Un expediente completo crece cada día. Imposible ocultar esos miedos
Comenzaron en diciembre pasado, o temprano en enero, echando para atrás la aprobación de la ley de Universidades. Han venido bajando la cabeza progresivamente ante los grupos organizados de protesta y a eso le ha seguido una intensa campaña de captura preelectoral, que no tiene comparación alguna con cualquier campaña anterior. El miedo es libre. Los números electorales no cuadran.
La pasión desmedida de aquel pueblo que lo adoraba, se quedó en el camino. La semana pasada, en el acto de condecoración a trabajadores en el Teresa Carreño, muchas personas abandonaron el acto, a mitad de la función. Los camarógrafos de Venezolana de Televisión fueron cerrando los planos, a medida que las personas abandonaban el lugar. El Vicepresidente hablaba ante cada vez menos personas. Patética la revolución que no arrastra pasiones. Una concentración de trabajadores, el pasado domingo, tuvieron que rellenarla con muchos trasladados, kits de comida y la promesa del lunes libre. A pesar de eso, grupos completos de los que trajeron del interior, se paseaban por los centros comerciales, visitaban el parque del este y otros lugares de diversión. Turismo revolucionario.
Las Misiones salvaron a Chávez en las oportunidades anteriores. Cuando el referéndum estaba perdido, invento las misiones para que lo sacaran de abajo en la cuenta y a decir verdad, le funcionó. Revirtieron los números y lograron remontar la cuesta.
Ahora, la misión Vivienda y la misión Trabajo, esperan convertirse en la principal oferta para reconquistar la inmensa cantidad de votos que ha venido perdiendo a lo largo del tiempo. Los votos tienen que intentar comprarlos, pues ya la inmensa mayoría del pueblo, entiende perfectamente de que se trata el amor de Chávez y su revolución.
Producir tres millones y medio de empleos en ocho años, es otra de sus promesas vacías. Más de cuatrocientos mil por año. Una mentira fresca, que se agrega al resto de las mentiras que intentó vendernos. Han pasado seis meses y los conjuntos habitacionales que estaban listos, léase bien, listos para entrega, no se han entregado. Los que le faltaban seis semanas de trabajo, están abandonados a su suerte y los legítimos propietarios ya se preguntan si la intervención del gobierno los llevó al desastre. No vaya muy lejos, dese una vuelta por el Encantado en Macaracuay y por Terrazas de Guaicoco. Todo lo que tocan, lo inactivan.
Aquí cada ser, de cualquier estrato, tiene su dedo listo para decidir. No importa si me “enfranelan” de rojo, me obligan a marchar y me prometen una casa. Mi hijo se quedará sin Universidad, mi suegro que trabajaba en Agroisleña, perdió su trabajo de catorce años y mi hermano está parado frente a los portones de Alcasa, esperando la limosna del gobierno para que arranque la planta. El daño que ha producido este gobierno ha sido bien repartido, porque ahora, el desastre es de todos. La revolución bonita se desbarata. Venezuela no se engaña con maquetas, cadenas y promesas.
vienegrande@yahoo.es@pereiralibre
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