Korczak
se negó a dejar a los niños del orfanato cuando los llevaron a las cámaras de
gas
Tal
vez usted haya oído hablar del heroísmo del polaco Janusz Korczak, el hombre
-que aún cuando tuvo varias ofertas de salvarse- se negó a dejar a los niños
del orfanato judío que dirigía cuando los nazis los llevaron a las cámaras de
gas de Treblinka.
Vale la pena conocer de este extraordinario ser humano. "Soy una mariposa ebria de vida. No sé dónde remontarme, pero no voy a permitir que la vida me corte mis hermosas alas". Ni la vida ni la muerte las cortaron. Korczak fue médico, pedagogo, escritor, activista de derechos humanos... y héroe.
Desde
muy joven trabajó como tutor en su liceo. Allí comenzó su pasión por entender,
estimular y trabajar a favor de los niños. En 1896 debutó como escritor mientras
estudiaba medicina. Visitó los barrios de Varsovia para conocer de primera mano
las necesidades de los más pobres.
Fue
médico en tres guerras. Hasta 1912 trabajó en el hospital Bersonów i Baumanów,
en cuyo ático vivía. Con Stefania Wilczynska, su socia más cercana fundó el
orfanato Dom Sierot "El Hogar de los Huérfanos".
Estudió
exhaustivamente a Pestalozzi y a Dewey. Se fascinó con los estudios de María
Montessori y de Ovide Decroly sobre la reeducación de niños con retardo mental.
Su orfanato funcionaba como una pequeña república democrática: tenía un
parlamento, una corte y un periódico.
Korczak
empleó con frecuencia el formato de cuentos de hadas para preparar a sus
jóvenes lectores para las dificultades de la vida adulta y la toma de decisiones
responsables.
Legó
una cantidad de escritos sobre los derechos y el autogobierno de los niños:
"no hay niños, hay personas". Y abogó porque la infancia fuera la
piedra angular del desarrollo evolutivo.
El
día de la marcha hacia Umschlagplatz, de donde saldrían deportados hacia el
campo de exterminio, Janusz Korczak ordenó que los niños se vistieran con sus
mejores ropas. Cada uno llevaba una mochilita azul con su libro o juguete
favorito. Con ellos iba Stefania Wilczynska.
Todos
los niños que sufren deberían tener un Janusz Korczak en sus vidas.
Y
los sueños de la infancia, si tuvieran un nombre, deberían llamarse Janusz
Korczak, porque él logró hacer soñar a los niños aún en las peores
circunstancias. En sus propias palabras:
"Las
vidas de los grandes hombres son como las leyendas: difíciles pero
hermosas".
@cjaimesb
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