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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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domingo, 4 de agosto de 2013

ÁLVARO REQUENA, MANUAL PARA VIVIR AQUÍ

"Hemos visto casos insólitos, con la más exagerada forma de pensamiento por reducción al absurdo: una subasta al revés. No ganan los que ofertan más ni los que ofertan menos –que ya sería cuestionable– sino los que ofertaron de acuerdo a lo que el gobierno deseaba".

No espere el ilusionado lector encontrar en este artículo el resultado de su esperanza. Por el contrario, es una solicitud ansiosa y perentoria que hago a los habitantes de este casi desbaratado país, para que asumamos esa tarea. Si nos ponemos de acuerdo unos cuantos cientos de venezolanos, inmigrantes y visitantes, quizá podamos juntar reglas y buenos consejos, que permitan a los futuros lectores de ese necesario manual, afrontar la vida diaria y los acontecimientos legales, económicos y de su salud, así como los papeleos, entender las noticias políticas, económicas y sociales, y comprender las estadísticas y, por supuesto, aceptar con serenidad piadosa, bien aventurada y esperanzada, las decisiones judiciales o la falta de ellas.

Trataré hoy de transmitir a ustedes esa expectativa de cómo hacer para vivir mejor en Venezuela con sobresaltos, temores, carencias, desconfianza en las instituciones y el gobierno.

Sugiero que el manual comience por explicar que aquí un asunto puede significar lo contrario de lo que significaría en otra parte del mundo. Ejemplos: “mayoría de votos” significa minoría de candidatos investidos, tanto en la Asamblea como en la Presidencia de la República; un cargo público ganado por votación electoral, es inmediatamente desconocido y supeditado a otro cargo inmediatamente decretado, no electoral y de mayor poder; una persona es detenida para averiguación penal por más de 45 días y “no está presa”, pero tampoco tiene medidas que le permitan estar en otro régimen legal y así puede durar años y sin saber porqué está allí; hay libertad de expresión pero se graban las conversaciones personales con impunidad y complacencia “legal”. Nadie puede tener paz en sus conversaciones y expresiones en intimidad, pronto no habrá amistad que soporte la sospecha.

Hemos visto casos insólitos, con la más exagerada forma de pensamiento por reducción al absurdo: una subasta al revés. No ganan los que ofertan más ni los que ofertan menos –que ya sería cuestionable– sino los que ofertaron de acuerdo a lo que el gobierno deseaba.

Aquí se llama protección de los derechos humanos a la desidia para con aquellos ahora desvalidos por razones viscerales de los gobernantes.

Y en salud, la atención médica pública es deficitaria y es mejor a nivel privado, pero le fijan precios a las clínicas y sus servicios. Precios que no han sido auditados ni discutidos y por tanto llevarán al cierre o a la quiebra a esos institutos, empeorando la asistencia a los ciudadanos. A esa imposición el gobierno la llama “regulación”.

Gradúan “médicos” que creen que hicieron estudios suficientes, pero luego entran en frustración  porque no tienen los conocimientos mínimos necesarios para su práctica profesional y sienten en carne propia su incompetencia.

Como ven, ese manual es necesario…

alvarogrequena@gmail.com

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jueves, 16 de mayo de 2013

ÁLVARO REQUENA, LOS RÉCIPES Y LA SALUD

No se debe ser mezquino al reconocer que la medicina moderna es buena y eficaz. Todavía falta mucho por mejorar, pero es impresionante el servicio que presta la atención médica al paciente en el momento actual. Sea donde sea, tanto aquí como en Cuba, Francia, Brasil, China o los EE.UU. 

Gran parte de la eficacia actual del acto médico se debe a los avances impresionantes de la farmacología. Lógicamente, el uso de medicamentos se ha convertido en algo acostumbrado y constante, tanto que para algunas personas salir del consultorio de un médico sin un récipe, es, casi, casi, una desilusión.
En Venezuela la eficiencia de la medicina moderna contrasta amargamente con la de los administradores de los recursos médicos oficiales o del estado. Pero hoy no hablaremos de módulos, clínicas ni hospitales del Estado, tampoco de los médicos, ni de las enfermeras. Hablaremos en cambio de las políticas oficiales y en forma general de la más que insuficiente e ineficaz política de acercamiento de la medicina al pueblo. Y eso incluye, por supuesto, los medicamentos.
En Venezuela se suele decir que cuando a una persona de autoridad se le ocurre bruscamente una idea que cambia algún patrón, sea de trabajo o conducta, y la pone en práctica de la noche a la mañana, lo hizo porque le dio “una puntá de rabo”. 

