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martes, 9 de diciembre de 2014

CARLOS AGUILERA ., LA PRENSA, ARTILLERÍA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

“En vano las armas destruirán a los tiranos, si no establecemos un orden político capaz de reparar los estragos de la revolución” Simón Bolívar
CARLOS AGUILERA 
Ningún  político venezolano le había sacado tanto provecho a los medios de comunicación, como el difunto Hugo Chávez, cuando luego del fallido golpe de estado el 4 de febrero de 1992, fue presentado en televisión y en breve declaración justificando la asonada que fracasó, concluyó con una frase que posteriormente coparía los espacios de los noticieros de televisión, y las páginas de los diarios nacionales e internacionales: “por ahora”.

Indultado por el gobierno del fallecido Presidente Caldera, Chávez inicio su periplo por el país invocando la abstención en el proceso electoral que se avecinaba, pero fue convencido por Luis Miquelena para que se lanzara como candidato presidencial, pues era la vía más expedita para llegar a Miraflores. Hizo caso y  ya como aspirante a la silla mirafloriana recorrió pueblos y ciudades de Venezuela por lo que los medios de comunicación comenzaron a darle cobertura a la par de los demás candidatos presidenciales. En cierta ocasión agradeció a los periodistas este hecho, tras manifestar que no disponía de recursos económicos para competir con sus adversarios políticos.

Luego de su triunfo en el proceso electoral por una abrumadora mayoría, Chávez en su primer discurso como Presidente electo despertó alentadoras expectativas, que el país nacional asumió como la redención de tantos problemas que había venido confrontado,  por culpa de las erradas políticas de los gobiernos que le precedieron.

Poco duraría esta ilusión para quienes habían cifrado su esperanza y fe en quien fue electo para dirigir los destinos del país. En sus primeros discursos y al inicio del programa “Habla el Presidente” que se transmitió en cadena por años, exaltaba  a menudo la figura de Noam Chomsky, un líder de la izquierda norteamericana, como lo califican algunos, autor del libro: “Los guardianes de la libertad”, un clásico sobre la influencia de los mass media en las sociedades modernas, además de profesor emérito del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets, quien inicialmente lo apoyó desde que llegó al poder y afirmó que Chávez estaba creando un mundo mejor, pero posteriormente terminó denunciando su concepción totalitarista del poder y poco respeto por la democracia.

Ahora, el mismo Chomsky, consultada su opinión respecto a Venezuela tras la muerte de Chávez, respondió tácitamente, que “es una sociedad que está dividida, como quedó claro con el resultado de las últimas elecciones y que enfrenta grandes problemas internos como la violencia, la corrupción y el poder autocrático”. Como corolario acotó que “cuando los gobiernos se apoderan de los medios es siempre algo lamentable, porque estos tendrían que ser independientes del empresariado y del poder gubernamental.

Y es que el heredero e hijo putativo del difunto Chávez, es ajeno a todas estas premisas sobre la verdadera libertad de expresión, que es una derecho inalienable del pueblo venezolano, que en su evolución racional ha logrado desarrollar los espacios del derecho y las libertades, en cuyo contexto se fundamenta la comunicación social y la imprescindible necesidad, de que la sociedad sea debidamente informada de los hechos y sucesos que incumben a su existencia social y que pueden prevenir - dentro de las posibilidades de las percepciones humanas – los cauces del porvenir.

Ignora Maduro, que los principios elementales de la comunicación y la información, algunas veces contradicen las pretensiones gubernamentales que guiados por su propias ópticas, pretenden silenciar hechos que puedan afectar la imagen del gobierno, para cuyo efecto suelen utilizar la manida frase de que la prensa desinforma, omite, distorsiona y solo registra lo negativo. Es recurrente, en el inquilino de Miraflores y hasta sus más cercanos acólitos enquistados en el poder, criticar acremente a los medios de comunicación social y hasta acusan a algunos comunicadores de conspirar para derrocar a Nicolás Maduro. Desconocen que la historia de la prensa en nuestro país – sin perjuicio de errores y deficiencias – es de libertad e independencia, a veces incomprendida como en los actuales momentos, por la cerrada posición e intransigencia de quienes ejercen el poder.

Sin embargo, para el uso y abuso de sus intereses políticos, cuya meta es la propensión hacia el mantenimiento de la figura de su fallecido líder y para la divulgación permanente de la propaganda oficial, bajo el lema de la llamada revolución socialista del siglo XXI, el régimen comunista de Maduro no ha tenido empacho alguno en acrecentar el número de medios impresos y radiofónicos, que además de VTV, Tves, Telesur, televisoras regionales, periódicos, semanarios, emisoras sobrepasan más de 375 a nivel nacional.  Y sin escrúpulos de ninguna naturaleza y mediante artilugios legales, se les niega las divisas a importantes medios nacionales para la importación de papel, obligándoles en consecuencia a limitar el número de sus cuerpos y páginas (El Nacional y TalCual), y otros de provincia que se  han visto obligados a salir de circulación.

¿Cuál es la razón para que un gobierno mantenga una hegemonía comunicacional sin parangón en la historia del país, más aún si a ello se suma –según el colega Miguel Salazar – la compra en los próximos días del Bloque De Armas (2.001, Meridiano y Meridiano TV) y negociación en puerta de Televen y Venevisión?. Algo nunca visto, no solo en Venezuela sino en el mundo. A buen entendedor, pocas palabras. Claro está,  se pretende que la opinión pública no se entere  de la campante corrupción; lideres políticos y estudiantes presos; peculado de uso de los bienes del estado; inseguridad; devaluación de la moneda; desabastecimiento de alimentos y medicinas; nepotismo; abuso de autoridad; tráfico de influencias; enriquecimiento ilícito y una sarta de manejos poco santos, de un régimen que no mira los cadáveres que esconde en sus propios armarios.

Desconocen quienes se ufanan de ser socialistas y bolivarianos,  que el periodismo y sus hacedores de oficio, son testigos e historiadores de su tiempo y que nadie como ellos tienen en su voz y en sus manos, la posibilidad de recoger el testimonio de la actualidad, para que el país sepa lo que ocurre en la aldea global de McLuhan, y que para que sus  habitantes de mañana tengan clara noción de cómo fue su pasado. Desconocen, y de ello no hay la menor duda, de que la libertad de prensa es la genuina expresión  de la verdadera libertad y que el uso de estas valiosas herramientas del conocimiento, no son para depositar frases y dañar reputaciones y exponer al escarnio público a valios@s venezolan@s, por el simple hecho de no comulgar con el llamado socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que el comunismo, según el propio Fidel Castro.

Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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