BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

sábado, 7 de marzo de 2015

FELIPE GUERRERO, VIVA LA VIDA,

Crecí en esta tierra cuando nuestras maestras nos enseñaban geografía con un pentagrama porque las notas musicales eran los meridianos que servían para dibujar caminos y los paralelos para localizar paisajes; por eso cada vez que hacemos cualquier recorrido por estos senderos y calzadas vamos desplegando el mapa de la geografía musical y nos acompaña la cristalina sonoridad de un vals típicamente tachirense que dice: «Con tus calles que van subiendo al cielo… Para poder tocar las nubes con las manos… Calles de mi niñez calles tranquilas… Que empinando se van detrás de la neblina…».

Todos los días transitamos esas veredas repletas de muchachos que empinados van detrás de la neblina de millones de sueños en los colegios, liceos y universidades asentados en esta tierra. Esa comarca me resulta muy familiar, es el contorno donde trabajamos y son los territorios que recorremos para acompañar a la nieta que va a la escuela.
En esta larga noche que vive la patria, febrero dejó de ser el mes de la juventud para convertirse en el mes del holocausto de la muchachada.
Y… Otra vez fue en febrero. Niños y adolescentes con sus morrales repletos de esperanza se empinaban por estas calles que van subiendo al cielo, cuando los ecos de las balas asesinas descuartizaron nuevas  promesas y destruyeron nuevas  flores
Y… Venezuela vuelve nuevamente a ser Eva en donde su hijo Abel cae sin vida ante las ráfagas que descargó Caín por el  odio y la envidia con que lo alimentaron desde los círculos del poder.
Y… Las calles de San Cristóbal ya no tienen la ruana de su neblina mañanera. Ahora el vals se escondió tras las puertas porque las veredas de esta tierra son un inmenso collage de manchas de sangre inocente, de sangre juvenil. Ya no son salpicaduras, ahora  son charcos de sangre acumulada que se graban en las retinas de los niños.
Sembraron el odio e intentan hacer que el mal se convierta en parte de nuestra cotidianidad.
Muchos muchachos han caído,  pero no están muertos. Esa sangre cubierta de febrero son torrentes de arrojo y entereza que vale mucho más que el océano cobarde de los que portan los fusiles;  todo ese armamento de violencia que fue autorizado que sembrara de muerte estas calles tranquilas que empinando se van detrás de la neblina.
A los administradores de la cultura del aniquilamiento les dio vergüenza darle el nombre verdadero a la norma que institucionaliza las funciones represivas y criminales del poder. No se atrevieron a identificarla como Decreto de Guerra a Muerte sino que a la impertinente y  violenta disposición, eufemísticamente la llamaron Resolución Ocho Mil Seiscientos Diez para  consagrar el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas ante indefensos ciudadanos civiles por parte de personas que carecen del entrenamiento adecuado.
La imputación del efectivo que portaba el arma, no es suficiente para una tierra con tradición pacífica pero que hoy está conmovida e indignada. Ese gatillo lo apretaron desde los palacios en donde elaboraron la disposición de Guerra a Muerte. Como persona, como padre y como maestro exijo que se deje sin efecto el violento precepto.
Quienes seguimos transitando las calles de mi niñez,  aspiramos que sean calles tranquilas;  por eso rechazamos esta miserable política de funeral y de minutos de silencio pues como lo señaló Luther King «Quien acepta pasivamente el mal es tan responsable como el que lo comete. Quien ve el mal y no protesta, ayuda a hacer el mal».
Szpilman el genial pianista polaco, superviviente judío del Holocausto nos recuerda en esta hora que: «Es tan homicida el ojo que mira hacia otro lado como el que apunta con la mirilla del fusil; es tan culpable la mano que echa la persiana para no enterarse de lo que ocurre afuera como la que aprieta el gatillo»
Somos militantes de la vida, herederos de la resurrección y adversarios de los mercaderes de la muerte; por eso frente a los sepultureros del poder proclamamos: ¡Que viva la Vida!
Profesor Felipe Guerrero

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