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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

jueves, 23 de julio de 2015

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, LA FUERZA TODAVÍA SIN NOMBRE Y SIN ROSTRO

Hay tres fuerzas políticas: los títeres de Cuba, los colaboracionistas que usurpan el rol de la oposición y la verdadera oposición hasta ahora sin nombre ni rostro a la que aquéllos llaman radical. La constituye la inmensa mayoría de independientes que estamos contra Cuba, contra el comunismo y contra la tiranía títere, pero también diferenciados de los colaboracionistas que les sirven de comparsa electoral. Es fundamental establecer las diferencias básicas entre las tres fuerzas.

Los títeres, que ejercen el gobierno formal, representan a Cuba a la cual sirven. Son, pues, traidores a la patria, pura y simplemente. Los colaboracionistas colaboran con Cuba al no definirse contra ella, ni convertir la liberación de Venezuela en su objetivo prioritario, por lo cual le hacen creer al pueblo que la lucha es entre venezolanos ocultando que es de venezolanos contra Cuba y sus títeres, los traidores a la patria. Los no-colaboracionistas o radicales fijamos como objetivo prioritario liberar a Venezuela de Cuba, recuperando la soberanía. Si no nos liberamos de Cuba, seguiremos siendo la vergüenza de América, el único país sinvergüenza dominado por otro país sin rebelarse. Sin liberación no seremos soberanos y sin soberanía no somos nadie, ya que no podemos decidir nuestro destino. La liberación es, además, una cuestión de dignidad y honor, de autoestima como Nación. Entonces: primero liberarnos de Cuba y después vendrá todo lo demás.

Los títeres son comunistas que han venido implantando el modelo cubano, obedeciendo órdenes de sus amos. Los colaboracionistas no son comunistas ni anticomunistas. Son ideológicamente oportunistas. Critican el “modelo económico del gobierno” sin calificarlo de comunista, copia del cubano. No atacan el comunismo, ni se atreven a llamar comunistas a los títeres. Los llaman populistas, siendo ellos tan populistas como los otros. Los colaboracionistas se avergüenzan del capitalismo, pero no dicen cuál es su modelo económico. Los no-colaboracionistas o radicales estamos contra el comunismo, cuya implantación es la causa del colapso económico y del desastre general que ha degenerado en el reino del malandraje. Consideramos que el comunismo es una importación traída de Cuba, rechazada en el referéndum de 2007 por el pueblo venezolano que es profunda y radicalmente anticomunista. Estamos conscientes de que sólo nos liberaremos del comunismo si nos liberamos antes de Cuba. Y, desde luego, siendo anticomunistas, adherimos al capitalismo que es el sistema de los países prósperos de América y Europa. No sentimos vergüenza que se nos identifique con el modelo económico de éstos. Vergüenza sentimos pareciéndonos a Cuba.

El gobierno títere hace alarde de ser democrático, cuando en verdad es una tiranía, la peor tiranía por ser la tiranía de los peores. Los colaboracionistas le prestan el antifaz de democracia al legitimar la tiranía convalidando su ilegitimidad de origen con la aceptación del fraude electoral y su ilegitimidad de ejercicio incorporándose a la administración colonial de la cual participan. Los colaboracionistas son o aspiran a ser funcionarios de la administración colonial al servicio de Cuba en calidad de subalternos (diputados, gobernadores, alcaldes). No dicen que estamos bajo una tiranía, y menos aún que es una tiranía comunista de un protectorado de Cuba. Los opositores o radicales estamos contra la tiranía, a la cual llamamos por su nombre, y contra toda forma de colaboración con Cuba y sus títeres.

Para salir de una tiranía, sobre todo la títere de una potencia extranjera, deben combinarse todas las formas de lucha que sirvan para ponerle fin. Todas, sin descartar la electoral pero no para cohabitar sino para demoler o dinamitar a la tiranía. Es lo que sostenemos los no-colaboracionistas o radicales. Los colaboracionistas sostienen lo contrario. Comprometidos como están con la tiranía sólo admiten participar en elecciones fraudulentas de las cuales obtienen el premio de cargos que los incorpora a la administración colonial.

En las filas colaboracionistas surgió una disidencia, que parecía ser la que daría nombre y rostro a la verdadera oposición con la cual coincidió al presentarse con el slogan: “la salida está en la calle.” Pero se detuvo en la puerta de salida del colaboracionismo a la espera de las candidaturas.

Una contradicción insostenible: ser y no ser colaboracionista. Entonces el gobierno títere actuó como tribunal disciplinario del colaboracionismo inhabilitándolos para ser diputados. Están entre la espada y la pared: regresan de rodillas al colaboracionismo perdiendo su oportunidad histórica o dan el paso decisivo de salida aglutinando a la masa de independientes no-colaboracionistas o radicales.

Dicen en mi tierra: chivo que se devuelve, se “esnuca”.

Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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