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martes, 22 de abril de 2014

PEDRO R. GARCÍA, ¿HAY ALGUNA TENDENCIA POLÍTICA INSPIRADA POR EL HUMANISMO EN EL PAÍS?

El termino “humanidad” fue empleado por vez primera, en alemán (Humanismus), por el maestro y educador bávaro F.J. Niethammer en su obra Der Streeit Des Phillanthropismus Und Des Humanismus in Der Theorie Des Ertiehungsunterrichts Unser Zeit (1808).
Aportes para un debate…
Frente a la práctica a machamartillo de algunos sectores de la política venezolana de auto-bautizarse de humanistas; intentare un abordaje de el tema no con la intención de exploración de todos sus posibles significados, y sin duda, tampoco con pretensión de un ontológico análisis de su relación metafísica con un ser preexistente, como lo hace (Heidegger en La Carta sobre el humanismo). Lo que nos interesa aquí es el humanismo como práctica útil que aspira articular estos principios con el mundo al que pertenecen los ciudadanos.
Este intento comporta necesariamente grandes dosis de historia contemporánea, algunas descripciones sociopolíticas y sobre todo, una marcada consciencia de la importancia radical para la sociedad en el momento actual, cuando han transcurrido mas de dos décadas  de finalizada la guerra fría, cuando la economía global ha experimentando, transformaciones y complejas crisis de orden transcendental, pareciera estar emergiendo un nuevo paisaje cultural, sin precedentes en nuestra experiencia contemporánea. La guerra contra el terrorismo y la acción militar en Oriente próximo, forma parte de una nueva doctrina militar basada en los ataques preventivos y ofensivos controlados (caso Libia) esto y otras circunstancias, el humanismo debe afrontar, con el agregado de que ya un discurso que se pretende modélico que tiene como eje central en su raíz el adjetivo “humano” (y que asoman “humanitario” o “humanístico”. Recordemos, el bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN en 1999. Se califica de “intervención humanitaria”, pero que muchos de sus fatales resultados sorprendieron al mundo entero por su profunda ausencia de humanidad. Se comenta que un intelectual alemán califico este episodio de la OTAN como “humanismo militar”. ¿Y por qué era el mismo tiempo “humanístico” y “humanitario” intervenir allí y citemos el caso de Ruanda o Turquía, donde se llevaron a cabo cruentas limpiezas étnicas a gran escala y asesinatos masivos? Frente la mirada cómplice de las democracias occidentales. Según Dennis Haliday, y de los pensadores del llamado “humanismo”, que fue el funcionario de Naciones Unidas responsable de administrar en Irak el programa “petróleo por alimento”, y que tomo la decisión de demitir su cargo, el apreciar (el hecho de que Sadam Husein había salido a flote durante el periodo de sanciones, algo que no observaba en el grueso de el pueblo Iraquí).
A partir del fatídico 11 de septiembre, el terror y el terrorismo han sido machacados en la consciencia pública con una asombrosa insistencia.
En Estados Unidos el énfasis ha sido puesto sobre la diferencia entre nosotros los buenos y ellos los malos. Según Bush hijo con su singular doctrina, o estas con nosotros o contra nosotros. Los buenos representamos una cultura humanitaria; ellos la violencia y el odio. Nosotros somos civilizados; ellos son bárbaros. Confusamente en todo esto hay dos posturas afectadas: la primera que su civilización (El Islam) se opone radicalmente a la nuestra (Occidente), una tesis inconsistente, deplorable y reduccionista de Samuel Huntington sobre el choque de civilizaciones.
El especialista en el siglo XVIII, James Clifflor, convirtió uno de los capítulos de su influyente obra de 1988, Dilemas de la Cultura: antropología, literatura de arte en la perspectiva posmoderna. Lo mas interesante en esta obra es el modo en que Clifflor caracteriza el humanismo, y subraya en concreto a los desarrollos teóricos de Michel Foucault a quien acusa no sin razón, de haberse servido de las maneras esencializadoras y totalizadoras del humanismo. Durante las décadas de 1960 y 1970 la llegada de la teoría francesa a los departamentos de humanidades de las universidades norteamericanas y británicas, dio lugar a una derrota contundente, casi atroz, de lo que se consideraba el humanismo tradicional a manos de el estructuralismo y el posmodernismo, que profetizaban la muerte del autor y afirmaban la preeminencia de los sistemas antihumanitas como los que se localizaban en la obra de Levi-Strauss, Foucault o Rolan Barthes.
