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domingo, 2 de marzo de 2014

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, INESTABILIDAD ECONÓMICA, PRESIÓN SOCIAL Y CRISIS POLÍTICA.

Un contexto previo:
En la Venezuela 2014 ha recrudecido la polarización político-ideológica entre el llamado socialismo del siglo XXI y el Estado constitucional federal, descentralizado y democrático; en un escenario donde los resultados del modelo económico imperante han impulsado juicios valorativos sobre su viabilidad.                                                     
La finalidad trascendente de una Política Económica es la estabilidad del sistema económico, habida cuenta de los positivos efectos que genera sobre la sociedad como un todo; a la par  que cualquier situación en contrario puede conducir a eventos de crisis. 
La política económica  debe contribuir con la materialización de un escenario de equilibrio entre la sociedad y el ciudadano que propicie tanto la seguridad económica de los hogares, como el logro de las empresas (públicas y privadas) que integran el aparato productivo en función de satisfacer los deseos de la sociedad en lo atinente a los bienes y servicios que han de circular, procurando el sostenimiento y mejoramiento en el nivel de vida, para de tal forma  evitar situaciones de crisis política, entendida, siguiendo a Galdstone (1991), como un proceso que conduce o puede conducir a la quiebra en el funcionamiento como conjunto de las instituciones políticas de una sociedad. 
La  crisis surge ante la presión de la sociedad civil, alimentada por una ausencia manifiesta del bienestar general, que puede llegar a poner en duda la legitimidad de la política económica como acción reguladora para estimular el crecimiento económico; o lo que es lo mismo, aflora una percepción de inefectividad del modelo político- económico. 
En síntesis, emerge la presión social asumida como un fenómeno en el que la sociedad exige del Gobierno Nacional acciones en pro de crear posibilidades reales y eficientes a la luz de una movilidad social ascendente para la realización misma del ciudadano (sin distinción de estratos); frenando a toda costa el estancamiento y retroceso del nivel de vida de la población, que al hacerse presente propicia un desequilibrio emocional cargado de indignación, desesperanza, malestar, rabia y más.
A tenor del argumento anterior, asumimos como hipótesis, que el mayor grado de frustración está focalizado en las clases medias (baja, media-media, media-alta), mal llamados escuálidos, oligarcas, etc; cuya posición alcanzada es resultado, en su mayoría, de su actitud y esfuerzo, hecho que les consagra la disposición  a “luchar” permanentemente por la seguridad económica de su hogar y contra el indeseable alto costo de vida (esfuerzo para mantenerse en un nivel social) rechazando la mínima posibilidad de revertir su vida hacia el pasado, e igualmente  un estrangulamiento del futuro de hijos y familiares, como consecuencia de la aplicación de enfoques ideológicos decadentes. Hoy día en Venezuela, las clases medias urbanas pujantes están preparadas, bajo la forma de capital humano, para crearse una mejor vida y para contribuir en construir un país de bienestar, lo cual explicaría en parte, la localización de la presión social en urbanizaciones mayoritariamente habitadas por la clase media.
Sea pertinente señalar, que los aspectos sociales y los económicos  en la mayoría de los casos son mutuamente excluyentes cuando se trata de la práctica de la política económica; revelando que, por ejemplo, cuando se orienta el gasto público mayoritariamente hacia la inversión social (más del 62% en el Presupuesto Nacional venezolano 2014) en aras de intentar una mejora en la redistribución de la renta petrolera a través del consumo sacrificando la inversión pública productiva , se desestimula el crecimiento económico, y por ende se le generan dificultades adicionales al Gobierno Nacional  en relación a las posibilidades de atender otros sectores de la sociedad.
A estas alturas del contexto analizado, se hace necesario puntualizar el concepto de Estabilidad Económica y para lo cual nos apoyamos en la publicación del Banco Central de Venezuela  titulada ABC Económico: estado de la economía caracterizada por baja inflación, crecimiento sostenido y una satisfactoria utilización de los recursos productivos. 
De igual modo puede entenderse, como una situación en la cual no se registran variaciones importantes en los niveles de producción, renta, empleo y precios; o también como una ausencia de grandes fluctuaciones en el nivel general de precios y en el valor del dinero. 

