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miércoles, 3 de septiembre de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA TRANSICIÓN QUE VIENE,

He estado escuchando a algunos políticos de la oposición insistiendo en el deber de los partidos en crear un nuevo modelo de país, un modelo que vuelva hacer soñar a los venezolanos; pero, dicho esto, se embarcan en las viejas recetas socialistas que tienen como protagonista al Estado, en una economía centralizada y repitiendo las mismas fórmulas fracasadas del Estado paternalista y benefactor. Eso me preocupa, estos políticos, la mayoría jóvenes, hablan como si estos 16 años de socialismo bolivariano no hubieran sucedido, como si ese punto de vista y estado de cosas hubiera sido un éxito.

Desafortunadamente, no estamos para vender proyectos, ni programas de gobiernos, ni para salir en campaña para convencer a un electorado a que voten por la oposición; el próximo gobierno en Venezuela, el que va a sustituir al chavismo, es un gobierno de emergencia, que se tiene que ocupar de lo inmediato, de contener el impresionante deslave del país, de aplicar correctivos, muchos de ellos dolorosos, de pedirle sacrificios al pueblo para poder salvar a la nación… no podemos caer en fantasías políticas y actuar como si todo estuviera normal; el país está quebrado, bárbaramente endeudado, con mafias y bandas criminales controlando lo que queda de la economía  que es incapaz de producir para nuestro propio sustento y eso lo sabe todo el mundo, pensar lo contrario sería no reconocer la ruda realidad que nos golpea el rostro todos los días. De ese tamaño es la crisis y eso lo debe tener claro la oposicion: el próximo gobierno será heroico, para salvarnos el pellejo.
La crisis que atraviesa el país hay que enfrentarla durante el gobierno de transición, no hay manera de posponerla, y el trance que enfrentará el gobierno tiene una doble cara, una naturaleza dual; por un lado hay que encarar una situación interna que tiene tres componentes principales: 1- la seguridad del país, 2- la crisis alimentaria y de salud y 3- la estabilidad y la reactivación económica.
Por otra parte, la situación geopolítica del país, o sea, nuestra situación internacional, tiene cuatro ejes fundamentales 1- nuestro mercado petrolero, 2- nuestra deuda externa, 3- la restructuración de nuestro servicio exterior (embajadas y consulados), 4- la seguridad y justicia internacional.
Lo interior y lo exterior se tocan de muchas maneras, lo que exige una gran coordinación de esfuerzos, y una cosa es clara, sólo tendremos éxito con ayuda de nuestros aliados y amigos en el extranjero, en cooperación con organismos multilaterales.
Pero, antes de entrar en materia, debemos puntualizar que los funcionarios y oficiales de gobierno que trabajen en esta primera etapa de resolución de la crisis, incluyendo al Presidente de la Republica, no deberían ir a reelección, por lo menos durante dos periodos eleccionarios; esta condición aseguraría dedicación exclusiva a la tarea de reconstrucción de la patria, sin la distracción de reelecciones.
La naturaleza de la crisis venezolana es multidimensional, es muy probable que nos tome más de dos periodos presidenciales resolverla; pero este primer momento de contacto y manejo de la crisis es fundamental para desenmarañarla, diagnosticarla y aplicar las primeras medidas de emergencia.
De este primer contacto con esas ingentes dificultades se desprenderán consecuencias importantes, que determinaran los pasos a seguir, principalmente, en lo que se refiere a la generación de confianza entre todos los sectores involucrados.
Ya hay algunas medidas que se pueden empezar a tomar y que son de sentido común; pero los correctivos estructurales y de fondo tardaran un tiempo en ser elaborados y activados, primordialmente, porque existen opciones y cada una conlleva consecuencias diferentes; una condición necesaria será siempre la comunicación permanente con los ciudadanos, ese es un factor clave, para que la información fluya constantemente y con la mayor claridad posible, esencialmente, porque el propio gobierno se va a encontrar que no existe información y si existe, hay que verificarla, porque el chavismo es una organización tan antipatriótica, que está haciendo todo lo posible por hacer la recuperación del país un imposible, empezando por borrar archivos, falsificar data, desaparecer expedientes.
