La
Fuerza Armada en Venezuela ha sido siempre centro de nuestra historia. Desde
que Juan Vicente Gómez la creó como una institución permanente del Estado, a
principios del siglo XX, el pueblo venezolano se formó el criterio, para bien o
para mal, de que los militares deben
resolver nuestras delicadas crisis históricas. Así ocurrió en 1935, en 1945, en
1948, y en 1958. En todas esas oportunidades, la Fuerza Armada logró preservar
la paz y la tranquilidad ciudadana al mantener su unidad interna por encima de
las grandes tensiones políticas que, como es natural, surgieron en cada una de
esas crisis históricas. La Fuerza Armada tiene dos formas de intervenir: el uso
de la fuerza o como grupo de presión. Así lo hicimos desde 1958 hasta 1998. Justamente, ese es el
inmenso reto que hoy tienen sus integrantes.
Esa
trascendente unidad interna de la Fuerza Armada sólo puede lograrse, en una
sociedad totalmente dividida como es actualmente la venezolana, si los cuadros
militares entienden que deben guardar una total imparcialidad en el conflicto
político que enfrenta nuestra sociedad, cumpliendo cabalmente el artículo 328
de la Constitución Nacional. Esa es la razón por la cual debo protestar, como
ciudadano y general retirado, la intervención absolutamente politizada que tuvo
esta semana Nicolás Maduro, en el teatro
de la Academia Militar, ante un numeroso grupo de oficiales. Es inaceptable,
que se haya dedicado, por más de una hora, a sembrar el odio contra millones de
venezolanos que se oponen al gobierno de Hugo Chávez por considerar que no ha
sido capaz de resolver los grandes problemas nacionales.
Tampoco puede aceptarse que, en dicho
acto, se haya tratado de glorificar una
felonía militar contra un gobierno constitucional que produjo la muerte de 34
compañeros de armas y la cual fracasó estruendosamente ante el rechazo de la
mayoría institucional de la Fuerza Armada y la indiscutible incapacidad militar
de Hugo Chávez. Además, Venezuela no es una revolución ni un Estado socialista
como trató de promover ilegalmente en dicho acto Nicolás Maduro, sino un
“Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político”.
El
almirante Diego Molero, ministro de la Defensa, aprovechó el acto para leer un
comunicado en el cual la Fuerza Armada manifestó su opinión con relación a la
actual crisis política. Yo quedé ingratamente sorprendido de su contenido por
considerarlo imprudente y parcializado. Sin justificación alguna coloca a la
Institución Armada en medio de la polémica nacional al respaldar una
interpretación constitucional totalmente cuestionada. En el comunicado se
expresan tres ideas fundamentales: “La Fuerza Armada respeta, acata y hará cumplir la decisión del Tribunal
Supremo de Justicia”; “ratificamos la subordinación y lealtad institucional a
nuestro comandante en jefe Hugo Chávez”; “y exhortamos a todos los sectores a
salvaguardar la estabilidad y la paz de la República, y a respetar la voluntad popular”.
El contenido del comunicado muestra que la
Fuerza Armada no ha percibido plenamente la gravedad de la crisis
institucional. Esto no me sorprende. Es
demasiada la propaganda oficial. De todas maneras, deberían haber tomado en
cuenta la opinión de connotados constitucionalistas que han criticado severamente
la decisión tomada por el Tribunal Supremo de Justicia. No es posible aceptar
que Hugo Chávez por haber sido reelecto, no tenga la obligación de
juramentarse, concediéndole un tiempo indefinido para hacerlo. El colmo fue
mantener que el anterior gobierno podía continuar en funciones sin considerar
el fin del período constitucional. Los objetivos de la maniobra son dos:
permitir a Nicolás Maduro fortalecer su imagen presidencial y preservar el
poder de la camarilla gobernante contrariando la voluntad de Hugo Chávez.
Esta manera de actuar compromete el prestigio
y el destino de la Fuerza Armada. Los Altos Mandos deben conocer esta realidad.
Es necesario producir una inmediata
rectificación. Eso es posible. Se requiere establecer una política que, por
discreta, permita a la Institución Armada transformarse en un factor de
equilibrio en caso de que la situación política se agrave. Un aspecto
fundamental de esa política es lograr
que el gobierno nacional le ponga
punto final al intervencionismo cubano en Venezuela y que se resuelva la crisis
constitucional existente. Si se logra
avanzar en estos aspectos se puede influir para lograr un acuerdo entre el PSUV
y la MUD que permita una convocatoria a elecciones, justas y equitativas, a la
brevedad posible. No es utopía. Eso se puede lograr si la Fuerza Armada lo
exige con la fuerza requerida…
fchoaantich@gmail.com.
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