En
la política, como en la Guerra, el ganador – con malas artes o sin ellas - toma
todo. A veces; para disfrutar el poder con relativa calma; dialoga, pacta o se entiende con el perdedor.
En
estos tiempos tanto los diálogos, como los pactos y los entendimientos, están
de moda. Operadores políticos de parte y parte, ganadores y perdedores, acuerdan treguas productivas aunque a la luz pública continúe la diatriba.
El
último convencimiento ocurrido consistió, después de un debate disfrazado de
diálogo, que las gobernaciones y las alcaldías regentadas por los perdedores
recibieran los situados que estaban congelados más unos jugosos montos para proyectos que no estaban contemplados en
sus respectivos presupuestos.
Así,
gobernadores y alcaldes de partidos distintos a los del ganador que
obtuvieron parcialidades pero perdieron
la tajada mayor recibieron suficientes recursos económicos para su
sobrevivencia y la de sus parciales.
Con
esto no estamos descubriendo el agua tibia pues lo escrito pertenece al dominio
público que algunos no se atreven a decir en voz alta o bien por precaución o
por que esperan recibir igual trato.
Poco
importan las vicisitudes de otros a los que se ponen de acuerdo para sus
propios intereses y por ello la desconfianza los acompaña hasta que su ingenio
les suministre nuevos argumentos para continuar disfrutando de las mieles del
poder con el apoyo de los inocentes.
Poderoso
caballero es don dinero, la letrilla de Quevedo, que comparto plenamente porque
lo que refleja el poeta se sigue dando a
grandes y pequeños rasgos en la actualidad.
Lo
único que da la razón, en la política y en la guerra, es la victoria. Asi es como en la canción
norteamericana, “The Winner Takes It All”
Ana
Garcia
republicana1@gmail.com
@anagarciamr1
