En los años
setenta, Juan Pablo Pérez Alfonzo, fundador de la OPEP, dijo que el petróleo
nos traería la ruina a la vuelta de diez o veinte años. No se equivocó, a pesar
de los ingentes ingresos que ha obtenido la nación por venderlo, porque la
ruina predicha, al menos en principio, no era económica. Si la referencia de
riqueza de una nación son sus habitantes, medidos según su catadura ética, la
profundidad y variedad de sus conocimientos y sus hábitos de trabajo, entonces
la ruina queda representada por los compatriotas discriminadores, incompetentes
y corruptos.
Tales
abominaciones motorizaron una patraña, hace 20 años. Pero ninguna nación escapa
de la ruina si sus gobernantes pervierten la importancia de la formación y dan
por buenos, y compensan con dinero, estándares deficientes. Acerque la lupa: no
sabe leer quien no comprende lo que lee. No puede escribir quien no sabe leer
adecuadamente. Miles de títulos universitarios están en manos de analfabetos
funcionales, cumpliéndose aquel cándido juego de palabras, según el cual, quien
no sabía leer y escribir con precisión, nunca sería capaz de hacer una estufa,
sino una estafa. Como la hacen los actuales gerentes políticos de las empresas
estatales con el servicio eléctrico, la potabilización y distribución del agua
y la vialidad, por mencionar solo tres ejemplos.
Añada que, con
fines de dominación, el valor de la excelencia ha sido intencionalmente borrado
del imaginario nacional y sustituido por otros, como la solidaridad y la
lealtad, sensibles a dineros públicos. Cuando innegociables, la solidaridad y
lealtad sí son valores. ¡Pero, ni siquiera así, sustituyen a otros! No han sido
bien entendidos, porque los han explicado esos que querían hacer estufas sin
saber escribir.
La lupa de nuevo: no es solidario, sino criminal, dar dinero a
un menesteroso cuya intención es comprar drogas. Pero entre los eufemismos de
moda (esos que infectan la salud mental de nuestra sociedad), está llamar
indigentes a los adictos que terminaron viviendo en la calle, producto de su
enfermedad.
No se excuse asegurando que la caridad no contempla supervisar el
destino de la dádiva; sea responsable y no se desentienda al bajo costo de unas
monedas. Medite sobre la teoría según la cual la limosna es una forma de
amainar su miedo a la indigencia y/o de lavar el fantasma de la culpa
(justificada o no) que le produce su buena fortuna, al compararse con los
demás. Recuerde que, si no tiene contraprestación, la ayuda inhabilita; nos
convierte en parásitos y nos lleva a la más abyecta forma de esclavitud.
El preclaro
Pérez Alfonso dijo que el petróleo nos crearía necesidades que no teníamos.
Y yo, que este
ignominioso gobierno se dedicó a incapacitarnos para que no pudiéramos
satisfacerlas.
Producirnos la
ruina, es la ruina de la revolución.
@cgomezavila
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