Hace ya más de 30
años, por primera vez tuve la oportunidad de sorber los torrentes de sabiduría
de una de las mentes más brillantes del siglo pasado; Milton Friedman. Fue un
evento organizado por el Banco de América en San Francisco, y el tema era los
problemas que la banca americana enfrentaba en esos momentos, pero, llevado por
las inquietudes de los concurrentes, se convirtió en un banquete en el cual nos
servía la perspectiva económica mundial. Sería la primera vez que con
solemnidad me enfrentaba a la grave situación, no sólo de México, del mundo
entero.
Al recordar el
evento, me digo a mi mismo; “la transformación del mundo ha sido de
proporciones bíblicas.” En aquellos momentos los EU eran presa del
Keynesianismo y los postraba comatoso con Stagflación. Europa era un continente
totalmente dominado por partidos social demócratas—enemigos de los mercados—lo
que ya provocaba su euroesclerosis. En América Latina se cocinaba lo que sería
la década pérdida entre guerrillas, autocracia, políticos corruptos, estatismo.
El comunismo asfixiaba con su abrazo a más de la mitad de la población mundial
y la guerra fría exhibía, con sus miles de misiles nucleares activados, la
fragilidad de la paz mundial.
Menos del 10% de la
población del mundo practicaba algo que se pudiera asemejar a los mercados
libres. El comercio mundial navegaba con el moto; “yo te vendo y no te compro.”
En la América española nuestra religión era la sustitución de importaciones, el
mercantilismo, el rentismo, el agrarismo, la economía comandada desde los
palacios. En el caso de México, el petróleo provocaba que un Presidente nos
arengara preparándonos para administrar la abundancia. La OPEP había logrado
que los EU se arrodillara y sentenciaban ahora un mundo comandado por los
sultanes del golfo pérsico.
El PIB de los EU se
situaba en unos 6 Trillones de dólares y el mundial no alcanzaba los 20. Jimmy
Carter, en contraste con López Portillo, en su famoso mensaje conocido como The
Malasie, arengaba a los americanos para que se resignaran a vivir la ruina
invitándolos a que aceptaran el declive del país como uno más de ciclos
históricos de la humanidad. Japón y su capitalismo de Estado emergían como la
nueva potencia económica y, en opinión del infame grupo de Los Revisionistas,
marcaban la ruta hacia el futuro no sólo para los países pobres del planeta,
sino también para los EU exigiendo el cambio de rumbo. Las monedas se echaban a
flotar a la deriva en medio de un océano embravecido, y el fantasma de la
inflación exprimía al mundo.
Pero en un pequeño
país en el extremo del cono sur de Sudamérica, un oscuro General asentaba uno
más de los gorilazos tan populares en la región, despertando el odio de los
progresistas y la sorpresa internacional, cuando, luego de dar reversa al
asalto socialistoide del camarada Allende, iniciaba actividades que no
correspondían al pasado de los militares golpistas. Encabezando un grupo de
economistas que se conocerían como los Chicago Boys, se daba al derrumbe del
edificio mercantilista de Chile, para instalar la primera economía de mercado
del continente Latinoamericano.
Por esos días un
joven desertor de Harvard de apellido Gates—traducido al castellano sería
“puertas”— se embarcaba en algo que se antojaba una locura; el inicio de una
empresa llamada Microsoft— ¡pero qué clase puertas abriría! Otro joven
economista llamado Art Laffer, dibujaba en una servilleta del restaurante
Michael’s de Nueva York ante Robert Mundell, su famosa curva y ambos le darían
vida a la novedosa teoría del Supply—Side economics. Otro miembro de los Baby
Boomer de nombre Mike Milken, operando desde uno de los Banco de Inversión,
iniciaba una revolución financiera para democratizar el capital a través de su
invento; los bonos de alto rendimiento.
A más de treinta años
de distancia ¿Cuál es ahora el panorama? Los EU han casi triplicado su PIB al
estar arribando a los 16 Trillones de dólares. El capitalismo dirigido de Japón
se ha hundido en las borrascosas aguas de las recesiones, y ahora estabilizan
su modelo orando ante el altar de los verdaderos mercados libres. Casi el 50%
de la población del mundo saborea los frutos de la libertad de
mercados—incluyendo la vieja Unión Soviética y Europa Oriental, la India y, el
mejor ejemplo de todos; China, sumando casi la mitad de la población mundial.
El PIB mundial ha llegado a los 60 Trillones de dólares. El intercambio
comercial del mundo ha explotado.
Hemos arribado a un
importante parte aguas de la historia. Europa de nuevo emite los gemidos de su
euroesclerosis con el declive de su población, sus 35 horas de trabajo a la
semana y sus políticas socialistoides de nuevo en el menú. Japón luce
recuperado y su temperatura ha cedido, se estima crezca este año un 2%. Las economías
G7 se encuentran en estado comatoso encabezadas por una Europa a punto de una
quiebra masiva. Los EU camina la ruta hacia la servidumbre liderados por Obama
cuando ya el gobierno consume casi el 50% de su PIB.
En estos últimos
treinta años ha surgido un fenómeno que en aquella época se antojaba imposible
y que, sin lugar a dudas, cambia las perspectivas del futuro geopolítico del
globo. Las tres regiones del mundo en las cuales el comunismo asomaba sus
garras en una amenaza apocalíptica, lo han tirado por la borda abrazando el
capitalismo democrático, en un evento que para siempre marcará ese gran parte
aguas de la historia. Rusos, americanos, chinos ya no compiten por la
dominación militar, geográfica e ideológica, ahora compiten por los mercados
del mundo.
Entre un clamor
mundial ante graves enfrentamientos étnicos, conflictos regionales, terrorismo,
narcotráfico, los países desarrollados hacen a un lado sus ambiciones
militares, territoriales, y ahora luchan ya no por control político, sino por
un pedazo mayor de ese gran pastel mundial; la riqueza que se genera en estos
momentos. Estamos arribando a un mundo en el cual los activos más importantes
son los menos tangibles—en el cual la tierra es menos importante que gente
educada; en el cual los inventarios de productos, capital y mano de obra, son
menos importantes que el control de sus flujos, en el cual los intereses
parroquiales son menos importantes que la economía mundial como un todo.
De la misma forma que
algunos eventos ocurridos en el siglo XIX, como la independencia y nacimiento
de los EU sentaron las bases para el desarrollo de los pueblos en los
siguientes doscientos años, en estos momentos, con estrategias diferentes, se
mueven de nuevo las piezas de este ajedrez mundial que deba dictar el rumbo de
la humanidad en los siglos por venir.
Un nuevo tipo de nación está ya
emergiendo. Un concepto de estado ágil, delgado y de un total abandono de la
agricultura y la manufactura, pero con grandes capacidades de liderazgo, con
fórmulas financieras novedosas, de gran creatividad, ungidos de libertad, para
poder controlar activos en cualquier parte del planeta ….sus ejemplos son Hong
Kong y Singapur.
¡En la segunda parte
analizamos China. Tercera; La India. Cuarta; Rusia!. Quinta; México y el nuevo
estadio mundial del siglo XXI.
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@elchero
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