Una
de las cualidades del gobierno que favorecen el desarrollo del país y el
bienestar de los habitantes es la estabilidad de sus instituciones, de sus
políticas y de sus leyes. Tal estabilidad mantiene una atmósfera de seguridad
que permite iniciativas que requieran de muchos años para obtener los
beneficios esperados; como lo podría ser un nuevo sistema educativo. La
estabilidad gubernamental incluye también el paso ordenado y sin traumas de una
administración a la siguiente y la introducción bien estudiada de nuevas
estructuras, metodologías, leyes y normas, que tome en cuenta las experiencias
acumuladas. Esta forma de gobernar ha sido resumida de la siguiente manera por
Alfred North Whitehead: “El arte del progreso consiste en preservar el orden
durante el cambio y preservar el cambio durante el orden”.
Los
cambios hechos a la carrera, tanto de personal como de proyectos, políticas y
presupuestos, generalmente conllevan ineficiencia, tardanzas, interrupciones,
abandonos, desorden y corrupción.
En
cada país las leyes son aplicables a todos sus habitantes. Éstos, por
naturaleza, son sociables y, a la vez, individualmente distintos entre sí. El
logro de una vida social agradable, pacífica y productiva depende de cierta
uniformidad en cuanto a ideales de vida, costumbres, idioma y también de la
ausencia de preceptos que dificulten la coexistencia armoniosa de todas las
sub-culturas. Al mismo tiempo debe asegurarse la libertad de cada individuo
para dedicarse al logro de sus aspiraciones materiales, culturales y
espirituales, de acuerdo a sus inclinaciones personales.
Si
estas condiciones no se cumplen, la paz en la sociedad y la felicidad de sus
ciudadanos se verán amenazadas. Ejemplo de estas situaciones son las naciones
que han sido el producto de la repartición arbitraria de áreas de influencia
entre vencedores de guerras o conquistas, en las cuales existan etnias o grupos
religiosos con un historial de enemistad entre sí.
Otro
ejemplo de estas situaciones y, quizás, el que ha tenido el mayor efecto en el tiempo,
es la creación o construcción de sub-culturas dentro de una sociedad
esencialmente uniforme. Tienen la particularidad de que representan intereses
distintos a los del resto de la población y trabajan para obtener poder
político para favorecerlos. Un interesante análisis de culturas internas ha
sido publicado por el historiador David Priestland, en donde las tres castas
representadas por mercaderes, soldados y sabios, cada una por separado o aliada
con otra, han dominado sus sociedades en los últimos 10.000 años (Priestland,
2013; Pasquali, 2014, p. 198-199).
El
análisis de este historiador podría significar que, cualquier gobierno, cuando
no vele por el interés de la población toda, sino por solo el interés de una
parte de ella, se activa automáticamente un mecanismo que altera el
funcionamiento de esa sociedad e introduce inestabilidad.
El
reconocimiento de este fenómeno apunta hacia la posibilidad de buscar formas o
metodologías que garanticen en la práctica la representación de los intereses y
el bienestar de toda la sociedad.
El
lector podrá argüir que la mayor parte de las Constituciones de los países
garantizan, en sus textos, la participación de los ciudadanos en el gobierno y
la igualdad de oportunidades para todos. Sin embargo, la experiencia y la
historia indican que, en la práctica, eso no se cumple frecuentemente. Debo
concluir que es menester introducir nuevos ingredientes en los arreglos
políticos actuales, de tal manera que cada ciudadano tenga la oportunidad de
comunicarse con los demás, presentar problemas u oportunidades, discutirlos e
iniciar acciones legales específicas para regir o dirigir la acción
gubernamental.
La
participación directa de cada ciudadano en los asuntos sociales y
gubernamentales no era posible hasta hace pocos años, sino para comunidades con
pocos individuos. Actualmente las nuevas técnicas de la comunicación hacen
viable, haciendo uso de los programas existentes y probados, la participación
ciudadana en sociedades de muchos millones de habitantes, con equipos de uso
común. Las asociaciones sociales como Facebook, son ejemplos de esa viabilidad.
Yo
he publicado algunas ideas sobre las características deseables que pudiera
tener tal sistema de libre participación ciudadana, con la intención de que
sean discutidas y mejoradas. He incluido además sugerencias de como ese sistema
pudiera ser financiado y llevado a la práctica (Pasquali, 2014; p. 267-272 y p.
288-299).
Parecería
como si existieran oportunidades reales de darle estabilidad y dirección a las
políticas del gobierno de un país a través de acuerdos logrados entre todos los
ciudadanos que deseen participar.
La
unión nacional derivada del reconocimiento y del uso de la diversidad
individual es inmensamente más feliz, más útil y más poderosa que aquella que derive
de la imposición de un pensamiento único.
Jean
Pasquali
38jcaj@gmail.com
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