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martes, 19 de mayo de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, PV CONGELADO E INFLACIÓN: DÚO DIABÓLICO.

La economía venezolana, experimentó durante 20 años (1976-1996) un crecimiento a una tasa promedio anual de un 2,15% al igual que evidenció unos 30 años (1950-1980) con moderado aumento de precios; curso que cambia de rumbo a finales de los 70 al materializarse una tendencia secular hacia la disminución de la productividad a la par del surgimiento de la demoledora inflación (presión alcista de los precios) que se intensifica a inicios del 2000 como consecuencia de la instrumentación de una política fiscal expansiva focalizada en un estímulo al consumo que indujo un manifiesto desequilibrio con respecto a la oferta doméstica, generando, entre otros hechos, un aumento persistente de los costos de producción, distorsiones cambiarias, monetización del déficit fiscal (emisión de dinero inorgánico), economía de puertos, tasas de interés reales negativas (tasa pasiva inferior a la inflación), y lo que es más perverso: una cruel caída del poder adquisitivo del salario (disminución del salario real).

Tal conflictivo escenario, lo ha intentado combatir el Gobierno Nacional con una sobrevaluación del bolívar (tipo de cambio Bs/US$ que “iguala” la inflación entre ambos países) para propiciar un abaratamiento de las importaciones mayoritariamente efectuadas por el sector público (directa e indirectamente), con el consecuente deterioro de la capacidad de producción nacional (y del desarrollo industrial y agrícola) en razón a la dificultad de competir en precios—ante la profunda diferencia del comportamiento inflacionario—con los productos extranjeros; “misión importadora” que ha inducido una caída (mayo 2015) de las reservas internacionales al mínimo de los últimos 12 años a lo cual también ha contribuido el creciente gasto público clientelar (planes compensatorios “permanentes”) en función de crear una “sensación de prosperidad”, al tiempo de proponerse la destrucción del sistema de mercado como mecanismo de  distribución en favor de una pronunciada planificación central que abre espacio a la “economía comunal” dentro de un marco que subordina lo económico a lo político, que en la realidad está motorizando un malvado efecto sobre la calidad de vida de la población habida cuenta que nuestra moneda ha venido perdiendo su valor real (poder adquisitivo), lo cual, evidentemente, estimula la compra anticipada de bienes y por consiguiente alza de los precio, mercado paralelo de productos regulados, presión sobre los costos de producción y en  un círculo vicioso de inflación.
Existe una amplia conceptualización de tipos de inflación, de las cuales hemos procurado identificar aquellas que se corresponden en lo posible con el caso venezolano: inflación tipo espiral (progresiva, ascendente y acumulativa, de larga duración), inflación de costos (incremento en el precio de algunos factores de la producción), inflación de demanda (el deseo de adquirir productos supera la oferta), inflación mixta (de costos y de demanda), e inflación encubierta (ocultada por los gobiernos para que no se conozca la realidad). En visión complementaria, resulta propicio mencionar que en la casi totalidad de los países la inflación se mide por intermedio de la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) para un periodo determinado; mientras que en Venezuela se calcula desde el 31/12/2007 (en sustitución del IPC) a través del Índice Nacional de Precios (INPC), que mide la variación de los precios de una canasta de bienes en las 10 principales ciudades (70 localidades) en función al gasto total de las familias construyendo la denominada Estructura de Ponderación del IPC, para lo cual, señalan, se investigan mensualmente 362 rubros, recopilan 300.000 precios, visitando unos 22.000 establecimientos (¡sin comentarios!).
En un ambiente inflacionario como el que experimenta Venezuela, la determinación de un Precio de Venta Justo (PVJ) que en la actualidad se mantienen fijos para 42 productos regulados por mandato de la Ley de Precios Justos (costos de producción, más 12,5% de gastos, más 30% de margen de ganancia) supone su revisión  periódica a efectos de ajustarlos con base al incremento, que por inflación,  sufre la estructura de costos (valor de los elementos necesarios asociados directa e indirectamente con la producción) sin que ello implique una modificación del 30% como margen de ganancia; acción racional en materia económica que es diametralmente opuesta a mantener dichos precios congelados (PVCongelado) durante largos periodos (años en muchos casos) ya que obviamente se va originando un rezago con respecto al costo de producirlos, alterando la relación costo-beneficio y por ende desestimulando la producción (¿producir perdiendo?)              ( ¿ producir sin ganancia o cárcel?).
Se infiere entonces, que forzar legalmente (y coercitivamente) un PVCongelado (PVC) donde los costos de producción estén por encima del precio, impulsa una caída de la rentabilidad, en conjunto con una disminución de los beneficios normales, un freno a la reinversión, un mayor desabastecimiento, la aparición de un “mercado paralelo de productos regulados” (contrabando y bachaqueo) al existir precios artificialmente bajos para artículos que no se consiguen, una perversa especulación, y en general un círculo vicioso de escasez, contrario a una sana economía: crecimiento sostenido de la producción, inflación controlada, elevada productividad y abastecimiento satisfactorio.
La tendencia alcista de los precios, el Gobierno la ha intentado “combatir” (en táctica equivocada) con la imposición de un control de precios apoyado en el orden “cívico-militar” (¡!), lo cual está propiciando una drástica desaparición de la reinversión (no existen beneficios) como condición para aumentar la capacidad de producción, que en mucho puede conducir a una paralización del proceso productivo. A pesar de ese “claro y malvado horizonte”, se intenta focalizar mediáticamente (la culpa la tienen otros) la escasez como consecuencia de una “guerra económica empresarial conspirativa”, argumentando en complemento (con expresiones alejadas de la ciencia económica) sobre la necesidad de “iniciar un conjunto de acciones para darle un golpe y destruirle el espinazo a la estrategia de la guerra económica”; pero sin mencionar de forma alguna los verdaderos detonantes del desastre económico como son la inflación, la sobrevaluación, el control de cambio, la corrupción, la ausencia de divisas, y la recientemente “aprobada” dualidad monetaria BS Y US$ (mal llamada “dolarización”) contraviniendo el 318 Constitucional (“La unidad monetaria de la República Bolivariana de Venezuela es el bolívar”) que le anticipamos un fracaso, pero que aún así en el ínterin golpeará más la percepción sobre la aceptación del bolívar como medio de cambio (a corto plazo se podrá adquirir muy poco); aparte de convertirse en una odiosa diferencia de clases entre los pocos que tienen muchos dólares y una mayoría que sólo puede “comprar” en territorio nacional con una moneda marchita.
Jesús Alexis González      
 jagp611@gmail.com    
@jesusalexis2020

