La
lucha por la libertad, que es condición necesaria para la democracia, tiene
abolengo histórico. Hugh Thomas en su conocida Historia del Mundo –que dedicó a
Rómulo Betancourt- recuerda que Heródoto relata “una batalla entre hombres
libres y tiranos” en la antigüedad. La lucha ha seguido en la andadura de los
pueblos y no va a cesar mientras exista el ejercicio arbitrario del poder.
En
los tiempos que ahora nos toca vivir las neodictaduras disimulan el sacrificio
de la libertad disfrazándose con arreos democráticos. Es lo que ocurre con el
régimen que desde hace 16 años azota a Venezuela. Se alegan conspiraciones
ficticias para apresar opositores políticos.
En el informe anual que acaba de presentar el
alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos se denuncian, en el caso
de Venezuela, “las duras respuestas del gobierno a las críticas y a expresiones
pacíficas de discrepancia…en un contexto de reducción del espacio democrático”.
Se dice que se respeta la libertad de expresión, llegándose al extremo de
afirmar que hay una “guerra mediática” antigubernamental, pero desde las
trastiendas de la opacidad se han buscado testaferros que en los últimos cinco
años han comprado 25 medios de comunicación que mutaron su línea editorial e
informativa para ponerse al servicio de los dueños del poder, según la
investigación realizada por el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS). Se anuncia
que se efectuarán las elecciones parlamentarias programadas para este año,
“llueva, truene o relampaguee”, pero se hace ostentación de que se ganará por
“paliza”, pese a que todas las encuestas revelan que más del 80% de los
venezolanos rechazan al régimen y que la victoria será de la oposición, por lo
que surge la pregunta de que si es que se cuenta con la complicidad del CNE
para armar la trampa. Se dicta la Resolución 008610 para intentar cubrir con
manto legal la represión letal de las manifestaciones de protesta.
Mario Vargas Llosa escribe en el artículo que publicó en El Nacional el
domingo pasado que “una pandilla de demagogos asesorados por Cuba en el arte de
la represión van empujando a Venezuela hacia el totalitarismo”. Habrá que
precisar que la desviación totalitaria de los que se autoproclaman como
cultores del llamado “socialismo del siglo XXI”, es más bien una desviación
hacia el totalitarismo fascista al que aceleradamente se deslizan. No son ni
socialistas ni demócratas, estamos en presencia de mercaderes del engaño y de
la apostasía ideológica. Son farsantes encaramados en el trono de la mentira.
Los
cancilleres de UNASUR que nos visitaron la semana pasada manifestaron
solidaridad al régimen ante supuestos planes golpistas, se abstuvieron de ir a
Ramo Verde y a la “tumba” subterránea del Sebin en Plaza Venezuela y opinaron
que en Venezuela hay separación de poderes y “continuidad democrática”,
cerrando los ojos para no ver que la libertad y la democracia están en capilla
ardiente. Y que por encima de las complacencias diplomáticas, habrá
resurrección.
Carlos Canache Mata
canachemata@gmail.com
@CarlosCanacheMa
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