Esta puntualización  nos facilita inferir si la Venezuela de febrero 2014 muestra estabilidad o inestabilidad económica; la obviedad no admite dudas: ¡¡una sensible inestabilidad económica!!; tal como se refleja en el comportamiento que muestran las principales variables: disminución del PIB; caída de las reservas internacionales; estancamiento de la producción petrolera; sobrevaluación del bolívar; aumento en la dependencia de las importaciones; crecimiento económico esperado 2014 entre 1% y 2%; escasez de divisas; déficit fiscal estimado 2014 superior al 13% del PIB; inflación anualizada prevista 2014 por encima del 60%; crecimiento de la deuda interna; dificultades para asumir deuda externa ante el aumento en el costo de financiamiento como reacción a una elevación del riesgo país; caída de los Títulos de la Republica a la luz de la inestabilidad política imperante; escasez del 28% según el BCV; desabastecimiento en bienes esenciales (pocas marcas y desconocimiento de las existentes);  racionamiento de tipo electrónico para compras de alimentos por semana y cantidad específica; pérdida del poder adquisitivo, desabastecimiento de alimentos y otras.
A manera de reflexión final,  formulamos la pregunta clásica de Wright Mills adaptándola a nuestro país: ¿quién gobierna en Venezuela? Porque la acción de gobernar más importante en cualquier Estado es aquella que tiene que ver con la práctica de la política económica. Siendo así, nada cuesta entender que gobernar es más complejo que dinamitar los puentes que pueden conducir hacia  acuerdos consensuales mediante la AUTOCRÍTICA.
Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jagp611

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jueves, 28 de febrero de 2013

PEDRO PAÚL BELLO, GRAVE CRISIS POLÍTICA.

