Informador Público - 29-Mar-12 - Economía
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El futuro no es volver al pasado
por Rodolfo C. Rossi
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El futuro no es volver al pasado
por Rodolfo C. Rossi
En el caso de las comparaciones, usadas generalmente como ejemplos, siempre es de desear compararse con lo “mejor”, con los que crecen, omitiendo comparaciones “justificativas”, con los que viven de sus relatos y añoranzas, y permanentemente, están sufriendo por un presente, e incluso un futuro, que no se les presenta demasiado prominente. Esta definición es apropiada tanto para las personas; las empresas; los países.
Comparemos a nuestro país, Argentina, con la República Popular China.
Adicional a su Plan Año 2011-2015, China ha lanzado, recientemente, un nuevo Informe titulado “China 2030”, que se constituirá para los políticos chinos en el marco de trabajo para cumplir, con su objetivo de crecimiento continuado y armónico. En el mismo se propone, que el país realice reformas estructurales, como la definición del rol del Gobierno, la puesta “a punto” de las empresas y los bancos, el desarrollo del sector privado, la promoción de la competencia y una profunda liberación de la tierra, la mano de obra y los mercados financieros. En el sector empresario, deberá hacerse trascendente, un aumento de la competencia en todos los sectores, reduciendo las trabas para el ingreso y salida de empresas privadas y fortaleciendo la competitividad de las empresas del Estado, que en similares condiciones, deberán trabajar con las empresas privadas.
En el sistema bancario se tenderá gradualmente, que sean las tasas de mercado, las que regulen las tasas de interés. El mercado de capitales debe de profundizarse en “tándem”, con el desarrollo de una infraestructura legal y regulatoria necesaria, para asegurar la estabilidad financiera.
El Informe citado cita, que “El éxito de China, en el mediano plazo, también depende de la creación de un sistema abierto, en el que la presión de la competencia aliente a las empresas chinas a innovar sus productos y sus procesos, a través de sus propios esfuerzos de investigación y su participación en redes internacionales”.
“China 2030”, también, impulsa altivos conceptos sociales y federalistas. Establece la necesidad de la ampliación de oportunidades para sus habitantes, la promoción de la seguridad social y la reducción de la desigualdad. Y cita: “Es vital fortalecer el equilibrio fiscal de China, motorizando ingresos y asegurando que los gobiernos federales cuenten con financiamiento propio suficiente para fomentar el arraigo poblacional”.
En última (pero, rigurosamente, primera) consideración menciona: “Es relevante la necesidad de China de convertirse en un socio proactivo de la economía mundial”. “China continuará intensificando su comercio internacional, sus inversiones y los lazos financieros, que tan bien le han servido en los últimos treinta años. Con ellos y en virtud de ellos, el país obtendría los beneficios de mayores oportunidades de inversión y un mayor rendimiento de sus empresas”.
China tiene bien claro su futuro. La meta de la República Popular China ha sido dada por su líder Den Xia Ping, que proféticamente dijo “Enriquecerse es glorioso”. En conocimiento, en riqueza y en bienestar para todos.
Nuestro país, con su “Modelo”, parecería la antítesis de las realizaciones y objetivos propuestos por las autoridades políticas y económicas de China.
Especialmente, en los últimos años, Argentina ha descuidado el equilibrio fiscal, el ahorro, la inversión. El Estado, que se ha convertido en un gran aprovisionador de puestos de trabajo y burocracia, va cercenando las libertades individuales y es regulatorio e intervencionista, en prácticamente toda activad productiva, que en el territorio del país, se desarrolle. Administra la relación cambiaria vinculante con todos los países del mundo. Controla toda compra de moneda extranjera, que se realiza. Administra las importaciones, discrecionalmente. Regula y controla la mayoría de los precios de la economía. El Banco Central, acorde con la reciente modificación de su Carta Orgánica, ha abandonado como misión fundamental “Preservar el valor de la moneda”, por el de “promover en el marco de las políticas establecidas por el Gobierno nacional la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. Ha flexibilizado las posibilidades de Adelantos de fondos al Tesoro nacional, duplicándolos; determinando a su vez, que sea su Directorio el “encargado de establecer el nivel de las Reservas Internacionales”, desconociendo así el axioma, fundamental, que la “verdadera moneda”, son las Reservas y que la moneda papel ($) solo tiene su valor en virtud de su respaldo. También en el “nuevo” Banco Central, se orientará el crédito y sus condiciones; determinará, entre otros, los “encajes bancarios diferenciados”.
El crecimiento del estatismo en la Argentina, bien se nota en el continuado aumento nominal del gasto público (no menor al 30% anual, en los últimos 8 años) y en la fuerte exacción impositiva que sufre el pueblo argentino, superior al 50% de sus ingresos, afectados por una inflación que los erosiona. El país es constitucionalmente federal, pero las comunidades provinciales son realmente dependientes de un poder centralista, que les absorbe económicamente, casi el 52% de los ingresos, que les corresponde.
China ha optado por lo original. Y lo original está en lo clásico. En la virtud del ahorro y en la inversión, para que con crecimiento real, se produzca una verdadera inclusión social. Argentina ha vuelto a su pasado. Pasado con resabios de estatismo inflacionario y fracasado, en nuestro país y en el mundo.