Por supuesto, la mayoría de esas “puntás” terminan siendo el preludio de grandes correcciones y regresos. Ya sabemos todos que improvisar es muy difícil, que se lo pregunten a MacGyver.
Recientemente el MPPS (Ministerio del Poder Popular para la Salud) publicó una resolución en la Gaceta Oficial ordenando un cambio radical en la forma de prescribir los medicamentos que según las explicaciones leídas acercaría más aún la medicina al pueblo y haría más factible la compra de medicamentos por parte del pueblo, al aumentar a la totalidad la cantidad de medicinas que se expenderían por su nombre genérico, denominación internacional o nombre químico, en lugar del nombre comercial. Adicionalmente se reformaba la forma de escribir la receta, obviamente con la finalidad de mantener un mayor control sobre el paciente, la farmacia y los laboratorios. Se ordenaba al prescriptor hacerlo por duplicado (en realidad, dos originales) en recetas que debían cumplir requisitos mínimos y con la información del medicamento en formulación, dosis, vía de aplicación y tiempo de tratamiento. Desde el inicio de la década de los noventa en el siglo pasado, no se modificaba el sistema de prescripción y venta de medicamentos.
En principio cualquier modificación que se haga en cuanto a la forma de prescribir y el expendio de medicamentos, es bienvenida, pues todos estamos, básicamente, de acuerdo en que el desorden en el expendio de medicamentos ha sido un factor clave en el incremento de las resistencia a los antibióticos y el recrudecimiento de algunas infecciones, el incremento de las intoxicaciones medicamentosas y hasta el abuso pernicioso y adictivo de ciertas medicinas y algunos otros males que no enumeraré hoy.
Pues bien alguien tuvo una “puntá e’rabo” y por la misma sacaron el 19 de marzo de este año una resolución en la Gaceta Oficial cambiando la forma de prescribir y expender los medicamentos y nos daban 30 días para cumplirla. 

Una semana después, el 26 de marzo, en otra resolución, también publicada en la Gaceta Oficial, cambian la primera resolución y dan a conocer una primera lista de 172 medicamentos que pueden comprarse sin receta, y nos dan hasta el 10 de mayo para cumplirla. 

El 9 de abril, dos semanas después sale la segunda lista de medicamentos para los que no se exigiría receta. El 9 de mayo, el día antes de la fecha tope para la entrada en vigencia de la resolución, se anula todo, volvemos a lo anterior, se publica en la página web del MPPS una lista incompleta de las denominaciones internacionales o genéricas y los nombres de algunos de sus equivalentes comerciales, ordenándose que los récipes contengan el nombre genérico de medicamento y ahí estamos… Sin saber que hacer, realmente.
La improvisación tiene sus ventajas, por supuesto, sólo en manos de MacGyver y de algunos genios creativos de la medicina y la cirugía, así como en la ciencia en general. Pero en este caso ha sido demasiado evidente, no sólo la improvisación, también lo ha sido el obvio desacuerdo entre los factores de esa creación teatral que armó este revuelo con los récipes; y claro, el resultado es inseguridad, desconfianza e incremento del poco respeto que queda para la dirección y el ejercicio de la medicina social y oficial, en este país.
Yo estoy seguro de que este asunto se va a resolver bien en el futuro, pero entretanto, eso, más la escasez de medicamentos, nos tiene la vida a cuadritos.
Finalmente, me gustaría preguntarle a los directivos del MPPS si no les parece que ¿preguntar y oír es más barato y puede resultar más eficaz que improvisar?
Y me pregunto: ¿  donde conseguimos el papel?
alvarogrequena@gmail.com

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lunes, 19 de noviembre de 2012

ÁLVARO REQUENA, ¿QUÉ SIGNIFICA “COPELIA”?


