Me quito la
gorra, me pongo la gorra, esa gorra es mía, dame mi gorra, con esta y otras
estupideces se desarrolla la campaña electoral, mientras sube la marea de
cadáveres, hambre, desempleo y escasez de todo orden. Es nuestro pan diario,
aunque los más retraídos se empeñen en desconocerlo.
Imaginémonos
que en el mundo del deporte los jugadores, que en su mayoría usan gorras, se
dedicaran a este jueguito del quita y pon. Los espectadores, sin duda alguna,
se retirarían a buscar mejores opciones. Así pasa en todos los ámbitos, hay
personas que cometen errores y por no reconocerlos con humildad, inventan
insulsos argumentos para quedar bien, como sabelotodos, experimentados y
sobrados. Pero no es así, porque hay una gran mayoría de personas inteligentes
y moderadas, que saben clasificar a los que actúan y hablan mucho sin
sustancia.
Afortunadamente,
pudimos ver como Rubén Limardo no se
disputó el casco o careta con su rival, sino que ganó en buena lid de los
Juegos Olímpicos en Londres, la mayor presea para un deportista, una medalla de
oro que ha sido el orgullo de todos los venezolanos. De ese modo desean
sentirse también los venezolanos el próximo 7 de Octubre, cuando los candidatos
lleguen a la recta final y muestren la hazaña de haber librado una batalla
justa, seria, equilibrada, inteligente y con fuerza, muy importante esto
último.
El antropólogo
holandés Johan Huizinga demostró que “cuando el ser humano desarrolla el
deporte, en tanto que es una competencia algo más compleja que el juego, lo que
hace es humanizar el juego, es decir, le incorpora cultura, la capacidad humana
de transformar el cosmos. Concluye que desde su mismo origen el deporte es una
actividad política por donde se la examine”.
Hemos visto a
través de la historia que aquellos que están en etapa de jubilación, tienen
marcado en su destino la gloria de ofrecer más porque poseen el talento de la
sapiencia y además conservan buen kilometraje muy a pesar de los envidiosos. Lo
nuevo tiene su encanto, es lo que nos permite explorar, añadir y reconocer
aspectos que podemos imitar. Todos los humanos vivimos del ejemplo.
Cuando nos
referimos al ejemplo, son las instituciones las llamadas a ofrecer pautas de
comportamiento, ideas, sin paradigmas, para encauzar la buena convivencia en un
sistema social democrático, en el que se permite afortunadamente la libertad
para expresar, pensar o disentir. De tal manera, que si en el deporte tenemos
ejemplos claros de buena participación, por qué no tomamos esos ejemplos para
incluirlos en la política y en las relaciones interpersonales. Se trata de ser
más genuino para dar en el punto exacto y no pegarla por carambola.
desdelaisla.hazblog.com
susana.morffe@gmail.com
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