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martes, 5 de noviembre de 2013

NARCISO GUARAMATO PARRA, ¿VENEZUELA, UN PAÍS QUEBRADO MORALMENTE?

¿Venezuela está quebrada moralmente? La Socióloga Isabel Pereira Pizani, responde esta pregunta en su más reciente trabajo “La Quiebra Moral de un País” (2013), edición conjunta realizada bajo el patrocinio de: Artesano Editores; Fundación Artesano Group y Cedice Libertad. Con prólogo de Leopoldo Castillo y Epílogo a cargo de Emeterio Gómez.  

La respuesta dada por la autora es un rotundo “Si”, Venezuela esta moralmente quebrada. Lo cual es lógico si se parte de la definición de  que la quiebra moral de un país sucede cuando la intención política de convertir los recursos públicos en instrumentos de coacción material y espiritual de la población, es la vía para la permanencia en el poder del gobierno de turno.

Uno de los grandes aportes de este libro, es el de situar el inicio de esta quiebra coincidente con la llegada de Rómulo Betancourt a la presidencia del país (Estado Betancouriano) “La hipótesis de este trabajo se funda en la intención de develar la quiebra moral de Venezuela ocurrida por el agotamiento del Contrato Social mantenido entre el Estado y la sociedad venezolana, desde el preciso momento en que decide construir los fundamentos de la democracia con base en el pacto de Punto Fijo, celebrado entre los partidos políticos en 1958, acuerdo que de forma tácita consagraba la omnipotencia del Estado como institución propietaria y controladora de la existencia social, de la economía, de la política, las leyes y la conciencia de los venezolanos.
Es decir, el Chavismo es la culminación de un proceso iniciado en 1958, en que el Estado como propietario del petróleo, principal producto de exportación y generador de ingresos en Venezuela, se convierte en el centro de la economía, situación  que para muchos analistas es incompatible con la democracia, “… porque  en los regímenes absolutistas o en las democracias incipientes, las instituciones democráticas no existen o carecen de fuerza para enfrentarse al poder de gobiernos muy ricos y altamente concentradores. Si esos países en lugar de petróleo hubiese encontrado fabulosa minas de oro y el Estado hubiese podido apoderarse de ellas, la situación sería exactamente la misma; es decir, hubiese sido igualmente difícil y complejo fortalecer instituciones que contrarrestasen el poder de Estados que se apropiarían de esta nueva riqueza.”   
¿Ha llegado el momento de revisar el papel del petróleo en la economía de Venezuela? Todo  parece indicar que si, Economistas de gran importancia en la opinión venezolana, como son Emeterio Gómez y Maxim Ross, apoyan esta revisión. La autora sostiene en el libro que incluso se hace necesario constituir un nuevo “Contrato Social” entendiéndose este concepto como la combinación de acuerdos implícitos y explícitos  que determinan lo que cada  grupo contribuye al Estado y lo que percibe de él.
Incluso, Isabel Pereira asume una posición muy valiente, a nuestro entender, al plantear la necesidad de transformar el sistema de propiedad, lo cual significa superar a desconfianza en lo seres humanos, desechar la creencia irreductible de que el único valor humano que puede prevalecer es el egoísmo individual. Esto solo será posible como producto de un proceso gradual de avance hacia un nuevo contexto cultural y valorativo que implique el fortalecimiento progresivo e indetenible de instituciones que gocen de la confianza y el respeto de los ciudadanos.
CREAR PROPIEDAD es un derecho humano; es el producto del esfuerzo, pero sobre todo del ingenio humano […] DONDE NO HAY LIBERTAD, NO HAY PROPIEDAD”.
La Quiebra Moral de un País HACIA UN NUEVO CONTRATO SOCIAL” escrito por la Dra. Isabel Pereira Pizani, Coordinadora de Políticas Públicas de CEDICE, desde su aparición en las librerías, ha formado parte importante en el debate de las ideas. 
Es un estudio concienzudo de la necesidad imperiosa de abandonar un sistema económico fracasado e iniciar lo más pronto posible un modelo más humano enmarcado en la economía de mercado, en el cual se convierta al Estado Patrimonial en un Estado al Servicio de la gente.
@guaramatoparra