La soberanía del sujeto por emplear la expresión técnica con que el pensamiento esencializador en sí mismo se vio desafiado por los Foucault y Levi-Strauss que desarrollaron a partir de la obra de autores con Marx, Freud, Nietzsche y el lingüista Ferdinand de Saussure.
Este grupo logro mostrar, que la existencia de sistemas de pensamiento y percepción trascendía las capacidades de los sujetos individuales, que habitaban en el marco de aquellos sistemas (como el “inconsciente” de Freud el “capital de Marx), y que por tanto no podían ejercer ningún poder sobre los sujetos, que tan solo debían escoger entre utilizarlos o ser utilizados por ellos.
Para lo que intento aquí, el núcleo central del humanismo consiste en la idea secular de que el mundo histórico es obra de los hombres y las mujeres y no de Dios, y que se puede comprender de forma racional según la apertura que Vico formuló en principios de Ciencia Nueva: que únicamente podemos conocer de verdad de lo que hacemos; o, dicho de otro modo en que se llevaron a cabo.
La teoría de Vico contiene una condición que me gustaría destacar de forma particular. Al comienzo de principios de Ciencia nueva, presenta una lista exhaustiva de axiomas o “dignidades” a partir de los cuales anuncia que dará forma a su método a medida que vaya avanzando el libro.
No cabe duda de que Vico cree que el conocimiento humanístico proviene y nace del pensamiento primitivo, como él lo califica, poético y que con el tiempo evoluciona hasta convertirse en conocimiento filosófico.
Debemos recordar que el antihumanismo arraigo en la escena intelectual estadounidense debido, entre otras cosas al rechazo generalizado hacia la guerra de Vietnam, que supuso la aparición de movimientos de dura oposición al racismo, al imperialismo y a las áridas humanidades académicas que durante años representaron una aptitud apolítica, ajena al mundo (en ocasiones incluso manipuladora), al tiempo que enlazaba con radicalidad las virtudes del pasado, la inalterabilidad del canon y la superioridad del “como siempre hemos hecho”. Así que han sido los abusos del humanismo lo que ha desacreditado algunos de sus oficiantes, sin que ello desautorizara al humanismo en sí.
En todo caso, es cierto que las humanidades fuente del “humanismo” en su conjunto han perdido espacio en los centros de estudios superiores. Como ha señalado Massao Moyoshi en una serie de ensayos profusamente argumentados, ejemplo la Universidad estadounidense de finales del siglo XX ha quedado sumida en practicas empresariales, ha sido de algún modo anexionada por interese militares, médicos, biotecnológicos, que se muestran mas interesados financiar proyectos en el ámbito de la ciencias naturales que el de las humanidades.
Uno de los problemas frecuentes es la relación practica de el humanismo a menudo asociado, a élites muy selectas, ya sean religiosas, aristocráticas o educativas, que general una aptitud de oposición, en ocasiones declaradas o no, a la idea de que el humanismo podría ser un proceso democrático que diera lugar a una mentalidad más critica y cada vez más libre.
El humanismo debe guardar relación con la historia secular, con los productores del quehacer humano o a la capacidad para articular nuevas expresiones. Si tomamos prestada una expresión de R.S. Grane, podemos afirmar que las humanidades (humanismo), “consiste, (consisten) en todas aquellas cosas que por tanto, no se someten dócilmente a los intentos en términos de leyes generales de procesos naturales, ya sean físicos o biológicos, ni en (exclusivamente) de condiciones o fuerzas sociales colectivas. Estas son cuestiones complejas en las que es difícil profundizar aquí salvo que a los ojos de legos y no legos todo este sentimiento antimoderno, que mediante un desafortunado ceño fruncido, un adusto gesto de desaprobación y rechaza los hallazgos del humanismo.
En el su conjunto, para los ciudadanos de este país en particular, significa hacerles comprender que se trata de algo democrático, abierto a todas las clases y aspiraciones sociales, entendido como, un proceso de revelación, descubrimiento, autocrítica y liberación.
