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jueves, 18 de diciembre de 2014

ISAAC VILLAMIZAR, LA SOBERANÍA NO LA TIENE EL GOBIERNO

ISAAC VILLAMIZAR
Durante muchos siglos, la soberanía, de hecho, permaneció en manos de los reyes y príncipes. Eran ellos quienes, con poder absoluto decidían la vida y el destino de sus súbditos. Juan Bodino, en 1576, colocado al lado del absolutismo monárquico, afirmaba aún en 1576, en su obra “Los Seis Libros de la República”, que la soberanía residía en los gobernantes.

Pero llegó Rousseau con su discurso de 1754 ante la Academia de Dijón sobre el Origen y Fundamento de la Desigualdad entre los Hombres y con sus obras “El Emilio” y “El Pacto Social”, para echar por tierra la soberanía de su alteza. Rousseau aseguraba la existencia de un Estado de asociación producto de un contrato social, surgido entre los integrantes de la comunidad que deciden entregar parte de sus libertades en beneficio de la misma, eligiendo facultativamente la autoridad direccional o poderes constituidos. Mediante la soberanía popular, todos los seres son iguales, ninguno tiene el derecho de gobernar a los demás, siendo la igualdad para la libertad el derecho idéntico que tiene cada individuo para coparticipar unido con todas las voluntades libres y soberanas en la formación del cuerpo político que va a regir sus relaciones. Es con este filósofo que se asienta la doctrina de la residencia de la soberanía en la voluntad general del pueblo, formada por los hombres libres que buscan su libertad, dándose libremente su estructura  político-social. La soberanía del pueblo es la base inconmovible de una sociedad orientada a la realización de lo humano. Desde Rousseau nadie más ha vuelto a defender la soberanía del monarca y de las minorías gobernantes.

En Venezuela, desde la Carta Magna de 1811, impregnada de las ideas revolucionarias francesas, se estableció que la soberanía residía en la generalidad de los habitantes de la República. Y la Constitución vigente es clara en su artículo 5 al preceptuar que ella reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente, a través de la democracia participativa, e indirectamente por medio de la democracia representativa. Porque son muchas las manifestaciones en la Constitución en las que se refleja el ejercicio de la soberanía popular de forma directa o a través de representantes electos por la voluntad electoral. No hay sino que leerse, entre otros, los artículos 5, 62, 70, 186, 197 y 199 del texto fundamental. Entonces, es únicamente el pueblo el depositario de ese poder supremo y originario, que lo tiene para gobernarse de forma autónoma dentro del territorio nacional, sobre el cual no existe autoridad igual o superior, y cuyo dominio no puede pasarse, transmitirse o someterse a otro poder, ni por ley, ni autoritaria o discrecionalmente. La voluntad de una población, como integrante del Estado, está representada por ella misma.

En Venezuela vivimos momentos aciagos de ataque a la soberanía popular. Esta potestad nos es negada a los ciudadanos y ha sido entregada por intereses de diversa índole a neocolonizadores, a países extranjeros caribeños, a potencias económicas asiáticas. El gobierno rechaza que los ciudadanos podemos autogestionarnos, celebrar cabildos abiertos y asambleas de vecinos con decisiones vinculantes; al gobierno le da piquiña que los electores, en defensa de nuestra soberanía, le recordemos los referendos revocatorio, consultivo, abrogatorio y constitucional para una Asamblea Nacional Constituyente, si ese fuera el camino a  seguir. Los venezolanos tenemos el deber de proteger la soberanía. El Estado tiene la obligación de preservarla junto con la integridad territorial. Las FAN deben garantizar la independencia de la Nación. Esto, y no otra cosa, es lo que señala la Constitución. /*Profesor de Postgrado de Derecho Constitucional

Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado

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