ORLANDO VIERA-BLANCO |
"En esencia nos fascinan los cretinos
en el poder (Pocaterra), con un tumbaíto (dixit Ruth Capriles), de dejadez,
pereza, reflujos e indolencia, que nos inclina a la anomia; en un ambiente
ahora miliciano, militarista, colectivista y revolucionario, que ha potenciado
nuestra esencia patógena y paranoide hacia las conductas desviadas..."
Es conocida la anécdota del escorpión y la
rana, leyenda según la cual el alacrán cruzando el río sobre el noble anfibio
de pronto lo punza mortalmente, sin importar que él mismo morirá ahogado. Por
qué lo habéis hecho preguntó el sapillo. Porque es mi esencia respondió el
escorpión. ...Y así vamos en nuestra punzada
Venezuela. Muchos nobles cargando
impíos. Lo más grave es que no distinguimos quienes son sapos y quienes son alacranes... ¿O sí?
Recuerdo un film de Brian De Palma
protagonizado por Al Pacino, llamadoCarlito's Way (1993). Trataba sobre un reo
que después de 5 años en prisión, regresa a su cuadra latina de Harlem-NY, y pronto se ve involucrado en nuevas
fechorías. Impulsado por su abogado criminal (Sean Penn) el exconvicto
nuevamente se ve atrapado entre homicidios, blanqueo y tráfico de drogas. Aunque en esencia quería apartarse de ese
mundo, su entorno y su pasado -esencialmente criminal- no le permitía salir de
aquél torrente. Carlitospudo haber superado sus más profundos atavismos, pero cercado
por un ambiente maledicente, sus instintos actuaron conforme había aprendido en
la vida: por atajos, con el mazo dando o negociando con el mismísimo Satanás.
Nuestros modos en la Venezuela roja-rojita, poco contribuyen a desmontar
nuestras históricas desviaciones conductuales. En esencia hemos sido
caudillescos, fascinados por los cretinos en el poder (Pocaterra), con un
tumbaíto (dixit Ruth Capriles), de dejadez, pereza, reflujos e indolencia;
inclinados a la anomia (amoralidad denunciada por Durkheim y ratificada por
Mires); en un ambiente ahora miliciano, militarista, colectivista y
revolucionario, que ha potenciado nuestra esencia patógena y paranoide hacia
las conductas desviadas (Herrera Luque)... En la Venezuela de hoy una luz roja
es una sugerencia, como lo es una partida presupuestaria, a la cual se lanzan a
rabiar como a una piñata -sin importar si son rojos o son azules- para sacar
"su dulce, su muñeco". Nadie piense por un segundo que el fenómeno de
los enchufados, está reservado únicamente a partisanos o promotores de la
ideología de Mao, Lenin o Fidel. Todos vamos como Carlito's way, derechitos al
complot, al cuadre, al bacanal, con punzadas entre sapos y escorpiones, sin
importar los riesgos, sean grupales o individuales. Mientras tanto, el país es
un gran caudal de lodo cuyo regato crece y crece, resistidos a aprender ni
reconocer, que hemos llegado a un punto de desborde, donde intentar cruzar el
fango es morir en el intento. ¿Cómo llegamos aquí? ¿Es nuestra esencia? No.
Es peor. Es nuestra comodidad. Es un "yo no quiero problemas y no me
meto en v...". Crasa y supina negación del compromiso.
Winston Churchill predijo que "le
gustaría vivir eternamente para ver cómo las personas en 100 años cometen los
mismos errores que yo" Y yo diría
que los venezolanos viviremos eternamente cometiendo los mismos errores para lo
cual no basta vivir 100 años. 16 años han sido más que suficientes, por lo cual
a estas alturas es difícil sentarnos en una mesa y dialogar civilizadamente.
Nuestra desconfianza grupal suda a flor la piel. La revolución bolivariana
comienza a naufragar en su violencia. Y nosotros con ellos. Nuestra humanidad
está invadida de una suerte de
malange entre miedos, gulas, perezas y
dudas, que impiden salir de este infinito hueco negro. Y cualquier pequeña excusa es suficiente para
abortar un desafío. Entonces qué queda para lo ciudadano, sino en lo privado
igual somos como gitanos. "Hermano,
el hombre no vino, le parió la abuela, en el banco no había línea y el poste de
luz que alumbraba el frente de su casa, amaneció roto". Nada nos detiene para justificar carencias y faltas... A qué viene
que un poste de luz, la abuela o que no haya Internet en el Banco de Venezuela,
me impida responder un correo, una llamada o unos ¡buenos días! Nuestra lógica
de la displicencia es infinita. Es evadir los retos más profundos, como la
libertad y la honestidad, por preferir cruzar el río en el lomo del sapo. No
construimos un solo puente. Y mientras nos matan por nada, vamos de
externalidad en externalidad, de cuento en cuento, de mito en mito, evadiendo
lo que toca, punzando veneno o evitándolo, porque ese es el tema: que no nos
toque. Nadie piense que lo que hoy nos pasa
es por causa de nuestros orígenes y desviada prosapia. Ya esta tesis Herrero-Luqueana,
quedó corta. Los venezolanos hemos desarrollado un nuevo virus conductual, que
como el ébola, que se reproduce por la salida: la habladera. El medio ambiente
claro que empeora las cosas y favorece nuestras deficiencias. Pero la
determinación a negarnos a seguir siendo lo que somos y hemos sido, nos
condena. No superarnos nuestras esencias, porque actuamos por reflejo y por tendencia -como el escorpión-
no con razón y consciencia, como el ser humano.
Nuestros modos nublan
nuestro último vestigio de humanidad.
Pero aún tengo fe de que el veneno se acabe. Única manera de que la
ponzoña, no cobre más atrasos, más violencia y más vidas. ¡Se cansa uno! decía
Lares...
Orlando
Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanc
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