Mientras Maduro declaró varias veces en Panamá “Nosotros queremos paz”,
el Ministerio de la Defensa anunciaba en Venezuela el “fortalecimiento
cívico-militar para la guerra de resistencia y la seguridad interna”. Se hizo
saber que la FANB constituyó “200 comités de defensa integral”, en igual número
de consejos comunales, lo que suena a “patriotas cooperantes”, a sapos
delatores.
En Panamá, Maduro en tono fanfarrón dijo
condicionar el diálogo con EE.UU. a la derogación del decreto; pero en vista de
la torta, terminó diciendo “Yo le tiendo mi mano, presidente Obama, para que
hablemos de los asuntos que tengamos que resolver”.
Nicolás creía que se la iba a comer con un discurso chillón y subido de
tono, propio del izquierdismo trasnochado del siglo pasado, y resulta que Obama
ni siquiera lo escuchó, y su alocución fue rechazada por la mayoría de los
mandatarios.
Lo peor que le ocurrió a Maduro es que se
le cayó la cortina, y América y el mundo conocieron en detalle la violación de
los derechos humanos en Venezuela. En
Panamá se expresaron 26 expresidentes hispanoamericanos que denunciaron
violación de derechos humanos en Venezuela; líderes sociales y políticos
venezolanos contactaron directamente a Presidentes del Continente y entregaron
pruebas del gobierno forajido que arremete contra derechos fundamentales. Ya
los potes de humo de Nicolás no impiden que la verdad se vea.
Para desgracia de Nicolás, Obama y Castro centraron la atención, y él
quedó dando chirridos, aspirando ser visto y escuchado, sin lograr el
propósito, al extremo que tal como ha sido reseñado en Venezuela, “los
periódicos cubanos Granma y Juventud Rebelde resaltaron el saludo Castro-Obama
en sus portadas”, y ni siquiera apareció
por allí de refilón el nombre de Nicolás. Pero no solo los cubanos dieron la
espalda a la mano que les ha dado de comer, en detrimento del pueblo venezolano,
sino que también los países del CARICOM que han chupado de lo lindo le sacaron
el rabo a Nicolás en la Cumbre.
El show de Nicolás en Panamá terminó, pero en Venezuela continúan las
colas. Volvemos a nuestra cruel y triste realidad, ahora agravada por el
dineral que Nicolás gastó en Panamá. Además de los aviones que despachó desde
aquí llenos de activistas (cada uno con dólares en su bolsillo y los gastos
pagados allá) pesuvistas que iban a aplaudirlo a la entrada de los lugares que
visitó, llevó una comitiva digna de un Zar en época de abundancia, la que
incluía cocinero, peluquero, valet, médico y enfermera, y como si fuera poco,
llevó otro él, un doble que nos costó un ojo de la cara, y también otra ella,
una doble de la primera combatiente, doña Cilia, quien por cierto no se pierde
ningún sarao en el exterior -casi siempre acompañada de familiares- y viajan a
costilla del erario público gastando dólares, de esos que nos niegan y que hoy
parecieran encarcelar a la clase media que ya no podrá salir del país.
Adiós a la Cumbre, pero no al hambre ni a la inseguridad y a los
muertos, ni al desempleo y la inflación. Aquí como en Panamá, Nicolás con las
tablas en la cabeza.
Paciano José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano
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