Una de las acciones que la MUD debe tomar de inmediato es el nombramiento del gabinete del próximo presidente, no importa quién sea el candidato ganador o si éste, una vez electo, vaya a aceptar el gabinete conformado; no importa, lo que vale ante el pueblo de Venezuela es el gesto de proponer a estos hombres y mujeres, especialistas en sus diferentes áreas, con rostros conocidos, para que desde ya empiecen a trabajar en los planes de reconstrucción del país, que elaboren los programas sectoriales y apunten la dirección en que la Republica va a marchar con el nuevo gobierno; esto tendía un enorme impacto mediático y apuntalaría ese sentido de seguridad que tanta falta hace.
El que se empiece a discutir las medidas de emergencia a tomar con el nuevo gobierno, el que esos ministros designados por la MUD puedan dirigirse al país para plantear sus visiones de cómo vamos a salir de este atolladero, será muy importante para ir creando el ánimo y el ambiente de expectativa que se requiere, y será un buen ejercicio de prospectiva. Por supuesto, repito, será un gabinete y unos programas alternos de gobierno, pero que ya están allí y, en caso de apuros o de cambios inesperados de circunstancias, puedan usarse y sus responsables permanecerían atentos a su turno al bate, en caso de que el próximo presidente requiera de sus servicios.
El mejor aliado de un gobierno en emergencia es un pueblo bien informado y consciente de lo que se está haciendo y se quiere lograr; y porque se trata de una Emergencia con E mayúscula, el gobierno de transición debe contar con los mejores hombres y mujeres que tenga el país, en cada una de las áreas a ser tratadas, lo que ya dice mucho del presidente o la presidenta que el país requiere.
Se necesita un hombre o una mujer no sólo con “guáramo” y valentía, que no se “achicopale” ante las decisiones más duras, si llegare el caso de tener que tomarlas, que probablemente no vaya a sobrevivir políticamente de esta prueba, que no le tenga miedo a la impopularidad, que se sepa parte de un esfuerzo mayor y global y que su persona pueda ser reemplazable aún antes de terminar su periodo, son posibilidades que debe tomar en cuenta.
Tiene que ser un extraordinario comunicador, pero no un imitador de Chávez, empezando porque su compromiso tiene que ser con la verdad, si se equivoca tiene que asumirlo y rectificar.
Tiene que ser un gran coordinador de equipos de trabajo diversos, con habilidades “multitasking” en el sentido de poder atender simultáneamente varias tareas, que tenga presencia y credibilidad en su trato con extranjeros, que sepa manejarse bien en términos diplomáticos, que sepa dar el ejemplo en cuanto vida austera y de sacrificio.
Lo que viene en nuestro país es inédito, no tenemos experiencias previas, por lo que las cualidades y habilidades de nuestros políticos usuales, van a servir de muy poco.
Ese candidato debería contar con una esposa y familia, que le confieran la seguridad y la imagen entre la gente que entiende y padece los rigores de todos los venezolanos, que hay un anclaje y un sentido de pertenencia; creo que el rol de Primera Dama – perdido en el tiempo por conveniencia de los políticos que hemos padecido en la primera magistratura - va a ser indispensable en esta ocasión.
Si fuera una mujer, tendría que tener el talante de una reina; y lo digo con toda la propiedad que el término personifica, la reencarnación de la Republica en una soberana, ejemplo y madre de todos los venezolanos, el ideal de una dama por la que toda la nación sea capaz de sacrificarse.
La transición que viene no va a ser pacifica; domar y recoger a todas esas fieras sueltas y que andan medrando de la gente, detener los abusos e injerencias extranjeras en el país, va a requerir de medidas extraordinarias que pudieran acercarnos a estados de pre-guerra (aunque ya vivimos en ella), con todas las implicaciones que esto conlleva, por lo que presidentes blandengues y cobardones no son los indicados.
Hay que rescatar el respeto internacional de Venezuela, nuestra autoestima; volver a caminar con nuestros propios pies y en la dirección que escojamos, hacer nuestro propio mundo con esfuerzo y trabajo, ordenar nuestra casa, que es Venezuela.
El próximo presidente de Venezuela tiene que ser alguien que inspire emoción, que nos haga sentir de nuevo orgullosos de ser un país independiente y libre, dueño de nuestro propio destino.
La situación del país está tan deteriorada, el poder tan desarticulado, que pudiera pasar cualquier cosa en cualquier momento, dentro o fuera del ámbito constitucional, y en estas circunstancias de excepción, gana el que esté mejor preparado.-
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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domingo, 6 de enero de 2013