No hay contradicción en la acción del humanismo y la práctica de la democracia participativa. El humanismo no tiene nada que ver con el alejamiento de la realidad, ni con la exclusión tal como entendemos hoy en día, su relevancia. El humanismo no es modo de afirmar lo que nosotros siempre hemos sabido y sentido, sino más bien un medio para cuestionar, impugnar y reformular gran parte de lo que se nos presenta como certezas ya mercantilizadas, inamovibles y acráticamente codificadas. Nuestro universo intelectual y cultural apenas apunta hoy a convertirse en una reiterada y evidente recopilación de discursos especializados: sin embargo el lenguaje es el punto de partida de los humanistas, para Emerson, “el instrumento más poderoso e ineludible de la cultura heredada es el propio lenguaje”; proporciona al humanismo el lugar en el que podemos registrar con la máxima expresión nuestro disenso con nuestro destino.
En el ámbito de las humanidades como el de las ciencias sociales el punto de inflexión de estos modelos, ha sido ser el eurocentrismo que los hace restrictivos, y esa distorsión que opera sobre nuestra realidad histórica y social ha resultado un desastre. En el trascurso de estos últimos años, Immanuel Wallerstein ha venido efectuando una dura y reiterada critica intelectual del eurocentrismo, “Las ciencias sociales (y, diríamos nosotros, las actuales humanidades) surgieron como respuesta a problemas europeos (básicamente en cinco países: Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia y Estados Unidos), en un momento en que Europa dominaba todo el sistema mundial. Era prácticamente inevitable que la elección de su objeto, su teorización, su metodología reflejaran todas las fuerzas del crisol en el que se forjaron. En el periodo posterior a 1945, la consciencia política de la totalidad del mundo no europeo ha afectado al mundo del conocimiento tanto como a la política del sistema-mundo. Uno de los cambios fundamentales que produjeron, y que permanece hasta hoy desde hace al menos treinta años, es que el “eurocentrismo” de las ciencias sociales (y de las humanidades) ha sido atacado, duramente atacado. Este ataque ha estado, por descontando, fundamentalmente justificado, y no hay ninguna duda de que (…) (estamos) obligados a superar la herencia euro céntrica, que ha tergiversado (sus) análisis y (su) capacidad de abordar los problemas del mundo contemporáneo, “El eurocentrismo y sus avatares” en New Left Review, (diciembre 1997), pp. 93-94.
Podríamos concluir, más allá de los academicismos de la lectura, el intento de interpretación del humanismo de desentrañar lo habitual, lo inusual, lo rutinario de lo complejo, tanto en las obras estéticas como en las reflexiones ópticas de los filósofos, los intelectuales y los personajes públicos. El humanismo resistencia a todo tipo de estereotipos y planteos poco reflexivos.
Para concluir los haré citando a Jacques Maritain en (principios de una política humanista): “Existe una autentica comunidad temporal de la humanidad una profunda intersolidaridad, de generación, que une los pueblos de la tierra una herencia y destino comunes que no concierne a la edificación de una sociedad civil particular, sino a la de la civilización; no al principio, sino a la cultura, no a la Civitas perfecta en el sentido aristotélico, sino a esa especie de Civitas en sentido agustiniano que es imperfecta e incompleta, construida por una red fluida de comunicaciones humanas, más existencial que formalmente organizada, pero perfectamente real, viva y fundamental.  Ignorar esa Civitas humana generis, esta ciudad no política, es separar la base de la realidad política, atentar contra las raíces mismas de la filosofía política y desconocer el movimiento progresivo que tiende naturalmente hacia una estructura internacional de los pueblos más orgánica y más unificada”.
      “Solos los espíritus agrietados, poseen oberturas al mas allá”
Pedro Rafael Garcia Molina
pgpgarcia@5gmail.com
@pgpgarcia5

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sábado, 24 de marzo de 2012

TRINO MÁRQUEZ: LA FUERZA DE UN MENSAJE.

La visita de los tres expresidentes desató el rechazo de los sectores oficialistas, pero su mensaje atrajo la atención de propios y extraños de cara al país que se viene
En un país tan erizado como la Venezuela bolivariana -donde la delincuencia y la policía se disputan cuál comete crímenes más horrendos como el perpetrado por el CICPC contra la joven Karen Berendique; donde se carece de electricidad y agua potable por la insondables desidia del gobierno chavista, y a pesar de que los ríos se desbordan; donde el jefe del Estado denuncia que hay un plan para asesinar al candidato único de la oposición, pero no hace nada para detener y castigar al pistolero que puso en peligro la vida de Henrique Capriles en Cotiza- el mensaje transmitido por Fernando Henrique Cardoso, Felipe González y Ricardo Lagos, asumió la sustancia de un bálsamo vigorizador.