El régimen totalitario de gobierno que, progresivamente, ha venido siendo instalado en Venezuela desde enero de 1999 bajo el gobierno de Hugo Chávez Frías pretende, aún en ausencia física de éste, completar el llamado "proceso" hasta un grado de "perfección" semejante al que padece la hermana nación cubana y, del cual, existen otros modelos en el mundo como el de Corea del Norte, Zimbawe, etc.
El instrumento político fundamental del régimen venezolano descansa, fundamentalmente, en una acumulación total de poder en manos del Ejecutivo Nacional que controla, de manera absoluta y en la persona del Presidente de la República, todos los poderes del Estado que estando previsto constitucionalmente, han de gozar de absoluta y plena autonomía, como ocurre en toda democracia verdadera. Sin embargo, el instrumento clave para alcanzar ese logro ha sido el Consejo Nacional Electoral (CNE). La única elección pura y, por tanto legítima, fue la del llamado presidencial en 1999 para convocar, contra lo establecido por la entonces Constitución vigente que era la de 1961, a referendo popular para elegir una Asamblea Nacional Constituyente. Para ese referendo, realizado el 25 de abril de 1999 no se estableció quorum alguno --como se hace en todos los países democráticos del mundo--  y la concurrencia de electores fue del orden del treinta por ciento. Ese disminuido electorado aprobó la ya referida convocatoria referendaria.
La siguiente convocatoria a elecciones fue, en el mismo año de 1999, para elegir a los diputados que formarían la referida Asamblea Nacional Constituyente, pero en el proceso electoral se introdujo un mecanismo  --llamado popularmente "kino", por su semejanza a la lotería de ese nombre-- lo que favoreció visiblemente a los candidatos postulados por el gobierno quienes, así, formaron una desproporcionada mayoría en detrimento del sector opositor. En diciembre del mismo año de 1999, el día quince de ese mes, los venezolanos votaron para aprobar o negar la nueva Constitución aprobada por la mayoría de la Asamblea Constituyente. Precisamente, días antes de tal evento, se había desatado en todo el norte del país un fuerte fenómeno metereológico que afectó casi toda la región norte del país, que es la más poblada. Los resultados de esta elección favorecieron con amplitud la aprobación de la nueva Constitución y el cambio, en ella previsto, de República de Venezuela a República Bolivariana de Venezuela. Como cosa curiosa  --para decirlo de manera irónica--  el Estado en el que se registró el mayor porcentaje relativo de concurrencia de los venezolanos en esa oportunidad, fue el Estado Vargas, el cual, precisamente, fue el más afectado del país. La abstención, según cifras del CNE fue del 55,62%.
Posteriormente, para el 30 de junio del año 2000, dado que la nueva Constitución impuso la renovación de todos los poderes públicos, el país fue de nuevo a elecciones presidenciales siendo los principales candidatos el Presidente Chávez y su antiguo colaborador en el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, Francisco Arias Cárdenas. Chávez obtuvo el 59,76% de los votos, mientras Arias alcanzó el 37,52%. Sin embargo, diversos exit polls de  encuestadoras, así como cifras llegadas a diferentes instituciones y empresas daban resultados que favorecían al segundo, a quien había apoyado la oposición de entonces. En el mundillo de la política se afirmaba que se trataba de un acuerdo entre ambos candidatos convenido.
Lo que sigue es conocido y recordado por todos.  En el presente, los venezolanos todos nos encontramos ante la difícil situación que ha generado la enfermedad del Presidente Electo de la República Hugo Chávez Frías.  Entre todos los venezolanos, nadie sabe la realidad sobre la vida del Presidente Electo, excepción hecha de la pequeña “cúpula” de la alta dirigencia del “chavismo” que es la única que conoce, realmente, cual es la verdad al respecto.
El 8 del pasado mes de diciembre, el entonces Presidente de la República se dirigió al país todo, por radio y televisión, para, en un acto de sorprendente sinceridad expuso ante todos los venezolanos su preocupación por el riesgo que públicamente confesó en torno a su grave enfermedad. Las palabras y la misma expresión de su rostro revelaron, públicamente y con grandes dudas personales, el destino que podría esperarle. Por esa razón  --que seguramente consideraba el Presidente Chávez como lo más probable--  se adelantó al futuro y decidió que el candidato presidencial del su partido, el PSUV fuese el señor Maduro, hasta el 10 de enero Vice-Presidente de la República. El Presidente expresó, muy claramente, que en caso de su ausencia definitiva por causa de su salud, fuese Maduro candidato y el Presidente en ejercicio de la Asamblea Nacional se encargara de la Presidencia de la República hasta que se realizaran las elecciones previstas en el Artículo 233 de la vigente Constitución Nacional.
Sin embargo, ausente el Presidente Electo el día 10 de enero del presente año, argucias con incompatibles mecanismos contrarios a lo establecido en la Constitución determinaron que, tanto la mayoría parlamentaria como el Tribunal Supremo de Justicia pasaran por alto lo que determina el texto constitucional al respecto, de manera que el Presidente Electo podría juramentarse como Presidente de la República en cualquier momento cuando le fuera posible hacerlo y que se encargara de la conducción del gobierno el ya ex Vice-Presidente de la República Nicolás Maduro.
Así hemos llegado al día de hoy, 27 de febrero de 2013, sin que la República tenga un conductor legítimo y los venezolanos ignoremos, casi todos excepto la “cúpula” limitada del PSUV, cuál es la realidad de la vida del Presidente Electo el 7 de octubre de 2012; si se recuperará o no de sus males y, ni siquiera, si vive o no, o si está en Venezuela o no.
El ficticio e ilegal “presidente encargado”, aparte de atropellar a venezolanos de todos los sectores, hace afirmaciones sobre sus “visitas” al Presidente Electo cuyo verdadero paradero es un misterio de fe comunista, al tiempo que cae en graves contradicciones con informaciones que refieren por los medios de comunicación otros miembros de la referida “cúpula”.
Venezuela se ha convertido en un caos en el que reina la ingobernabilidad. Se ha realizado una devaluación de la moneda que es ilegal en razón de la ausencia de un Presidente Constitucional y, tal caos se está transformando en anarquía pues otros organismos del Estado también carecen de competencia real para actuar en sus funciones y hasta Ministros, en estas condiciones también ilegítimos, no acatan lo que el falso “presidente encargado” les ordena, como parece ser  --si fuese ello cierto, que no me consta--  lo que se ha transmitido, por la redes, que ocurrió con el Ministro de la Defensa.
¿Qué es lo que espera la susodicha “cúpula”? ¿Qué reviente en el país un conflicto grave entre tantas organizaciones, trabajadores y empleados asfixiados por la gran carestía de la vida generada por la ilegal devaluación?
El país está ante la grave perspectiva de que el caos, que avanza, desate peores consecuencias como sería una guerra civil. Por supuesto que no faltarán quienes irresponsablemente la propicien. De producirse  --quiera Dios que no--   lo que nos espera es una suerte de Pinochet venezolano.
ppaulbello@gmail.com

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