*EDUARDO VÁSQUEZ ESCRIBE PARA TAL CUAL: “LIBERTAD E IGUALDAD”
L a Revolución Francesa proclamó como valores fundamentales la libertad, la igualdad y la fraternidad. Las revoluciones posteriores se han aferrado a esos tres valores, pero dándole más peso a la igualdad y a la libertad. Sin embargo, estos dos valores se destruyen.
L a Revolución Francesa proclamó como valores fundamentales la libertad, la igualdad y la fraternidad. Las revoluciones posteriores se han aferrado a esos tres valores, pero dándole más peso a la igualdad y a la libertad. Sin embargo, estos dos valores se destruyen.
La única igualdad posible es la que tiene lugar ante la ley. Y sin embargo, ella difícilmente se cumple. Para poder imponer la igualdad los revolucionarios tienen que aniquilar la libertad, pues si esto no ocurre, y se permite que los ciudadanos tengan derechos que protejan su iniciativa, su búsqueda de la afirmación de su personalidad, el desarrollo de sus potencialidades, pronto surgirá la desigualdad.
La única manera de preservar la igualdad es destruyendo la libertad, esto es, aniquilar todo lo que signifique afirmación y desarrollo de la persona. Platón sabía muy bien lo que hacía cuando eliminaba en su Estado la propiedad privada. Hegel, basándose en esta tesis afirma que donde no hay propiedad no hay libertad.
Nuestros jefes revolucionarios no saben lo que afirman cuando sostienen que no son enemigos de la propiedad privada. No se trata de sentimientos sino lo que consideran un valor fundamental y superior a todos los otros. Sostienen la igualdad en cualquier sector: en el político, en el educativo, en el militar. Para mantener esa tesis, necesariamente tienen que destruir la propiedad privada, la familia, la libertad para escoger una carrera, etc., esto es, todo lo que permita el desarrollo de la persona. Y esto implica necesariamente el surgimiento de la desigualdad. Los revolucionarios que proclaman la igualdad como valor fundamental son enemigos de la libertad y de todo lo que permite su desarrollo.
Desde luego, una de las características de los revolucionarios es la incoherencia y, sobre todo, la ignorancia. El fanatismo, el dogmatismo, no les permiten asimilar ideas diferentes o que contradicen sus dogmas. De allí la impresión de rigidez, de frente de buey. Tienen que usar un lenguaje de bronce, sin matices, en un molde único. Han desterrado la libertad de la realidad y de su pensamiento.
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