Los días anteriores a que esos tres distinguidos personajes les dirigieran sus palabras a Venezuela, VTV desplegó su arsenal bélico contra el trío, y contra  Juan Carlos Escotet y Banesco. Toda la monserga cultivada por el régimen para desprestigiar la economía de mercado y la propiedad privada de los medios de producción, se repitió maquinalmente. Allí vienen los agentes del capitalismo decadente a defender un sistema cruel e inhumano, repetían los monaguillos del canal de Los Ruices. Los medios del odio, habría dicho Carlos Raúl Hernández, se activaron  para intentar quitarle brillo a un evento que por algún tiempo opacaría la desmesura de un régimen mediocre.
La estrategia oficialista fracasó, como suele ocurrir en los últimos tiempos. La presencia de los tres dirigentes hispanoamericanos atrajo la atención del país. Un sector importante de los políticos, intelectuales, empresarios y académicos, esperó y oyó sus intervenciones con atención. Y, claro, tratándose de figuras colocadas muy por encima de la medianía, sus palabras trascendieron el lugar común. La tríada asumió su condición de liderazgo destacando el compromiso con dos valores esenciales: la democracia y la solidaridad. Sin estridencias, se pasearon por la complejidad del ejercicio democrático en ambientes signados secularmente por profundas desigualdades sociales.
Ninguno de ellos cometió la indelicadeza de  mencionar a Hugo Chávez. Las normas de cortesía imponían referirse al comandantel solo en términos amables. Este gesto habría denotado una burda hipocresía. Optaron por lo más elegante: enjuiciar los componentes básicos del socialismo del siglo XXI -el militarismo, el centralismo, la falta de independencia  de los Poderes Públicos, el sectarismo y la arrogancia, la exclusión de la iniciativa privada y el intervencionismo enfermizo del Estado en la economía-,  pero sin mencionar al culpable, para que la herida fuera más dolorosa.
Las críticas a Wall Street, a los desafueros del capital financiero internacional y a la supuesta supremacía sin restricciones del mercado sobre la sociedad, se formularon desde una posición en la que se reafirmó el compromiso con los más pobres. Solo que esta lealtad con los más necesitados nada tiene que ver con fomentar el revanchismo y el resentimiento social. La frase de Felipe -hay que repartir los frutos que da el árbol, pero no el árbol- fue lapidaria. La obligación de quienes creen en la equidad social y en la igualdad de oportunidades consiste en crear las condiciones económicas y políticas que permitan ser competitivos en un mundo cada vez más interconectado y exigente, aumentar la producción e incrementar la productividad. Se distribuye la riqueza, el excedente, no la escasez.
La distribución equilibrada del ingreso nacional se ve favorecida en ambientes democráticos. En sistemas donde las autoridades son electas a través del voto popular, compiten fuerzas y partidos políticos por captar el favor de los ciudadanos. Dentro de este esquema existen incentivos para que los gobernantes se desempeñen con eficiencia. El voto pone, y también quita, a quienes asumen funciones públicas. En este péndulo reside la ventaja comparativa de la democracia sobre toda forma de dictadura. En los regímenes que se eternizan, y cuya legitimidad radica en la posesión de los fusiles y el control de todas las instituciones públicas, resulta altamente probable que impere la ineficacia, la desidia y la corrupción. La opacidad en el manejo de las cuentas públicas se aloja en el corazón de las autocracias.
En cambio, en la posibilidad de castigar a quienes lo han hecho mal, elegir nuevos gobernantes -en fin, en la alternabilidad- se encuentra la esencia de la democracia y la máxima  posibilidad de que el Gobierno se ejerza para promover el crecimiento y el bienestar.
Cardoso, González y Lagos representan  a esa izquierda que  rompió con los dogmas del marxismo petrificado y sus versiones más perniciosas: el cheguevarismo, el maoísmo y el fidelismo.
Desde posturas humanistas, y a la vez pragmáticas,  subrayaron que las transformaciones planetarias, que inevitablemente afectan a cada país, solo pueden aprovecharse en cada realidad específica, si el liderazgo entiende que cada país debe impulsar un proyecto compartido e incluyente que sume a todos los sectores nacionales.
Los expresidentes le dirigieron unas palabras a la Venezuela democrática que renacerá a partir del próximo 7-O.
@tmarquezc

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