En estos días se ha configurado entre los
corrillos políticos, y aún más, el tema de si el decreto del presidente Obama
que ordena la sanción a unos funcionarios venezolanos era o no una intervención
en los asuntos internos del país. El gobierno por supuesto ha vociferado en
todos lados que ha sido una injerencia fatal, que ha soslayado la soberanía de
Venezuela y en especial el pueblo de Venezuela. Sin embargo, y para asombro de
muchos, gente de la oposición ha acompañado estos disparatados criterios del
gobierno.
Ciertamente, y en primer lugar, quizás porque
soy jurista, siempre debo justificar el basamento legal del decreto
presidencial del presidente norteamericano, y encuentro que existe una ley –de
nivel constitucional– en Estados Unidos, donde para sancionar funcionarios
extranjeros deben justificarse constitucionalmente, esto es, la base legal de
la sanción a estos funcionarios venezolanos tiene su fundamento en la
declaración de amenaza de un país extranjero previamente normado en una ley
nacional. Entre otras cosas, es plenamente justificado que el presidente de un
país, como Obama, pueda en uso de sus propias atribuciones legales afectar de
una u otra forma la vida de los norteamericanos y de su total territorio.
A estos fines, el decreto de Obama que ordena
la sanción de funcionarios venezolanos solo afecta en suelo americano y no
venezolano.
Pero, al margen de la expresada disertación,
el problema no es ese. La situación cacareada por el gobierno venezolano desvía
intencionalmente lo trascendente del problema, y es que siete funcionarios han
sido sancionados por violar los derechos humanos y por abusivos actos de
corrupción en Venezuela, lo que determina que la sanción a estos individuos
solo tienen efecto en territorio de Estados Unidos y no en nuestro país. Eso es
lo verdaderamente grave.
Ante estos acontecimientos, y aparte de la
consideración de la justificación o no del decreto presidencial, si tomamos en
puridad de conceptos que en Venezuela se violan los derechos humanos; no se permite
la disidencia; se encarcela a los dirigentes que no comulgan con las políticas
del gobierno, y se utiliza la justicia para encarcelar opositores, en fin, la
democracia como sistema político se encuentra en los olvidos sustantivos de las
gentes en Venezuela especialmente de sus estructuras gubernamentales. Este
decreto sí se encuentra justificado y sí es una amenaza, no solo para Estados
Unidos sino para el resto de los demás países de América Latina.
Uno de los aspectos de la crisis que vive
nuestro país no solo es económica y política, también es moral y diría hasta
ética, porque es lamentable pensar e imaginarse que todavía existe en políticos
venezolanos (sobre todo los que son de oposición) un cierto prurito de
antiyanquismo cultural que de aprobar y respaldar el decreto de Obama y de
decirlo públicamente sería así como ir contra un pueblo que es
antinorteamericano por excelencia, y de allí el temor de decir la verdad.
Definitivamente, estamos en presencia de una dictadura perversa, que no respeta
en lo absoluto el Estado de Derecho y el principio de la constitucionalidad de
los actos de los poderes públicos y que aplica con toda magnitud la inolvidable
frase de que el fin justifica los medios. ¿Quién puede dudar de que lo que digo
es la pura y simple verdad?
Entonces, meditar es importante a estos
efectos, porque cualquier dictadura afecta los intereses de cualquier país en
el mundo, por cuanto, al carecer de límites en su comportamiento social y
político, se une y es capaz de apoyar cualquiera otra dictadura que menoscabe
los derechos humanos y las libertades de una determinada sociedad. Así las
cosas, la crisis del país es: no decir la verdad de lo que se piensa; no
enfrentar la realidad como debería; y no asumir los principios que nos enseña
la idea de un país distinto donde la democracia sea desde luego un valor
esencial y tangible.
El país muy tristemente se cae y se disuelve;
en estos días, me encontré con un político de la oposición, y me dijo que la
intervención de Estados Unidos era exagerada e injerencista por cuanto había
declarado que Venezuela era un peligro o una amenaza para Estados Unidos. Su
argumentación fue que él visitaba el pueblo y que este era muy proclive a ser
antinorteamericano. Después de oír esa frase, verdaderamente hablando, me di
cuenta de que el país ahora está peor de lo que yo imaginaba. Así lo Creo.
Gustavo Briceño
gbricenovivas@gmail.com
@gbricenovivas
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