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viernes, 27 de septiembre de 2013

TULIO HERNÁNDEZ, LA MINISTRA PRISIONERA

Mentía con absoluta naturalidad. Sólo le faltó decir que los menús los diseña un día Sumito Estévez y el otro Helena Ibarra. Que los nuevos uniformes son creaciones de Carolina Herrera. Y que los presos pueden ahora escoger para sus confortables habitaciones entre camas con colchones ergonómicos o coloridas hamacas de Tintorero con diseños heredados de don Sixto Sarmiento.

Claro que no dijo presos. Ni reclusos. Ni reos. Dijo “privados de libertad”. Porque Iris Varela, la ministra de Prisiones, como el resto de la cúpula roja, cree que, al nombrarlas de otro modo, las cosas y las personas, automáticamente, modifican su naturaleza. Cree, por ejemplo, que si a una patrulla policial la llamas “auto de detención”, el vehículo adquiere un no sé qué constitucional que le quita el aire represivo propio de los gobiernos de la “extrema derecha”.

Por eso la ministra, a eso de la 1:00 de la tarde del pasado lunes, desde un estudio de la nueva Globovisión, comenzó a explicar las grandes mejoras que la “revolución” ha traído a los privados de libertad. Dijo que ahora se vestirían con bellos uniformes: fucsia las “privadas”, amarillo “los privados” y rosadito suave los menores de edad. Ni Hola lo hubiese dicho mejor.

También dijo que gracias a lo que denominó “Un Nuevo Orden Penitenciario”, inaugurado bajo su gestión, ahora los privados y las privadas no tenían armas en las prisiones o, mejor, en los “centros de privación de libertad”. Dijo que en las cárceles ya no había pistolas, fusiles, ametralladoras o granadas como antes. Salvo en manos de los guardianes. Casi que podía jurar que todo eso eran cosas del pasado y sólo le faltó agregar que en las últimas requisas lo único peligroso que habían incautado había sido un inocente cortauñas.

Pero lo más deslumbrante, lo más Disney World de la tarde, ocurrió cuando la ministra dijo que ahora cada recluso se levanta de madrugada con el toque de diana, ordena su cama, dobla las sábanas y deja todo impecable, como si fueran cadetes. Así exactamente dijo entusiasmada: “Igualito que un cadete”. Porque queda claro que en una mentalidad cívico-militar lo mejor que le puede pasar a un privado de libertad es parecerse a un cadete. Y a la inversa.

La ráfaga fantasiosa era tan aplastante que el entrevistador, el destacado periodista y buen amigo Vladimir Villegas, lucía desconcertado. No se sabe si seducido por los cuentos de hadas o abrumado ante tanto engaño y autohipnosis. Lo cierto es que no puso en práctica, al menos en lo que vimos, lo que suele hacer el periodismo crítico. No recurrió a una segunda opinión del tipo: “Pero, ministra, el Observatorio de Prisiones que dirige Humberto Prado informa todo lo contrario”. O a la fuerza de los hechos: “¿Cómo se explica entonces que hace menos de un mes en la cárcel de Sabaneta murieron seis reclusos en una balacera de diez horas?” o “¿Ministra, por qué el Gobierno esperó tanto para iniciar esta maravilla, por qué permitió tanto sufrimiento humano, maltrato y lesión a los derechos humanos los catorce años anteriores?”.

Pero la realidad es terca. Supera la ficción y suele ser más contundente que la mentira. Mientras la ministra dibujaba pajaritos en el aire, en la misma cárcel de Sabaneta comenzaba una macabra situación de enfrentamiento armado entre privados de libertad. Un tiroteo descomunal que duró 24 horas.

El “Mocho” Edwin, uno de los tantos “pranes” que reinan en las cárceles venezolanas, quiso adueñarse del patio central y, como halló resistencia, él mismo y sus pistoleros se encargaron de eliminar a 16 reclusos “enemigos”. Ya en la morgue, a los cadáveres les faltaban brazos, piernas y hasta corazones que les fueron mutilados con cuchillos.

Tres días después nadie, ni la ministra que miente, ha explicado lo ocurrido. Nadie sabe con exactitud si los muertos habían estrenado o no los nuevos y lindos uniformes amarillos. ¿A quién le importa? El martes, para hablar en chavisñol, amanecieron “privados de vida”. Y eso, hasta nuevo aviso, es irreversible.

