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| JORGE IVAN RODRIGUEZ MANZANO | 
Como es costumbre, reciban  el 
deseo inmenso de prosperidad y felicidad 
en los tiempos por venir, que el Dios del universo nos proteja y nos
ilumine a todos ante unos escenarios que se perciben difíciles y tormentosos.
Nada más complicado que predecir
el futuro, sin embargo el pasado reciente y el presente conflictivo nos indican
que las cosas vienen en este próximo año arto complicadas,  razón 
por la cual siento propicia la ocasión para elevar plegaria al Dios
padre y pedirle luz y claridad ante un horizonte de incertidumbre y angustia.
Un país divido, una oposición sin
liderazgo, un gobierno sin rumbo y agotado prematuramente, un pueblo
angustiado, que padece  las malas
políticas y desaciertos de los  burócratas
del  gobierno y de los mal llamados jefes
de la oposición. Una clase  política  convertida en élite que se aísla cada vez más
de la realidad y apuesta a sus intereses particulares y al de sus
organizaciones, rara vez piensa en el pueblo.
 Un tren 
ministerial, en su gran mayoría 
burócrata,  oligárquico , corrupto
e incapaz, que se sostiene sobre la mentira, el engaño y cabalga sobre una  retórica 
ideológica que  sirve para
hacer  política, pero no para ir al
mercado ni  resolver los problemas domésticos
del  venezolano común, menos aún para
resolver los problemas macroeconómicos que arruinan  al país y lo 
subsumen en el peor de los índices económicos de América Latina.
Las esperanzas  se pierden, la confianza mengua, la
solidaridad se extingue y solo se observa un “sálvese quien pueda”. La vocación
de servicio brilla por su ausencia, los funcionarios se creen  eternos y con la obligación de mandar y pisar
la voluntad  popular. A nombre de la
revolución se hacen  los  negocios 
más jugosos y  se medra el
presupuesto nacional. Un escándalo de corrupción es tapado  por otro 
mayor y  en  la generalidad de los  casos, tirados en el baúl de los recuerdos y
hasta premiado, si el corrupto es de la 
élite gubernamental.
La oposición con unos supuestos
líderes que  se pelean  por una 
botella  vacía y  han 
sido  incapaces de ganarse la
confianza del país nacional. Triste ver como en la misma  oposición por apellidos  y por estirpe familiar algunos se creen
predestinados a ser presidentes y hasta de 
imponer a sus padres  como  guías 
políticos de un pueblo  cansado de
tanta barbarie. Jefes políticos importantísimos para sus partidos, pero
insignificantes para la sociedad. No van a los barrios sino en épocas
electorales para hablar sobre el hambre, que nunca han sentido, financiados por
grupos empresariales que apuestan a tener influencia en un nuevo gobierno, esto
no debe continuar.
Partidos  políticos que tienen años fuera de los
barrios   y del  hecho 
social,  pero  se creen dueños del monopolio del  descontento, de la oposición y de los votos.
Se atribuyen los votos, la vocería y las negociaciones a nombre del pueblo
opositor. Se sienten con el derecho  de
imponer sus cuadros,  sus  piezas, sus 
instrumentos de poder para plantearse un cambio de gobierno, gracias
a  Dios 
el pueblo  no les cree y vota
contra el  gobierno  pero no milita en la oposición. En definitiva
un sistema en crisis que amerita de un sacudón, 
un replanteo y unas  nuevas
condiciones para  oxigenarse.
En verdad  creo como ciudadano común que no se, ¿qué será
peor, el remedio o la enfermedad? Salir de este gobierno para dar un salto en
el vacío preocupa, pero continuar con esta situación atormenta. Seguro estoy
que hay que dar un viraje y construir una 
nueva mayoría  que  replantee el país  con un programa  concreto para salir de la  crisis y recupere la dignidad de los
venezolanos y el derecho a tener calidad de vida, de eso si estoy seguro. Ojala
en el gobierno los sectores  más
sensatos,  los más consientes, los  que tengan sentido común, entiendan lo grave
de una confrontación y de seguir por este 
esquema de polarización y radicalismo fracasado que hunde al país en el
fango de la ingobernabilidad y del atraso económico. Así mismo los sectores más
conscientes de la oposición al  gobierno
entiendan la necesidad de un  acuerdo
programático basado en la constitución y que juntos con respeto, democracia y
con mayoría podamos enrumbar al país.
