Una
democracia, nos decía un viejo jurista,
se fundamenta en un Estado de Derecho que implica asegurar la justicia de todos
y para todos. Es el pilar central de la libertad. Y agregaba el docente: la
presencia del derecho significa la ausencia de toda arbitrariedad.
Y
estos postulados sirven para acercarnos al campo de la administración de
justicia en estos llamados tiempos de revolución. Y la realidad es contundente.
Aquí no prevalece hoy el añejo dogma del “imperio de la ley”. Se puso a un lado
al barrer la legislación hecha en las antiguas repúblicas y sustituirla por
participación y protagonismo revolucionario del “soberano”.
Esto hace posible que en la práctica se haya derogado el llamado ordenamiento jurídico y, en su defecto, establecido un Tribunal Político Revolucionario que corresponde a un Estado que hace del socialismo el centro de su existencia.
Es
esta una revolución que empalma su derecho con su razón de ser: una dictadura
de la boliburguesía sustentada en un proletariado inexistente, que impone su
vigencia a punta de violencia.
Una
realidad anunciada desde un principio: vinimos a destruir lo existente para
crear un supuesto orden nuevo. Y en 15 años se creó el imperio de los nuevos
dueños de la patria. De ellos es el derecho, los poderes, los recursos. La
historia les pertenece en todo sentido y dirección.
Y
ante esta negación de toda posibilidad
de vida democrática y compartida, ante un derecho al servicio de una revolución
y toda su gama de arbitrariedades ¿cómo pensar en juicios imparciales?
Si
la orden del Alto Mando Político del partido es condenar, el juez debe cumplir o convertirse en enemigo de la
revolución.
¿Sobre
qué bases se podía esperar que la juez dejara sin efecto las acusaciones de la
Fiscalía y declarar libre de culpas a Leopoldo López? ¿Pensarán ahora en
librarlo de una condena? Los juristas y políticos implicados en el caso
¿llegaron a pasearse por el atropello de los jueces a Scarano y Ceballos a
quienes se les aplicó la justicia PSUV del Estado de qué?
La
orden hoy es actuar haciendo saber que aquí el derecho responde a lo que la
revolución decida. Y por ello se alerta a la disidencia que a todo el que se
califique de enemigo será perseguido en base al derecho del nuevo orden.
Sancho, el derecho del sin derecho revolucionario es la arbitrariedad a su máxima potencia!
Agustin
Blanco Muñoz
abm333@gmail.com
@ablancomunoz
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