Después de catorce años deberíamos estar de acuerdo en tres premisas y extraer conclusiones sobre cómo actuar.
La premisa mayor es que tenemos un régimen totalitario siglo XXI que cuenta con un apoyo popular que es menor al reflejado en elecciones opacas, pero mayor al que atribuyen muchos opositores.
La segunda es que este neototalitarismo no ha terminado de imponerse porque parte de la población no se ha doblegado.
La tercera es que el voto ha sido importante para contener a los rojos, pero también lo han sido las protestas en las calles, las huelgas y las denuncias de los gremios, partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil, así como los medios de comunicación.
El oficialismo no puede imponer un totalitarismo como los de antaño y por ello debe aceptar no copar todos los espacios. También debe recurrir a elecciones pero poniendo contra las cuerdas al oponente mediante ventajismo comunicacional, amedrentamiento e “ingeniería electoral” diseñada para favorecer a quienes detentan el poder.
Como para efectos prácticos ninguna de las dos partes en que está dividido el país tiene suficiente peso para imponerse, la opción obvia es jugar con las reglas tramposas del régimen en el plano electoral y realizar un trabajo político para que la población afecta al “proceso revolucionario” se convenza del fracaso de la gestión de gobierno, de lo inviable de su propuesta y de que hay otro camino que conduce al progreso. Además, debemos profundizar las denuncias sobre la sumisión al Ejecutivo de los otros Poderes del Estado, la violación a los derechos humanos, la confiscación de la propiedad privada, Sidetur es el último caso, la corrupción y la quiebra de las empresas del Estado.
La tarea tiene que ser conjunta entre los partidos políticos y la sociedad civil. Quienes no somos militantes de partidos debemos reconocer el papel conductor de los mismos. Por su parte, los políticos deben entender que a nivel mundial se acepta que la sociedad civil tiene un rol importante.
No reconocer y tildar de errores las luchas cívicas iniciadas en el 2001 por la Asamblea de Educación, la CTV, Fedecámaras y los trabajadores de Pdvsa, entre otros, es injusto y no contribuye a la sinergia necesaria para enfrentar al régimen. Debemos trabajar duro para el 16- D.
Las Rectoras no van a ceder ante peticiones que pongan en riesgo el ventajismo oficial, fraude continuado o como se quiera llamar. La trampa no está en las máquinas, el registro electoral tiene muchas fallas, aunque no existen millones de fantasmas inscritos, pero sin duda nuestros candidatos tienen que enfrentarse a todo el poder del Estado. Las condiciones son perversas pero tenemos que seguir votando.
Como en botica: El 20 de octubre el régimen estaba filmando carros y paredes en la vieja gasolinera de Santa Mónica, con letreros de “ Gente del Petróleo: paro ya”. Pareciera que con motivo del próximo aniversario del paro cívico quieren evidenciar que Gente del Petróleo participó en su convocatoria, lo cual no es cierto.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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