dos formas de intervenir: el uso de la fuerza o como grupo de presión. Así lo hicimos  desde 1958 hasta 1998. Justamente, ese es el inmenso reto que hoy tienen sus integrantes.
 Esa trascendente unidad interna de la Fuerza Armada sólo puede lograrse, en una sociedad totalmente dividida como es actualmente la venezolana, si los cuadros militares entienden que deben guardar una total imparcialidad en el conflicto político que enfrenta nuestra sociedad, cumpliendo cabalmente el artículo 328 de la Constitución Nacional. Esa es la razón por la cual debo protestar, como ciudadano y general retirado, la intervención absolutamente politizada que tuvo esta semana Nicolás  Maduro, en el teatro de la Academia Militar, ante un numeroso grupo de oficiales. Es inaceptable, que se haya dedicado, por más de una hora, a sembrar el odio contra millones de venezolanos que se oponen al gobierno de Hugo Chávez por considerar que no ha sido capaz de resolver los grandes problemas nacionales.    
         Tampoco puede aceptarse que, en dicho acto, se haya  tratado de glorificar una felonía militar contra un gobierno constitucional que produjo la muerte de 34 compañeros de armas y la cual fracasó estruendosamente ante el rechazo de la mayoría institucional de la Fuerza Armada y la indiscutible incapacidad militar de Hugo Chávez. Además, Venezuela no es una revolución ni un Estado socialista como trató de promover ilegalmente en dicho acto Nicolás Maduro, sino un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general la preeminencia  de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.
         El almirante Diego Molero, ministro de la Defensa, aprovechó el acto para leer un comunicado en el cual la Fuerza Armada manifestó su opinión con relación a la actual crisis política. Yo quedé ingratamente sorprendido de su contenido por considerarlo imprudente y parcializado. Sin justificación alguna coloca a la Institución Armada en medio de la polémica nacional al respaldar una interpretación constitucional totalmente cuestionada. En el comunicado se expresan tres ideas fundamentales: “La Fuerza Armada respeta, acata  y hará cumplir la decisión del Tribunal Supremo de Justicia”; “ratificamos la subordinación y lealtad institucional a nuestro comandante en jefe Hugo Chávez”; “y exhortamos a todos los sectores a salvaguardar la estabilidad y la paz de la República, y a respetar  la voluntad popular”.
El contenido del comunicado muestra que la Fuerza Armada no ha percibido plenamente la gravedad de la crisis institucional.  Esto no me sorprende. Es demasiada la propaganda oficial. De todas maneras, deberían haber tomado en cuenta la opinión de connotados constitucionalistas que han criticado severamente la decisión tomada por el Tribunal Supremo de Justicia. No es posible aceptar que Hugo Chávez por haber sido reelecto, no tenga la obligación de juramentarse, concediéndole un tiempo indefinido para hacerlo. El colmo fue mantener que el anterior gobierno podía continuar en funciones sin considerar el fin del período constitucional. Los objetivos de la maniobra son dos: permitir a Nicolás Maduro fortalecer su imagen presidencial y preservar el poder de la camarilla gobernante contrariando la voluntad de Hugo Chávez.
Esta manera de actuar compromete el prestigio y el destino de la Fuerza Armada. Los Altos Mandos deben conocer esta realidad. Es necesario producir  una inmediata rectificación. Eso es posible. Se requiere establecer una política que, por discreta, permita a la Institución Armada transformarse en un factor de equilibrio en caso de que la situación política se agrave. Un aspecto fundamental de esa política es lograr  que el  gobierno nacional le ponga punto final al intervencionismo cubano en Venezuela y que se resuelva la crisis constitucional existente.   Si se logra avanzar en estos aspectos se puede influir para lograr un acuerdo entre el PSUV y la MUD que permita una convocatoria a elecciones, justas y equitativas, a la brevedad posible. No es utopía. Eso se puede lograr si la Fuerza Armada lo exige con la fuerza requerida…
fchoaantich@gmail.com.

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