Otra prueba más de que a este gobierno y sus líderes, el pueblo les importa un pito. Y la verdad, menos. Verdad que está más cerca también.
Micomandantepresidente tiene un problema más o menos serio, depende del
lente que se le ponga, como ocurre cuando usted está en la silla de odontólogo,
pero que en realidad es de oftalmólogo. Mire fijo ahí y, según cambian los
lentes, se puede ver mejor o peor. Así está la cosa para Chávez. Lo del cáncer,
por ejemplo, para muchos es una coba estratégica del sabio militar. Se trata de
una patraña ideada en Cuba y perfectamente ejecutada en Venezuela para permitir
que Chávez siga en la silla por efecto de la lástima que genera, por una parte,
y por la admiración al hombre que logra ganar la batalla a la muerte, por la
otra. Todo sin tener que repasar el desmadre que ha generado con sus propias
manos en el país.
Pues bien, como sea, hay una realidad y Chávez la sabe. Solo él, sus
médicos, la familia y su corral cercano saben la verdad. Y esa verdad tiene
varios lentes. Si Chávez está más sano que un chamo de 18 años, corredor de 100
metros planos, entonces que cuide bien esa coba enorme, que se asegure que
jamás se sabrá que se burló de su pueblo de esa manera. Nunca en la historia se
habría visto tamaña canallada que de burda y grave se hace muy difícil de
creer. Pero micomandante sabrá. En cuanto a su salud, perfecto. Cáncer de
mentira, entonces está sano. Muy bien.
La otra cara de este pasticho, el otro lente, es al contrario. Chávez sí
tiene cáncer, está muy enfermo y sí es tan grave como para pensar en no seguir
pegado a una silla que no podrá usar, ¿qué sentido tiene que Chávez arme este
lío de irse a Cuba, gobernar desde allá, venir a Venezuela, hacer creer que
está gobernando y salir disparado otra vez hacia La Habana para que le sigan
aplicando radio o la quimio? Para qué. Otro engaño a su pueblo por donde se
agarre. Si el cáncer es leve, pues pasa. Pero si el tumor volvió y ya van por
casi un año peleando con el o los malignos otra vez, ¿qué sentido tiene de cara
a unas elecciones en pocos meses, de cara a un país que está boqueando por
deudas, inflación y desmadre institucional? ¿Qué sentido tiene cuando el propio
Chávez que sabe que no es juego ser el presidente de un país y que es más que
nunca necesario que el jefe esté sano y en sus cabales? Pues, nuevamente, el
propio Chávez sabrá hasta dónde está armando otra canallada inexplicable y sin
sentido. Veremos. Los meses pasan. Todo se sabrá. No hay manera de evitar que
cualquiera de los escenarios reales se presente con toda su magnitud y crudeza.
Y, como sea, habrá cuentas por cobrar. La gente que sí sabía que era
mentira, tendrá su responsabilidad en este enorme engaño, especialmente los
médicos misteriosos, unos médicos que nunca hablan y que nadie sabe quiénes
son. Igualmente, si resulta un cáncer fatal, liquidador, habrá un grupo de
cómplices muy cercano que sabiendo la gravedad del o los tumores le siguieron
el juego macabro a un hombre, que en esas circunstancias, entrará a la historia
como un verdadero monstruo de la estrategia fatal. Poner a un país en vilo para
ganar unas elecciones y pocos meses después tener que abandonar el cargo.
Otra prueba más de que a este gobierno y sus líderes, el pueblo les
importa un pito. Y la verdad, menos. Verdad que está más cerca también.
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