El
País (Uruguay) - 10-Ene-13 - Opinión
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El Populismo Siglo XXI
Washington Beltrán Storace,
La salud del presidente Chávez es complicada:
una infección pulmonar y una insuficiencia respiratoria han aparecido luego de
la última intervención quirúrgica por un tumor que no se logra controlar. El
deseo es que logre recuperarse, apostamos a la vida; que vuelva al escenario
político y reciba allí la invitación a retirarse por parte del pueblo
venezolano, cansado de sus manipulaciones y el deterioro de su país al que lo
ha llevado este Socialismo (Populismo) Siglo XXI. Que sean la democracia y las
instituciones las que le digan que se vaya.
Chávez es el creador del Populismo Siglo XXI,
una mezcla explosiva de demagogia y populismo tradicional. Lo ha convertido en
un mal, peligroso y contagioso que amenaza a la región; opera sobre la base de
la mentira y el engaño y golpea implacable en las sociedades, las mangonea, las
corrompe y transforma en enfermos terminales a las democracias y a los sistemas
republicanos de gobierno.
Tiempo atrás escribí una columna titulada
justamente, "Demagogia y populismo", donde apunté a describir cómo
operan estos en la vida de los pueblos, cómo logran infiltrarse y deteriorar la
calidad institucional de una nación. Hoy vuelvo a hacerlo para que la gente
tome conciencia de lo que ha sido y han hecho Chávez y sus apóstoles.
La demagogia se manifiesta de manera verbal.
Mediante argumentos engañosos busca mostrar como cierto algo que no lo es y
para ello apela a los defectos propios de la naturaleza humana como la
credulidad, la ambición, la disposición al menor esfuerzo para obtener logros y
la debilidad ante la lisonja. El populismo utiliza la demagogia pero apunta a
obtener el poder, usando sobre todo las "masas marginales
disponibles", fácil presa de la seducción "reivindicativa". El
líder populista es una deformación del viejo caudillismo, porque busca lograr
el ascenso y el reconocimiento popular, aunque no a través de su valía, sino
por el embuste: les hace creer que ejerce el poder en beneficio del pueblo,
aunque la verdad es que actúa imbuido de una feroz megalomanía y una desmedida
ambición de absolutismo.
El populista es un producto de la democracia,
pero no cree en ella sino que lo irrita y la desprecia. No cree que el Estado
está al servicio del hombre; piensa que el hombre está al servicio del Estado y
el Estado es él. Que los derechos que reconocen las democracias como propios
del ser humano, solo se aplican a los que piensan como él, jamás a quienes lo
critican. Que la separación de poderes es útil, siempre que todos canten a coro
al compás de la música y con la letra que él ha compuesto.
Hay un manual no escrito -que puede ir
dándose en etapas- para la acción de los líderes populistas que alcanzan el
gobierno, si pretenden estirar el engaño y que no los boten a las primeras de
cambio:
- Sostener que la historia del país comienza
con el Régimen. Antes no hubo nada. Solo injusticia, caos y corrupción hasta
que llegaron los elegidos.
- Inventarse un enemigo muy fuerte,
superpoderoso. Su "amenazante" presencia opera como fenómeno de
unidad popular. Si puede ser nada menos que los EE.UU., mejor: el imperio es
antipático. Pero también pueden incluirse las transnacionales, las elites
económicas, financieras, empresariales o agropecuarias, sin olvidar que siempre
pueden estar latentes las conspiraciones de "nostálgicos".
- Abolir el republicano principio de la
Separación de Poderes. Limitar al Legislativo y concentrar facultades en el
Presidente; limitar la independencia del Poder Judicial con la injerencia
directa en sus designaciones.
- Alto déficit gubernamental financiado con
deuda y emisión de dinero, haciendo gastos sin mayor análisis ni sustento pero
con beneficios inmediatos. Este rubro se le conoce como
"asistencialismo". El líder financia a los pobres (no les da buena
educación ni promueve hábitos de trabajo) para asegurarse que seguirán siendo
pobres y solo podrán vivir de su asistencia. Son su "botín
electoral".
- Promover el enfrentamiento entre sectores,
grupos o la vieja lucha de clases. El típico ejemplo son los capitalistas que
"sangran" el país y que "obligan" a la expropiación de sus
bienes.
- Manejo de números con intención de engañar.
Los índices de precios o la inflación es la que fija el gobierno y no el
mercado. Siempre "hay" una mejora en el poder adquisitivo de los sueldos.
Y si el bolsillo desmiente al gobierno, está equivocado o es por la
"avaricia" de los comerciantes.
- Restringir libertades de prensa y expresión
como primer paso. Y luego las libertades políticas de los opositores. Siempre
se puede encontrar un motivo para hacerlo y justificarlo a los ojos de la
opinión pública.
Por último, el líder populista debe invocar
permanentemente que se vive en democracia. Así se va a ir minando poco a poco
la fe del pueblo en su eficacia y sus virtudes, quebrando sus valores morales,
debilitando el imperativo de los deberes patrióticos en un lento proceso de
desintegración que prostituye, postra e insensibiliza.
No hay que olvidar que, aunque no lo sepa, y
si lo sabe no lo dice, este engendro de la política piensa igual que Goebbels:
"Si la democracia es tan estúpida que nos concede sueldos y viáticos para
nuestra labor carnicera, allá ella... Venimos como lobos que asaltan el
rebaño".
Este es un reenvío de un mensaje de
"Tábano Informa"
tabano.informa@gmail.com
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