Tenemos el deber
como  opositores de este régimen de
legitimar a la oposición. No deslegitimarla es empezar por conocer quiénes  somos los integrantes de éste archipiélago
que constituimos todos nosotros y dar el paso de aceptarnos como actores del
presente .Pareciera un  hacer política,
para no hacer la política apropiada, acertada, asertiva,  que deberíamos estar acordando y ejecutando
de caras a las exigencias del momento. 
La conducta socio-política, nos exige a todos debida atención.  Deshagamos 
ese bastardo oxímoron.
  La 
vibrante dinámica política en la Venezuela de hoy  requiere 
direccionalidad. La suma de las partes de éste legendario hacer de la
humanidad, ya  trae implícita su
diferencia. Es su esencia. Corresponde al arte la delicada praxis de
armonizarla. Es el reto del presente. Es el escollo a superar para encontrarnos
en ésta realidad que somos. Hacernos ver. Vernos. Tomar la iniciativa de
aceptarnos, de comprendernos, de valorar la utilidad del diálogo y practicarlo.
Abrir canales de comunicación inter sectores de toda naturaleza. La oposición
debe construirse como entidad, de hecho lo es, pero sin la articulación
necesaria para dinamizarse,  hacerla
promotora y creadora de encuentros permanentes, de intercambios de ideas,
iniciativas,  propuestas y de  proyectos que involucre a los  militantes, 
simpatizantes  e impacte en el
entorno comunitario. La sociedad espera eso. Lo anhela. Es el tema. Lo
necesitamos activado. Es lo procedente. Obviarlo es un acto irresponsable de
quienes tienen mandatos de los ciudadanos para éstas lides. Esperamos ejemplos
en concordancia  con el mayúsculo reto
que tenemos en éste  presente nuestro. Si
bien es responsabilidad de todos, no tenemos excusas para eludirlo, el escenario
está dispuesto, espera por los actores de primer orden. Según el reparto, la
escena  subsiguiente, corresponde a
todos. La apertura al liderazgo, quien tiene el rol de convertir  el escenario en un acto participativo. Donde
emociones y razones  se entrompen hasta
llegar al triunfo de entenderse y definir la 
política apropiada que exige la historia que escenificamos hoy.
¿Los cultores?.  Ciertamente, como se ha afirmado, el  mandato histórico nos compromete a todos, él
impone. Corresponde actuar a partir de cada quien. La responsabilidad es
integral e integradora, además. Empecemos por estar conscientes del meollo del
cual somos corresponsables, en la medida que nos toca a cada quien, por acción
u omisión. No hay espacio para mea culpa, de allí el inevitable acto de
conciencia. Se ha hecho algo tarde, afortunadamente  aún no ha concluido la trama, se espera el
capítulo estelar. El público está expectante. La euforia está contenida.
Espero, como
ciudadano opositor,  que  se esté avanzando en esa dirección,
probablemente hayan estrategias en pleno desarrollo. De ser así, se estaría
atendiendo  al ideal intuitivo que
gravita en el país actual, por tanto, las velas estarían aprovechando el viento
a favor de la esperanza y de los intereses de la mayoría de la población,  sin exclusión. Las excepciones corresponden
al  libre albedrío.
No pretendo sentar
cátedra alguna, no soy catedrático, a quienes 
admiro y respeto. Soy sí, un aspirante consuetudinario, a  elector, quien se niega rotundamente a perder
su voto a favor de un país libre, independiente 
y autónomo, dueño de sí mismo: 
Armado de un profundo egoísmo esclarecido, tal como suele decir mi amigo
Edgardo García Larralde:. Sí mi  entorno
inmediato y mediato está bien, entonces yo debo estar bien. Razón por la cual
considero que  la política que no esté
orientada hacia  la suma de  esfuerzos para el diálogo necesario, sobre
todo  en el terreno de la oposición,
conspira en contra de las probabilidades de construir el clima político idóneo
para acometer el plan  de re-composición
que desvíe  al país de la ruta hacia el
“Armagedón”,  trazada  por quienes hoy lo dirigen. 
Los venezolanos
necesitamos de la puesta en práctica de una política que  nos convoque a todos. Es una
incongruencia  sostener una línea
política que no apunte a la unidad, no me refiero  al ente, sino a la antítesis del acuerdo
necesario, mediante el cual tengan resonancia todas las opciones que pugnan y
compiten  por la democracia.  Es imperativo ciudadanizar el tema. Esa
porción de legitimidad es prelativa al acto del votar,  el cual, la refrenda. Los ciudadanos
debemos  ayudar a construir los espacios
de encuentro, en la misma medida que apoyemos las válidas opciones.
Franklin Cisneros              
cisnerosfrankn@gmail.com                  
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