Estamos en la obligación de
elevarnos por encima de las diferencias y entender que  todos juntos podemos  construir un gran consenso nacional para
salir de la crisis, los radicales estorban en esta hora menguada, requerimos de
un centro político que una al país nacional, a las  fuerzas armadas institucionales, a las  universidades y academias, a los empresarios
de verdad, no a los  acostumbrados a
vivir del rentismo y del presupuesto del estado, a los emprendedores, a los
jóvenes, necesitamos unas nuevas y briosas esperanzas, necesitamos  creer nuevamente en el país, que
nuestros  jóvenes  no 
sientan  la necesidad de irse en
busca de futuro en  otras latitudes, que
por el contrario vuelvan todos los que se han ido para reconstruir la patria y
puedan, con  sobradas garantías colocar
al servicio de Venezuela todos sus conocimientos y capacidades.
Tengo la horrible  impresión que estamos  montados en 
un barril de pólvora acompañado de una 
gran desilusión y una gran  desesperanza
e incertidumbre  que nos coloca al borde
del  abismo.
Es momento de   profunda 
reflexión, de  ponerse la mano en
el corazón y hacerse un  examen de
conciencia, vale  la pena  preguntarse ¿Qué le conviene al país?, ¿será
pertinente y beneficioso un  golpe de
estado?  ¿Será beneficiosa  una guerra 
civil? Yo en lo particular creo que tenemos que evaluar la oportunidad
de  darnos un consenso entre todos los
venezolanos, por eso  llamo a la parte
más sensata del  gobierno y de la
oposición   a que ensayemos el camino del  diálogo, el consenso programático y la
unidad  verdadera en la  acción 
compartida para  convertir esta
crisis en  una  oportunidad, para ello  necesitamos 
reconciliarnos, perdonarnos y 
hacer  uso  de la reflexión, la sensatez y el  amor de venezolanos.
Este nuevo año se presenta a
punta de caramelo, lo peligroso es que cada quien jala la braza para su
sardina, esto le puede costar al país 
unos cuantos muertos y unos cuantos 
años de violencia, recordemos que la violencia se sabe cuándo comienza
pero nunca cuándo  termina. En  este sentido 
mi mensaje de angustia  es  a los sectores sensatos del país, al
Presidente de la República que tiene la primera responsabilidad  pública con Venezuela, a los militantes
del  PSUV 
que les duele Venezuela y su 
futuro,  a los Militares de alto
rango, a  las autoridades universitarias
y los  empresarios honestos, a los
dirigentes sociales, a las bases militantes de la oposición y del  gobierno, a que iniciemos una gran cruzada
por la reconciliación y el diálogo de verdad, 
no un diálogo de  sordo y de
interés burocrático y cogollérico, menos 
un diálogo comercial y de reparto de prebendas, o de cuotas políticas
que se quedan en las cuentas bancarias de ciertos  actores. NO. Tiene que ser un diálogo
sincero, por las bases, en las comunidades, en los barrios, y para eso  el gobierno 
tiene la primera palabra,  tiene
que  cambiar el mensaje, el código, los
valores y las intenciones,  tiene que ser
un diálogo pedagógico de paz, de amor y de convivencia sincera. A eso apuesto
y  para eso  estoy 
ganado. 
En verdad estoy  convencido 
que es mejor que el  gobierno  cambie 
el  rumbo y llame al país a
un  giro de timón y solicite  la incorporación  de todos los 
sectores, a que al final tengamos que 
enfrentarnos en una guerra  civil
que terminaría desbastando a los venezolanos o el seguir enterrando  venezolanos caídos a manos del hampa. Vale la
pena meterle el  hombro  a Venezuela.
Por su puesto, que el gobierno
tiene que entender esta situación y tiene 
que dar  muestra clara de  autoridad y conciencia, tiene la obligación
primaria de pacificar el país, y la oposición tiene que dar muestras de
amplitud y tolerancia, sobre todo que los avances  políticos y sociales no son negociables. 
Este es  mi grito de hombre nacido de la revolución,
de hombre crítico, de buscador de sueños y de oportunidades, pero sobre todo
como padre de familia, de hijos profesionales con maestrías y postgrados y que
hoy, dos de ellos están fuera del país porque en su patria  no tienen 
oportunidad. Tuvieron que irse después de  años de 
desempleo. 
Este mensaje lo escribo  como venezolano, como padre angustiado por mi
país y preocupado por el futuro de los 4 hijos que me quedan en Venezuela y por
entender que “Cuando se tiene  un
hijo,  se tienen  
Jorge Ivan Rodriguez Manzano
jorgeeticarodriguez@hotmail.com
@jorgeetica
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