Si los presos recibieron o no helados Copelia, yo no lo sé. Tampoco me interesa. Lo que sí es curioso es la fijación con el tema que llevó en los siguientes ocho años a que el Presidente fomentara la instalación de una fábrica de los famosos helados cubanos en el estado Falcón, con equipos iraníes
El 25 de mayo de 2004, con motivo del atentado del 11/3 en Madrid, los famosos “paracachitos” caraqueños que aparecieron y fueron capturados el día de la madre, los supuestos magnicidios develados y nunca expuestos, la fuerte presión política para que se diese el referendo revocatorio y algunas otras cosas que pasaron en ese mes, escribí un artículo que, al igual que hoy, publiqué en la red de internet. El asunto que me motivó a tal cosa fue la habanera heladería Copelia, para ese momento fuente de inspiración de paz y justicia magnánima para el Presidente de la República, que ofreció enviarles helados Copelia, importados de Cuba, a esos muchachos presos por haber sido capturados infraganti en uniformes militares y con supuestas aviesas intenciones desestabilizadoras y magnicidas.
Si los presos recibieron o no helados Copelia, yo no lo sé. Tampoco me interesa. Lo que sí es curioso es la fijación con el tema que llevó en los siguientes ocho años a que el Presidente fomentara la instalación de una fábrica de los famosos helados cubanos en el estado Falcón, con equipos iraníes. Se estableció pues en Venezuela la heladería Copelia y así como sus magníficos helados fueron el día de la inauguración, motivo de exquisito solaz y regocijante esparcimiento, los días siguientes dejaron de aparecer, por falta de insumos, dicen.
Muchas cosas en Venezuela son así. Hoy se crean, pasado mañana se inauguran y luego, simplemente, no sirven, no funcionan. Por ahí, en internet andan unas listas de empresas del estado, expropiadas, asumidas, cogestionadas o generadas exclusivamente por el gobierno, que no marchan o lo hicieron una vez y se desinflaron.
Ahora bien, el caso de los helados Copelia es especial. Cómo casi todos ustedes saben o han oído, el subconsciente de los seres humanos es un impresionante evaluador y secreto gestor de nuestras acciones. Pues bien, en este caso de los helados Copelia, la cosas son así.
Fue Ernst Theodor Amadeus Hoffman, un imaginativo, fantasioso y a veces macabro escritor, que tuvo muy importante influencia en Poe y Baudelaire, y cuyo cuento del “hombre de arena” inspiró a Delibes en la composición del famoso ballet “Coppélia”. En dicho ballet, Coppelius es el creador de una muñeca autómata a la que llamó Coppélia y pretendía quitar la fuerza vital a Franz para dotar así a la muñeca de su propia vitalidad; entonces, Swanilda la novia de Franz se disfraza como Coppélia y así engañan a Coppelius y logran escapar. Al final se casan Franz y Swanilda, Coppelius asiste a la boda y la vida continua para todos. Hasta que aparezca otro Franz para quitarle su vitalidad y dotar a Coppélia de la vida que los autómatas no tienen, entretanto seguirá Coppelius fabricando muñecos autómatas, es decir, otras Coppelias.
Es pues claro que detrás de propuesta industrial se esconde un propósito simbólico de obvia intención: la fabricación de autómatas. El simbolismo del helado: la marioneta colorida pero fría, sin vida, cargada de movimientos automáticos y la extracción forzada de la vitalidad de otros para usarla y explotarla. Son los mitos modernos y su constante generación de arquetipos.
Pero, ¿Por qué no funciona la fábrica? El inconsciente colectivo de la comuna que fabricaría los helados, se dio cuenta del paquete que significaba endosar ese simbolismo al ya maltratado espíritu del ciudadano venezolano. La defensa valiente es no hacer esos helados, al menos no con ese nombre.
Digo yo.
La solución, por supuesto, vendrá dada por otra forma de fabricación, como puede ser, por ejemplo, una o dos apropiaciones o expropiaciones, o incluso nacionalizaciones, de otras heladerías. O, quizá, sería más conveniente y práctico, cambiar el nombre a la fábrica y hacer la fábrica en recuerdo consciente de Beethoven y llamarla “Helados Fidelio”. De esa manera se matan varios pájaros de un tiro: se honra al inconsciente, a Fidel y al genio de Beethoven que dio forma musical a un drama en el que una mujer, que busca la libertad de su esposo preso injustamente y que estaban matando de hambre, poco a poco, disfrazada de hombre entra en la prisión como el custodio “Fidelio”. En esa prisión hay también prisioneros políticos y todos los presos cantan con alegría al salir libres al patio y con tristeza profunda cuando los devuelven a las mazmorras. Al final obtienen la libertad cuando se descubre el dominio macabro del alcaide y este es depuesto de su cargo por el ministro de prisiones.
Se imagina el lector comer helados Fidelio en cualquier plaza Bolívar de Venezuela.
Imagina usted el valor psicológico de apoyo a la justicia y a las buenas costumbres, que significa comer un helado Fidelio: No más presos políticos, no más alcaides corruptos y maltratadores, no más presos olvidados sin juicio y vivan los ministros de prisiones que adecentan y cambian las costumbres.
Coma helados Fidelio y empápese de eficiencia carcelaria.
alvarogrequena@gmail.com
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