Afortunadamente, un Ni-Ni es una especie en vías de
extinción.
Creo que un Ni-NI es un indolente, al que le da
igual quién gobierne o cómo se gobierne. A quien no le importa qué pierde o
cómo lo pierda.-
Puedo entender a los confiados que esperan que,
ahora sí, el régimen con 13 años de fracasos a cuestas les cumpla todas las
promesas, por imposibles que éstas hayan sido, y siguen apoyando a una
robolución fracasada.
Puedo entender a los ilusos de siempre, a los que
esperan la limosna que creen que los sacará de pobres. Incluso puedo entender a
los que apoyan al régimen por intereses mezquinos, por haber sido favorecidos
con contratos que los sacó, a ellos sí, de pobres.
Pero jamás pude entender a quienes dicen que es igual quien mande. A
quienes piensan que cualquier gobierno es malo y hay que aguantarlo. A quienes
dicen que este régimen es tan corrupto como los adecopeyanos y que votar por
Henrique Capriles sería volver a los 40 años de latrocinio “democrático”, así
que prefieren seguir como están.
A los que dicen que más vale ladrón conocido que
honesto por conocer.
A los que creen tener el derecho a la libertad sin
luchar por ella; a los que quieren que otros caigan defendiendo su derecho a
vivir en tranquilidad. A esos no los puedo entender. Hace unos años contradije
a quien escribió “Venezuela, país de cobardes” porque no creo que en nuestro
país abunden los cobardes, sino los indolentes y conformistas.
Dijo algún narco-gobiernero que la oposición tendría
que convencer a 700 mil venezolanos por mes para ganarle al comediante en jefe.
Gracias a Dios no hay que convencerlos, los ciudadanos se convencen por sí
sólos que tiene que haber algo mejor que hipotecar la libertad en aras de
promesas incumplidas e incumplibles, que la libertad es un derecho humano
fundamental, y que en la Venezuela actual no es lo mismo “ser libre” que “estar
libre”, pues siempre está la espada de Damocles sobre el cuello ciudadano,
lista a caer si éste es “inconveniente a los altos intereses de la patria”.
La noche ya está llegando a su fin, y un hermoso y
brillante amanecer nos espera.
No seguiremos, como mansas focas aplaudidoras, a un
nuevo Mesías trasnochado. Caminaremos al lado, hombro con hombro y con
dignidad, de quien encarna la esperanza de un país ya cansado de Iluminados de
pacotilla y narco-gobierneros. Un nuevo mandatario que implantará la única
dictadura que merecemos: la dictadura de las leyes sin compromisos, sin
directrices gobierneras y sin complicidades.
Venezuela toda está marchando, ciudad por ciudad,
hacia una nueva y hermosa realidad.
El futuro nos espera
Solo nos faltan pocos pasos…
venezueladigna@hotmail.com
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