ARGELIA RÍOS, TIEMPO DE ALPARGATAS

Toda Venezuela se está preguntando hoy qué es lo que viene a continuación. Muchos creemos que esta historia no culminará de inmediato, porque las estructuras del Estado revolucionario han sido cementadas, para complicarle al país democrático todo intento por construir un sistema lejano a la intransigencia y al fanatismo
Nada cambia: si Chávez lograra prestar juramento, o si no pudiera hacerlo, Venezuela no vería un destino diferente al que está enfrentándose en este difícil 2013. Lo que sí estamos viendo es una lenta evaporación del protagonismo político que ha monopolizado su figura, a lo largo de las dos décadas transcurridas desde los golpes de Estado de 1992, sin contar el tiempo de sus andanzas sediciosas dentro de la FAN. La vida del comandante se está extinguiendo y con ella languidece también "la época dorada" de la revolución. Nadie dice que su impronta se disipará de inmediato. Ya sabemos que la descendencia bolivariana le sacará buen provecho a su recuerdo y que, en ese plan, bregará por mantener a la revolución como una fe religiosa, en el que las estampillas del jefe único fungirán de amuleto, además de escudo para proteger a cualquiera de los ineptos a quien corresponda administrar el legado del "irremplazable" hegemón.
Toda Venezuela se está preguntando hoy qué es lo que viene a continuación. Muchos creemos que esta historia no culminará de inmediato, porque las estructuras del Estado revolucionario han sido cementadas, para complicarle al país democrático todo intento por construir un sistema lejano a la intransigencia y al fanatismo. Otros, también muchos, tienen una certeza opuesta, quizá inspirada en aquella sentencia profética que la difunta Lina Ron dejó troquelada en el historial del "proceso", cuando -conociendo el bolivariano mundo de truhanes que tanto cuestionó- repitió, una y otra vez, su "con Chávez, todo y sin Chávez, nada". En esa época, la inefable Lina -a quien nadie le objetaba autenticidad- se refería a "los opositores" del presidente, cuya última voluntad -"voten por Maduro"- ha dado lugar a una tormenta de lluvia ácida en las entrañas del "proceso", en medio de la cual -y con la gestión lanzada al olvido- forcejean los detractores y defensores de la inmoral ocupación cubana en Venezuela.
Pensar que se avecinan buenos y vertiginosos cambios, es apenas una esperanza que encubre lo que realmente presenciaremos: una secuencia de enrevesados episodios, de los que pudieran surgir adversidades tan inéditas como peligrosas. La división que el país ha padecido durante estos 14 años es el telón de fondo de los ajetreos que se nos enciman y es ella, también, la que pudiera provocar heridas de inapreciable profundidad que, sin duda, problematizarían aún más la delicada coyuntura nacional. La dirección política de la oposición tiene una papa caliente en las manos: conducir atinadamente las reacciones que, sin duda, generarán el desenlace de la enfermedad presidencial. Sí: la tarea es difícil, pero no se le pueden facilitar las cosas a los Castro. Es tiempo de alpargatas
argelia.rios@gmail.com

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