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domingo, 22 de septiembre de 2013

NARCISO GUARAMATO PARRA CITA A CARMELO PAIVA PALACIOS, PROTAGONISTAS EN LA ECONOMIA VENEZOLANA, LUIS PASTORI

Es tarea muy difícil intentar despedir a una persona que sabemos ha estado y siempre estará presente en los mejores y más exitosos resultados, en las acciones beneficiosas que corresponden a la gran familia bancentralista. Eso ocurre en el presente momento a la Asociación de Jubilados del Banco Central de Venezuela, cuando informa a sus afiliados el fallecimiento del doctor Luís Adolfo Pastori Aponte, uno de los poetas capitales de la Venezuela moderna, registrado en la ciudad de Caracas, hoy 16 de septiembre.

Luís A. Pastori A.
Nació en La Victoria (Estado Aragua), el 25 de agosto de 1921. Graduado de Bachiller en Filosofía, en 1940, y de Economista, en la UCV, el año 1949, formando parte de la promoción bautizada con el nombre de Santos Michelena. Con estudios de postgrado en Desarrollo Económico. Se desempeñó como Director del Colegio Santa María (La Victoria) y Profesor de Castellano y Literatura, hasta 1944. Fue Secretario de la Delegación de Educación Secundaria. Primer Director de Cultura Universitaria (por concurso, en la UCV, 1946). Presidente del Centro de Estudiantes de Economía, UCV, (1947). También en la UCV, se desempeñó como Profesor de la Escuela de Ciencias Económicas (cátedra de Historia de la Economía), y en la de Estudios Internacionales, (cátedra de Historia Diplomática Europea). Director de Cultura Obrera (1949). Co-autor de la letra del Himno de la UCV.

Desde sus tiempos de estudiante, ingresa al Banco Central de Venezuela y discurrirá una brillante y exitosa carrera. Allí, por muchos años, ejercerá el cargo de Vicepresidente, hasta acogerse al plan de jubilación; y después continúa como Asesor del Instituto. Varias veces Presidente de la Asociación de Escritores Venezolanos. Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Ministro para la Cultura (durante el período constitucional del Presidente Luís Herrera Campins); Director del CELARG; y Director de la Revista del Banco Central de Venezuela, entre otros cargos importantes. Fundador del Colegio de Economistas de Venezuela, integrante de diversas comisiones, y del Tribunal Disciplinario de dicho gremio profesional. Factor primordial en la familia de jubilados bancentralistas.

Su presencia, como actor de primer orden en el mundo cultural venezolano, arranca en sus años juveniles en su tierra natal, publica su primer libro a la edad de veinte años y crece hasta los más elevados niveles. Luís Pastori, como muy bien dejó dicho Pascual Venegas Filardo, "es uno de nuestros poetas más representativos, a tono con la más decantada poesía hispanoamericana de todas las épocas". Su bibliografía es verdaderamente numerosa y ha sido merecedora de infinidades de premios, reconocimientos y traducciones a idiomas tales como: francés, inglés, italiano, ruso, chino, servo-croata, macedonio, rumano, búlgaro, portugués, griego y árabe. Valga recordar que en 1950 recibió el Premio Municipal de Poesía; en 1962, el Premio Nacional de Literatura; y en 1984, el Premio Hispanoamericano de Poesía León de Greiff.

Narciso Guaramato Parra
nguaramato@gmail.com
Carmelo Paiva Palacios.
carmpaip700@cantv.net

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