En
este escenario producto de la caída de las bolsas mundiales, los grandes fondos
de inversión vuelven a especular temporalmente con materias primas para
recuperar sus pérdidas y el barril de petróleo sube como la espuma (aunque no
recupere sus glorias pasadas). Los analistas extranjeros de siempre –dícese de
aquellos con gigantes carteras especulativas– explican que es el temor a que la
OPEP recorte su producción, que un oleoducto que nadie conoce se paralizó, que
esta temporada de huracanes es especialmente peligrosa o que Venezuela y Rusia
llegaron a acuerdos, hacen que Maduro, como en su día Chávez, se aproveche de
esto y convenza a través de gigantes campañas a su gente de que es capaz de
hacer subir el precio del petróleo con su sola voz.
¡Se
armó un limpio!, piensa buena parte del apoyo que se le fue a Maduro, mientras
la situación con Colombia hace que recupere parte de su popularidad al
confundir a la gente, el abastecimiento repentino, fruto de un cálculo
premeditado con Uruguay, Argentina, Costa Rica y todas las deudas pagadas con
millones de toneladas de alimentos. De pronto, la gente ve en pleno período
electoral 44 millones de kilos de leche uruguaya en los almacenes, 100 millones
de kilos de pollo y carne a precios francamente increíbles. En estos 3 meses se
le da a una buena parte del electorado la ilusión de que es posible volver a la
prosperidad y que ¡con el PSUV se vive mejor!
Sigamos
con la fantasía. Con el barril recuperándose (artificialmente), la ilusión de
que los chinos respaldan masivamente la producción (que no existe), aunado a
más dinero inorgánico lanzado a las calles (que impactarán pos-elecciones) el
gobierno decreta un aumento nunca antes visto, imposible para el menguado
sector privado, pero cohesionador para los 3 millones de votantes del aparato
electoral chavista (y sus familias). Mientras esto ocurre, campañas xenófobas
continúan recorriendo el país, desagradando profundamente a los más
evolucionados pero impactando en aquellos que tienen el nacionalismo a flor de
piel y en las clases más desfavorecidas, que son en esencia el mayor apoyo del
gobierno, sin faltar la gigantesca campaña de descrédito que seguro se
desataría contra los candidatos opositores que destaquen en circunscripciones
históricamente chavistas y que hoy son posibles de ganar.
Allí
sobreviene el oportuno megadakazo, una gigantesca operación de redistribución
masiva de bienes (no esenciales), inalcanzables para el común por los
desproporcionados precios de hoy. Además de ser la mayor de nuestra historia,
es la última y que sorprenderá incluso al planeta entero, mientras el gobierno,
de forma magnánima, decide soltar a 50 presos políticos y enviarlos a sus casas
violando su derecho de expresarse durante la campaña. La oposición, a la que se
le han ido al menos 1 millón de votos duros al exterior, queda prácticamente
sin medios de comunicación para difundir la campaña electoral y hasta los
medios sociales (las redes) a través del Internet más lento del planeta, sufre
las consecuencias del plan general. Frente a la cohesión del aparato chavista
que vota masivamente, junto a la “ilusión” de muchos independientes, el resto
lo hace la gigantesca trampa, montada de antemano, la coerción, el gobierno
sube los 25 puntos que ha perdido y gana numéricamente las elecciones
parlamentarias como en 2013 (51-49) es decir, mayoría de votos en Venezuela y
mayoría de curules.
Si
hay algo que debilitó al gobierno tremendamente en Europa y el resto del
planeta, pero especialmente de cara a los chinos, rusos y sí, a los cubanos,
fue el resultado electoral de 2013, cuando el gobierno dejó de ser la
“aplastante mayoría” y se convirtió en “mitad” (Maduro dixit). Y esto es
importante que se entienda bien, porque al gobierno no le conviene únicamente
ganar curules, sino que el mundo no certifique que ganó la mayoría, siendo
minoría. Porque si el gobierno gana la mayoría de los curules y no la mayoría
de los votos, habrá perdido las elecciones de cara al planeta entero y el apoyo
hasta de sus mejores amigos, por no hablar de los revocatorios, abrogatorios y
consultivos legales inminentes que serían, si bien no en 2016 por el fenómeno
de desestímulo opositor, imposibles de ganar por el gobierno.
La
confluencia de estos posibles escenarios (económicos, políticos, sociales,
campañas de descrédito y las archiconocidas trampas y ventajismo) o una
variación de estos es muy factible. Recuperar parte de esos 25 puntos perdidos,
también porque Maduro no esta aún en las condiciones de Dilma Rousseff y,
seamos francos, que en la peor crisis de la historia, con una inflación que ya
superó 100%, un desabastecimiento gigante y que todavía cuente con el apoyo de
una cuarta parte de los votantes (dícese de 4,7 millones de votos) que son los
mismos que creen que hay guerra económica y que de estos, al menos 2 millones
de votantes piensan que Maduro lo está haciendo bien o muy bien, es como para
darle “dentera” a cualquiera, como dice mi amiga Mari Montes.
¿Qué
sucedería de darse el peor escenario? Es mejor ni mencionarlo. Porque sería la
hecatombe para el núcleo central de votantes de oposición y, para muchos de
nosotros, la última elección, porque, si bien la trampa es descomunal, no es
suficiente para cubrir los veinte puntos de diferencia de hoy y en ese caso la
culpa recaería sobre el liderazgo opositor (incluidos los que apuestan por la
abstención y la suicida división de la oposición), al no prever los escenarios
posibles y permitir que su adversario, por primera vez en el piso y casi
noqueado, se levante y gane la pelea moribundo. Económicamente es dramático,
porque a la Asamblea llegarán los jóvenes más alienados (tenían 16 años
promedio cuando llegó Chávez), muchos han sido formados en cuadros comunistas e
incluso en Cuba, y la campaña habrá dejado quebrada a mucha gente de cara a un
2016 mucho más difícil que este año. Pero tampoco es un escenario bueno para un
gobierno que queda otra vez con toda la responsabilidad de cara a una nación
(productiva) completamente aterrorizada, paralizada y enfrentado a 2016, que
será el peor año (económico) de nuestra historia.
Como
dije, este es un escenario posible (del que había que salir rapidito), así que
nos vemos en mi próximo articulo, cuando comenzaremos con los escenarios más
positivos.
Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver
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