Halarla es un
esfuerzo odioso. Requiere doblar la espalda casi en ángulo recto, nefasto para
la columna y muy doloroso para la musculatura dorsal y lumbar. Incómodo a la
sombra, peor bajo el sol picante. Por eso, su hora es la del alba, antes de
desayunar. La escardilla se usa para limpiar el terreno y prepararlo para la
siembra. Así que además de representar el rigor de la lucha contra la maleza,
simboliza el inicio de un largo trabajo. ¡Imagen agotadora!
Me dicen que
por eso algunos prefieren besar turmas, pero en la sombra. Y como los
resultados contribuyen a perder escrúpulos, lo repiten sin rubor hasta hacerlo
práctica común. Incluso entre quienes claman por su abolición.
Si cree que es
"culpa del sistema", le recuerdo que lo critica mientras lo
practica. Usted no está atrapado por el
sistema, sino por su personal falta de temple que lo convierte en cómplice,
primero y en transgresor, después. A veces, otros nos tienden una emboscada.
Quijotescamente, intento no caer. Y caída, descubrir que fui sorprendida en mi
buena fe.
Porque suman
muchas más las veces que no soborné, que seguí las reglas, que acepté
penalizaciones en vez de responsabilizar a inocentes y que gané enemistades
poderosas y sórdidamente vengativas por no haber participado en el engranaje de
multitud de corruptelas. No siempre las denuncié. Conozco bien el precio que
hay que pagar por ello. Algunas veces callé, agobiada por no encontrar un solo
cabo sano en una cuerda de malhechores. Los que hoy abogan por la ciudadanía
mientras la estafan éticamente, sin remordimiento alguno.
Por eso,
cuando oiga a alguien decir que "esto se lo llevó quien lo trajo",
contabilice a otro que no está dispuesto a cambiar. Y cuando le aconsejen no
juzgar para no ser juzgado, admita que usted sí juzga pero calla,
convenientemente, para que nadie se atreva a hacer lo propio, si su integridad
no resistiera frente a una tentadora oportunidad.
Revise su
entorno legal, apriete la mandíbula y cumpla; aunque considere obtener mejor
retribución con lo contrario. La mayoría es deshonesta, pero pruebe a no serlo
para enfrentar esta frustración de vivir en una sociedad tramposa. Sí, hay
académicos reputados que plagian los trabajos de sus alumnos y estadísticos que
venden sus estudios de campo a quien mejor pague el sesgo. También hay quienes
escriben sobre ciudadanía mientras la corrompen, traicionando sus supuestos
ideales y a las personas que creímos en ellos. Y debe haber quienes nos
atrevamos a enfrentarlos.
No crea usted
en las arengas de nadie. Ni siquiera en las mías. Intímese ante el espejo. No
se trata de la aspiración cándida y manida de ser mejor persona. Le propongo
que se exija ser como la ética le indica ser: escoja siempre lo que no daña en
lo indicado por las leyes como obligatorio o permitido. De lo contrario, nada
cambiará en nuestra sociedad. Desde hace años digo que la única revolución en
la que creo, es en la revolución interior.
A esa idea
brindo mi hambre, mientras halo escardilla en el sol.
@cgomezavila
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