El propio creador y precursor de la “Justicia Social” en Argentina, así lo reconoció en su último mandato presidencial, cuando con visión patriótica, desechó el Estatismo -por perimido y antiguo- para bien del país. Su fallecimiento y el oscurantismo posterior impidieron su republicano objetivo.
Comparemos a nuestro país, Argentina, con la República Popular China.
Adicional a su Plan Año 2011-2015, China ha lanzado, recientemente, un nuevo Informe titulado “China 2030”, que se constituirá para los políticos chinos en el marco de trabajo para cumplir, con su objetivo de crecimiento continuado y armónico. En el mismo se propone, que el país realice reformas estructurales, como la definición del rol del Gobierno, la puesta “a punto” de las empresas y los bancos, el desarrollo del sector privado, la promoción de la competencia y una profunda liberación de la tierra, la mano de obra y los mercados financieros. En el sector empresario, deberá hacerse trascendente, un aumento de la competencia en todos los sectores, reduciendo las trabas para el ingreso y salida de empresas privadas y fortaleciendo la competitividad de las empresas del Estado, que en similares condiciones, deberán trabajar con las empresas privadas.
En el sistema bancario se tenderá gradualmente, que sean las tasas de mercado, las que regulen las tasas de interés. El mercado de capitales debe de profundizarse en “tándem”, con el desarrollo de una infraestructura legal y regulatoria necesaria, para asegurar la estabilidad financiera.
El Informe citado cita, que “El éxito de China, en el mediano plazo, también depende de la creación de un sistema abierto, en el que la presión de la competencia aliente a las empresas chinas a innovar sus productos y sus procesos, a través de sus propios esfuerzos de investigación y su participación en redes internacionales”.
“China 2030”, también, impulsa altivos conceptos sociales y federalistas. Establece la necesidad de la ampliación de oportunidades para sus habitantes, la promoción de la seguridad social y la reducción de la desigualdad. Y cita: “Es vital fortalecer el equilibrio fiscal de China, motorizando ingresos y asegurando que los gobiernos federales cuenten con financiamiento propio suficiente para fomentar el arraigo poblacional”.
En última (pero, rigurosamente, primera) consideración menciona: “Es relevante la necesidad de China de convertirse en un socio proactivo de la economía mundial”. “China continuará intensificando su comercio internacional, sus inversiones y los lazos financieros, que tan bien le han servido en los últimos treinta años. Con ellos y en virtud de ellos, el país obtendría los beneficios de mayores oportunidades de inversión y un mayor rendimiento de sus empresas”.
China tiene bien claro su futuro. La meta de la República Popular China ha sido dada por su líder Den Xia Ping, que proféticamente dijo “Enriquecerse es glorioso”. En conocimiento, en riqueza y en bienestar para todos.
Nuestro país, con su “Modelo”, parecería la antítesis de las realizaciones y objetivos propuestos por las autoridades políticas y económicas de China.
Especialmente, en los últimos años, Argentina ha descuidado el equilibrio fiscal, el ahorro, la inversión. El Estado, que se ha convertido en un gran aprovisionador de puestos de trabajo y burocracia, va cercenando las libertades individuales y es regulatorio e intervencionista, en prácticamente toda activad productiva, que en el territorio del país, se desarrolle. Administra la relación cambiaria vinculante con todos los países del mundo. Controla toda compra de moneda extranjera, que se realiza. Administra las importaciones, discrecionalmente. Regula y controla la mayoría de los precios de la economía. El Banco Central, acorde con la reciente modificación de su Carta Orgánica, ha abandonado como misión fundamental “Preservar el valor de la moneda”, por el de “promover en el marco de las políticas establecidas por el Gobierno nacional la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. Ha flexibilizado las posibilidades de Adelantos de fondos al Tesoro nacional, duplicándolos; determinando a su vez, que sea su Directorio el “encargado de establecer el nivel de las Reservas Internacionales”, desconociendo así el axioma, fundamental, que la “verdadera moneda”, son las Reservas y que la moneda papel ($) solo tiene su valor en virtud de su respaldo. También en el “nuevo” Banco Central, se orientará el crédito y sus condiciones; determinará, entre otros, los “encajes bancarios diferenciados”.
El crecimiento del estatismo en la Argentina, bien se nota en el continuado aumento nominal del gasto público (no menor al 30% anual, en los últimos 8 años) y en la fuerte exacción impositiva que sufre el pueblo argentino, superior al 50% de sus ingresos, afectados por una inflación que los erosiona. El país es constitucionalmente federal, pero las comunidades provinciales son realmente dependientes de un poder centralista, que les absorbe económicamente, casi el 52% de los ingresos, que les corresponde.
China ha optado por lo original. Y lo original está en lo clásico. En la virtud del ahorro y en la inversión, para que con crecimiento real, se produzca una verdadera inclusión social. Argentina ha vuelto a su pasado. Pasado con resabios de estatismo inflacionario y fracasado, en nuestro país y en el mundo.
El propio creador y precursor de la “Justicia Social” en Argentina, así lo reconoció en su último mandato presidencial, cuando con visión patriótica, desechó el Estatismo -por perimido y antiguo- para bien del país. Su fallecimiento y el oscurantismo posterior impidieron su republicano objetivo.
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