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jueves, 9 de abril de 2015

FREDDY NÚÑEZ, UNA FIRMA HUMILLANTE

No hay que ser brujo para percibir el acelerado clima de descomposición social que vive Venezuela. 

No exagero al afirmar que es palpable un peligroso nivel de crispación ciudadana, producto del caos generalizado creado por el régimen. 

¿Puede producirse un estallido social en el país de consecuencias impredecibles? Creo que sí. 

Hay razones claras y profundas para pensar que la agudización de la escasez y el costo de la vida no se detendrán. Basta con hacer las colas en mercados populares y cadenas de supermercados para percibir el estado de desesperación de la gente, fundamentalmente de los sectores populares. 

Pero mientras esto ocurre, mientras la delincuencia tiene secuestrados a los ciudadanos en sus casas, mientras no se consiguen medicamentos, los servicios públicos colapsan, y la crisis general se expande, el régimen monta un show tele continuado para repeler la agresión del imperio. Solo a un idiota puede caberle en la cabeza que los Estados Unidos quieren invadir a Venezuela, de manera que ellos lo saben y montan un circo (cada vez con menos pan) para intentar distraer la atención de los ciudadanos de sus verdaderas tragedias cotidianas. 

Será inútil. Dicho sea de paso, son los Estados Unidos quienes no quieren verse invadidos por personajes  señalados como violadores de los derechos humanos y por “inversionistas” que compran mansiones en ese país con dinero que, según ha comenzado a salir en la prensa mundial,  proviene de la corrupción y el narcotráfico. 

El show revolucionario resulta patético y de una cursilería que arroja material suficiente para una antología de la estupidez. Va desde fotos de camisas rojas armados de machetes, amenazando a los gringos, pasando por el anuncio de un “escudo bolivariano” que blinda al país ante la amenaza imperialista, hasta barrigones de todo pelambre ofreciendo su vida “ si fuera necesario”. 

La meta es recoger 10 millones de firmas de “patriotas” para “exigirle” a Obama, derogue el famoso decreto (OJO: Contra siete señalados, no contra Venezuela). Pretendieron crear la asociación de: Si no firmas no eres patriota. Pero la verdad es que después de 16 años de disparates cuyo resultado concreto ha sido la destrucción del país, pareciera que ese pueblo que ellos consideran estúpido, ha decidido no formar parte de la comparsa. Sobre todo porque están a la espera de demostraciones muy claras que evidencien ese patriotismo, por ejemplo la organización de actos públicos en todas las plazas Bolívar de Venezuela para que todos los chavistas quemen la visa norteamericana, y se tome la decisión soberana de responder a la “agresión” gringa, suspendiendo de inmediato la venta de petróleo a los Estados Unidos. 

Pero, ¡de eso nada!. Prefieren apelar a su marca de fábrica, la inescrupulosidad. Violando la constitución y leyes de la república pretenden obligar a los ciudadanos a firmar. Es así como vemos a diario denuncias según las cuales se ha pretendido que los niños en las escuelas escriban cartas a Obama, pidiéndole derogar el decreto y respetar a Venezuela. Sintralcasa afirma que en las empresas básicas de Guayana se está obligando a los trabajadores a firmar so pena de perder sus empleos, y temen la elaboración de la triste lista Tascón al revés, es decir la que se elaboraría con aquellos que no firmaron. Hay denuncias similares en la antigua ptj, en las universidades bolivarianas y hasta estaría ocurriendo en operativos de las redes gubernamentales de distribución de alimentos, donde se entrega la compra, previa firma. Hay operativos de llamadas por teléfono a las casas pidiendo el respaldo. 

De manera que lo que nunca logro Chávez, a pesar de haberse empeñado personalmente en ello, es decir, obtener el apoyo de 10 millones de venezolanos, lo logre Maduro. Las supuestas firmas saldrán de las trapisonadas y mentiras que le son propias, a la final, nadie las auditará. El drama es terrible. Ahora, con los nuevos precios del petróleo ingresara al país LA MITAD de los dólares que se recibían, la situación obviamente  será mucho peor. 

