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lunes, 10 de agosto de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, PRAXEOLOGÍA Y CATALÁCTICA

"La tradición de pensamiento austríaca.... parte del axioma de la acción humana de la que derivan teoremas inexorables de los cuales mencionaremos algunos. Es, desde luego, a priori de la experimentación sensible, no a priori de lo que podríamos denominar “experiencia mental” que constituye la base sobre la que parte la metodología de marras o, “evidencia intelectual” para tomar prestada una expresión de Mariano Artigas utilizada en el contexto del análisis filosófico (1984/1995:45).

Esta metodología ha sido trabajada para la rama más estudiada de las ciencias sociales cual es la praxeología o teoría de la acción humana de la que se desprende la economía, no entendida con el primitivo criterio circunscripto a lo crematístico sino en su versión moderna que abarca todos los fines y medios de la conducta del hombre, en este sentido préstese especial atención en cuanto a que los teoremas que a continuación se detallan son del todo aplicables a las acciones referidas tanto a lo no material como a lo material.
`Economizar significa optar, elegir seleccionar entre diversos medios para la consecución de específicos fines. Esto abarca toda la acción, tanto a lo que se refiere a los bienes espirituales como a los materiales. No hay tal cosa como “fines económicos", la economía alude a un proceso de intercambio de valores sean de modo interpersonal o intrapersonal, lo cual, como queda dicho, está presente en toda acción humana. La incomprensión respecto del campo de la economía hace que, por ejemplo, aparezca a primera vista como impropio el análisis económico de la institución familiar y similares"[1]
Respecto de los "fines económicos", creemos -por nuestra parte- que, resulta al menos presuroso negar su existencia de plano. Juzgamos más aproximado afirmar que no todos los fines -o incluso la mayoría de ellos- son "económicos", pero –por ejemplo- quien atesora con miras a comprarse un tractor o un camión para trasportar ganado, difícilmente podrá decirse que no tiene en mira obtener un fin económico. Por supuesto que, en el medio de la cadena causal, vamos a encontrar -en la mayoría de los casos- que las personas procuran bienes materiales para lograr la satisfacción de necesidades materiales o, tal vez, espirituales, pero en el caso de las primeras resulta un tanto forzado -a nuestro criterio- afirmar que estas no son en sí mismas "fines económicos" en ejemplos como el que dimos antes. Obviamente que, aquel que busca alimentos para saciar su propio hambre o el ajeno, no tiene en mira con ello un fin económico, pero, en cambio, la adquisición de insumos para determinada producción, o para la compra de bienes de capital son claramente -a nuestro entender- acciones con "fines económicos". Podrá decirse que, al final de la cadena causal, los "fines económicos" de los ejemplos dados conducirán a la satisfacción de otros fines últimos no económicos, y podríamos estar de acuerdo con dicho aserto, pero esto será muy diferente a negar en forma tajante la existencia de "fines económicos" de plano y en toda su extensión.
Ciertamente, dicha aparente "dificultad" terminológica puede ser salvada aludiendo a "fines catalácticos", expresión esta última mucho más precisa (por acotada) que la de "fines económicos". Incluso podríamos agregar que la opción, elección, selección de aquellos medios "para la consecución de específicos fines" puede incluir (o apuntar a) la de medios económicos (como el ejemplo del tractor, camión, o grúa, guinche, etc.), y en este proceso, en la elección del medio, el medio es el objeto o fin de la elección. Si el medio es económico, el fin de la elección del medio también lo será, por más que el fin último a satisfacer con dichos medios no sea económico. Lo que -en otros términos- significa que no es imposible la existencia de "fines económicos" si le damos a la palabra "económicos" (en este contexto) un sentido restringido.
Si, en su lugar, se alude directamente a la fórmula "fines catalácticos", no hay aquí espacio para confusión de ninguna índole, por ser muchísimo más clara la idea que esta última alocución permite transmitir. Todo lo cual quedará más despejado conforme se desprende de la siguiente cita:
"la economía fue, poco a poco, ampliando sus primitivos horizontes hasta convertirse en una teoría general que abarca ya cualesquiera actuaciones de índole humana. Se ha transformado en praxeología. […] interesan a la cataláctica todos los fenómenos de mercado; su origen, su desarrollo, así como las consecuencias […] El ámbito de la praxeología, teoría general de la acción humana, puede ser delimitado y definido con la máxima precisión. Los problemas típicamente económicos, los referentes a la acción económica en su sentido más estricto, por el contrario, sólo de un modo aproximado pueden ser desgajados del cuerpo de la teoría praxeológica general […] no son razones de índole rigurosamente lógica o epistemológica, sino usos tradicionales y el deseo de simplificar las cosas, lo que nos hace proclamar que el ámbito cataláctico, es decir, el de la economía en sentido restringido, es aquel que atañe al análisis de los fenómenos del mercado. Ello equivale a afirmar que la cataláctica se ocupa de aquellas actuaciones practicadas sobre la base del cálculo monetario."[2]
Entonces, y de acuerdo a lo anterior, economía en sentido estricto es cataláctica. Economía en sentido lato es praxeología, de donde se deduce que praxeología y economía son casi sinónimos, en tanto que cataláctica es una derivación de ambos referida estrictamente a "aquellas actuaciones practicadas sobre la base del cálculo monetario." La cataláctica es pues, parte de la praxeología. Hay entre ambas una relación de género (praxeología) a especie (cataláctica). Y resulta muy significativa la mención de L. v. Mises en cuanto a que los fenómenos catalácticos se relacionan con "aquellas actuaciones practicadas sobre la base del cálculo monetario."
[1]Alberto Benegas Lynch (h) - "UNA REFUTACIÓN AL MATERIALISMO FILOSÓFICO Y AL DETERMINISMO FÍSICO" Revista de Economía y Derecho Lima, 6(22), Otoño 2009. Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas UPC. pág. 6
[2]Alberto Benegas Lynch (h), "A propósito del conocimiento y la competencia: punto de partida de algunas consideraciones hayekianas". Disertación del autor en la Academia Nacional de Ciencias Económicas el 18 de junio de 2002, pág. 14-15.
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
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