La Revolución de pacotilla es una revolución verbal y de formas.A manera de caserío cinematográfico del Lejano Oeste, engaña como real pero es una fachada falsa sostenida desde atrás por palitos.
Mediante palabras y apariencias, mantiene su
imagen internacional, embauca a su pueblo y a la vez entretiene a sus
militantes, que tienen la sensación de estar haciendo algo útil.
Pretende que forja cambios modificándole el
nombre a las cosas y tergiversando cifras a su favor.
Su
política comunicacional se basa en la mentira.
Miente
al pueblo humilde que sueña con el día
en que verá cumplidas las infinitas ofertas
del Mesías y miente a los
extranjeros incautos, sensibles a los cantos de sirena que incluyan en su
léxico vocablos tales como Antiimperialismo, Insurrección, Hombre Nuevo y Capitalismo Salvaje.
Se rebautiza al 12 de octubre como “Día de la Resistencia Indígena”, los
iracundos oficialistas enlazan, derriban y arrastran por las calles la
escultura en bronce de Cristóbal Colón,
pero los aborígenes venezolanos son dejados a merced de la violencia de los
mineros ilegales y a la corrupción de las Fuerzas Armadas.
Los presos se denominan “privados de libertad” y se negocia con los Pranes, organizadores
de secuestros y sicariato, que pasan a llamarse “líderes negativos”. Para que un niño pueda ver un programa violento en la TV debe ser guiado
“por su madre, padre, representantes o
responsables” pero el Presidente de la República vitupera y maldice
permanentemente en Cadena Nacional.
Ahora La
Revolución quiere venderse como
adalid de la ecología y la salvación del planeta pero contamina ríos y
lagos, abandona los embalses a su suerte, permite que se invadan y deforesten
los Parques Nacionales, y no hace nada
para impedir la cacería y comercialización de la fauna silvestre, uno de cuyos
ejemplos más crueles es la venta de bebés de Araguato o Mono Aullador.
Estos simios se adaptan a entornos naturales
diversos y por lo tanto son abundantes.
Muy territoriales, viven en comunidades de 14 o 15 individuos con jerarquías
sociales. Las hembras procrean un solo cachorro por parto y cargan el bebé
aferrado a su pelaje durante un año, período en que el infante no sólo lacta
sino que, observando a su madre, aprende qué y cómo comer. Su aparato
digestivo, especializado como el de los rumiantes, posee dos estómagos que
fermentan y digieren.
Para
capturar un bebé Araguato es necesario matar a su madre y eso es lo que
hacen quienes venden los animalitos en las carreteras del país, por ejemplo a
la entrada de Puerto Píritu, junto a un destacamento cómplice de la Guardia
Nacional.
Salen de cacería con rifles o escopetas y al
encontrar una tropa de monos disparan a las hembras paridas, que caen heridas
al piso y son rematadas para arrancarles a sus hijos. Si un padrote o una madre
sustituta intervienen, también son masacrados. De los monitos que sobreviven a
los disparos y la caída, el 90% muere durante los primeros días y el resto generalmente termina en las fauces
de un perro, aplastado por un carro o electrocutado.
¿Será que el pomposo “Ministerio del Poder Popular para el Ambiente” está ciego o será
que su ineficiencia no tiene límites?
¿Considerará
que los asesinos son “compatriotas
que tienen derecho a ganarse la vida” y
que al quitarles el trabajo ingresarán inconvenientemente a las cifras de
desempleo?
Yo creo que al gobierno no le importa un
asunto tan trivial, está muy ocupado organizando “La Revolución Planetaria”.
german_cabrera_t@yahoo.es
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