@tulioehernandez

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jueves, 2 de mayo de 2013

SOLEDAD MORILLO BELLOSO, VESTIDA PARA MENTIR

En una muy infeliz puesta en escena, para la cual se maquilló la cara profesionalmente y se trajeó con un vestido tipo ponquecito glaseado de color rosa varias tallas más pequeño de lo que la más elemental consideración recomendaba, la señora grabó su mensaje a la Nación.
No halló dentro de sí el mínimo respeto por los ciudadanos y por sí misma para cuanto menos hablar en vivo y en directo, como la gravedad de la situación lo ameritaba. Palabra por palabra fue siguiendo un guión varias veces ensayado. Cambios de cámara, iluminacion y la misma composicion del set pusieron de relieve que el asunto fue realizado por profesionales en la materia actoral. Una producción, empero, demasiado larga y rococó para acabar diciendo lo que ya se sabía que iba a decir: que el CNE sólo acepta una revisión  chimba que por diseño no es una auditoría, dado que es más lo que permite taparear  que las muchas irregularidades que  se conseguiría detectar.
Está claro que el comando Simón Bolívar no puede aceptar participar en esta farsa. Es obvio que Henrique Capriles no puede aprobar esta nueva sinverguenzura. Pero, más importante aún, no puede el enorme conglomerado de electores prestarse a ser la lavadora de esta estafa a nuestra Venezuela.
El salario multimillonario -aderezado por magnas prebendas- que puntualmente le pagamos los venezolanos no le ha alcanzado a la señora para hacerse de la altura moral que exige el cargo. Los seres humanos carentes de dignidad suelen irrespetar la dignidad ajena.   No importa cuantos ceros ingresen en su cuenta corriente, lo que la legitimidad no da, la legalidad no presta.
Hay un caso que viene como anillo al dedo para ilustrar lo que puede ocurrir en todo este desaguisado del CNE negando la posibilidad de una verdadera auditoría e impidiendo el acceso a los cuadernos, en los cuales juntó con el sai esta agazapado el bojote. Me refiero al monstruoso escándalo político suscitado por la revelación de actividades ilegales de la administración Nixon durante la campaña electoral de 1972 en Estados Unidos.
Corría el mes de junio de 1972.  Cinco hombres que habían penetrado para espiar al Comité Nacional Demócrata en el hotel Watergate en Washington fueron arrestados. Luego de muchas piruetas  judiciales la implicación de Nixon se fue haciendo cada vez más evidente. El 30 de abril de 1973, Nixon aceptó parcialmente la responsabilidad del gobierno y destituyó a varios funcionarios implicados. Pero ahí no término el asunto.
La existencia de cintas magnetofónicas incriminatorias y la negativa a ponerlas a disposición de la justicia llevaron a un duro enfrentamiento entre los poderes ejecutivo y judicial. La opinión pública forzó finalmente a la entrega de esas cintas. Se develó que una fue alterada y que dos habían desaparecido. Eso hizo que la situación se complicara aún más.
Crecientes evidencias sobre la culpabilidad de Nixon y de altos funcionarios llevaron a que se iniciaran los procedimientos del  juicio al presidente (el impeachment). En agosto de 1974 el reguero era de tal magnitud que a Nixon no le quedó de otra que entregar las transcripciones de tres cintas, en las que quedaba claro su implicación en el encubrimiento del escándalo. La evidencia del gigantesco fiasco hizo que Nixon perdiera sus apoyos en el Congreso y que el electorado, incluso ese que lo había apoyado mayoritariamente con el voto, lo viera como un delincuente. El 8 de agosto Nixon renunció. Gerald Ford, vicepresidente, se juramentó como presidente.
En el mejor de los casos, cuatro de las cinco máximas autoridades del CNE están encubriendo delitos.  Han convertido al organismo electoral en un lupanar de la más baja ralea. Todo el proceso comicial está teñido de sospechas. Cuando algo huele mal, hay que descubrir donde esta lo podrido.  Las dudas han permeado incluso hasta en el universo de electores que dieron su voto a Nicolas. De allí que la impugnación parcial o total es inevitable.
Como bien apunta Capriles, "esta lucha es pacífica, difícil y demanda una alta dosis de persistencia, organización y disciplina. Es indispensable seguir el camino que marca la constitución y agotar todos los recursos legales necesarios". 
El proceso será largo y plagado de conchas de mango. Seguramente habremos de enfrentar todo tipo de obstáculos. Pretenderán eclipsar todas nuestras acciones. Se burlarán una y otra vez. Pero será nuestra perseverancia lo que nos permitirá adecentar nuestra democracia.
smorillobelloso@gmail.com

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