Entre tanto el régimen, en vez    de ocuparse de buscar soluciones, se empeña en humillar a la gente obligándolos a firmar. Este chantaje solo abona, un poco más, el camino por donde tendrán que salir del poder. “El que tenga ojos que vea”.

Freddy Núñez.
freddynm6311@gmail.com
@freddynm6311

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domingo, 10 de agosto de 2014

FERNANDO FACCHIN B., EL HUMILLANTE COLABORACIONISMO

Albert Camus dijo: “No tengo ni idea de si el azar determina nuestras opiniones políticas. Pero lo que sí sé es que no escogemos por azar aquello que nos deshonra”.     
El colaboracionismo, en política, es colaborar con el enemigo  y se asimila a la traición, a la incoherencia y a la carencia y humillación de la ética política. Eso es disfrazar el concepto de diálogo, por cuanto colaborar con el enemigo a cambio de protección, impunidad, notoriedad, coacción, miedo o dinero, es traición a la democracia y a la dignidad de los carabobeños.

El humillante colaboracionismo político se traduce en disimulada y bochornosa capitulación contra el sentimiento liberacionista de la sociedad, donde, parodiando a Betancourt, digo: No podemos aceptar ser peones en el tablero de ajedrez del oficialismo. ¿Cómo puede haber diálogo sincero y decente en lo económico entre dos personas donde, una es cómplice de la destrucción del país y del aparato productivo y el otro nunca ha sido inversionista, comerciante o siquiera dirigente gremial de la economía? Creo que eso no pasa de un encuentro de dos en una barra entre abrazos y copas.

Es lamentable pero hay que reconocer que la estructura política tradicional está resquebrajada, no es funcional, no responde a los nuevos retos económicos, políticos y sociales  que vive el país; presenta un trágico escenario de ruptura militante, la conformación de unas tribus colaboracionistas y su alejamiento de la doctrina democrática.

Si la sociedad y la democracia están enfermas, si no funcionan y por ello no termina de consolidarse la unidad, es causa de la difusión de los partidos políticos, por cuanto sus dirigencias se encuentran en el último lugar de credibilidad y confianza, con un contundente rechazo social, con sus muy contadas excepciones.

Los partidos políticos, por definición, debieran ser los intérpretes y promotores de la participación ciudadana, contribuir a la integración de la representación social para lograr la necesaria unidad contra el régimen genocida; la función de los partidos no es otra que la de articular las demandas sociales y sus soluciones; sin embargo, de la teoría a los hechos hay profundos vacíos que evidencian la crisis que atraviesan los partidos políticos, allí prevalecen los intereses de las tribus burocráticas parasitarias, instaladas cómodamente en el plano del humillante colaboracionismo acrítico, mediante un falso diálogo disimulador de la genuflexión política en vista de la cercanía de elecciones parlamentarias.

En definitiva, la línea de capitulación política es contraria a los principios democráticos del venezolano, se abandona la sociedad y se capitula ante el Gobierno sin recordar que la filosofía oficialista inspirada en el castrismo no se compagina con la estructura democrática del Estado venezolano, como bien lo dijera Betancourt.  

La capitulación colaboracionista comentada es el resultado de la corrosiva función de la humillación política a la cual estamos sometidos todos los venezolanos, una deliberada imposición de pérdida total de la ética, la libertad, el control y desarrollo de nuestros principios e intereses vitales.

El régimen, mediante humillaciones y agresiones múltiples, inclusive tortura y asesinatos, nos ha hecho perder el control de nuestras vidas, estamos sumergidos en un proceso de carencias y amoralidad, con una ciudadanía indefensa, acciones políticas que están corroyendo a la sociedad, esa humillación distorsiona la realidad, el orden de prioridades y las condiciones de vida y, aun así, ¿estamos en condiciones para capitular, para ser colaboracionistas de nuestra propia destrucción? ¡Vaya ironía y cinismo político!

Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin

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