Solicitamos de la clase política venezolana que está en el poder, a nombre de muchos asalariados, obreros, campesinos, trabajadores, maestros, profesores universitarios, médicos, abogados, transportistas y de todos los ciudadanos y ciudadanas plenos en sus derechos, responder por la ola de asesinatos y crímenes que se cometen a diario en nuestra nación.
Se trata de nuestra Venezuela en peligro de la violencia y las acciones de estas bandas aglutinadas bajo diversas denominaciones.
Acá no se trata de acumular deficiencias en las Policías u otras organizaciones contra la delincuencia, se trata de asumir la función de tomar decisiones a favor de la Patria.
Somos la Venezuela que inscrita en la aún Constitución Nacional de 1999, demanda de su trabajo la suficiente competencia para cambiar leyes, responsabilizarse del futuro de la nación y representar al pueblo que los eligió ante estos graves acontecimientos.
No deseamos una clase política gobernante acomodada en sus sillones de la Asamblea Nacional o en sus escritorios inexpugnables de funcionarios de primer nivel. No necesitamos a una clase política gobernante discutiendo hasta el infinito y tomando café para levantar los brazos y seguir los mandatos del Ejecutivo, mientras la nación se desangra por la muerte de cientos de honrados trabajadores víctimas del hampa y la trasgresión.
Necesitamos una clase política gobernante competitiva y con cultura de gobernabilidad no partidista. Requerimos a una clase política gobernante para que olvide su bandera roja rojita partidaria y piense como nación.
Si toman decisiones háganlo a favor del clamor popular… para eso el pueblo venezolano les paga, para que tomen decisiones por nosotros, porque así está diseñado este modelo democrático, de otra forma a lo mejor no gozarían de sus elevadísimos sueldos, costosos vehículos, escoltas, ropas de firma, lujosas mansiones o apartamentos VIP y elevadísimas prestaciones sociales.
A los ciudadanos y ciudadanas venezolanos nos descuentan mensualmente sin consultarnos, un impuesto para pagar sus salarios, en otras palabras somos nosotros a quienes deben su cuota mensual, no es el Estado sino la nación trabajadora la que mes a mes les mantiene en sus lujosos sillones.
El asesinato de miles de personas en estos doce años de gobierno revolucionario, entre los cuales se encuentran: empresarios, niños, niñas, políticos, amas de casa, ciudadanos comunes como usted o como yo, es uno de los mayores actos de cobardía imaginados. Sabemos que estos delincuentes, no tienen en absoluto ninguna acción heroica que contar… ¿sentirán orgullo por estos asesinatos? ¿Son tan valientes con un arma en la mano y sus víctimas desarmadas? ¿Tratan de acobardarnos y que abandonemos lo poco que tenemos? Destruyen, matan, asesinan, violan, esclavizan a menores, secuestran, extorsionan, trafican, son ilegales… En nuestra nación los derechos universales no son suficientes para detener las balas de estos sujetos aglutinados en organizaciones delincuenciales, ellos están al margen de estos principios. Como sociedad civil demandamos que las leyes cumplan su función sobre estos delincuentes y paguen sus crímenes.
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