A
manera de contextualizar el presente artículo, abordaremos de forma previa y
breve dos aspectos que confieren el perfil de su contenido:
1.-
Hemos diferenciado la política (arte y ciencia de gobernar) de la ideología
(visión que relaciona al hombre con la sociedad) en función de poder
argumentar, por una parte, que la política se nutre de dos fuentes: lo
ideológico y lo económico, y por otra parte que el ideólogo sustenta una
posición política (generalmente teórica) basada en una coherencia sistemática;
2.-
La economía (como ciencia social) además de propiciar el bienestar social
mediante la transformación de la sociedad a la luz de una adecuada economía política,
es de igual forma la única vía que puede
facilitar (para quienes aún sostienen su vigencia) la transición del
capitalismo al socialismo, previa, según opinión de los ortodoxos, liquidación
del sistema capitalista, eliminación del poder político y económico de la
burguesía (fuente del fascismo) y la demolición de la propiedad privada, habida
cuenta que “la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos
constituyen la base de todo orden social” (Engels).
Apoyándonos
en estas premisas, y soslayando (por razón de espacio) la obviedad del
desastroso comportamiento experimentado por la economía venezolana (muy
especialmente en la última década) como consecuencia de la instrumentación (con
intenciones soterradas) de políticas económicas supeditadas al interés
político-partidista del Gobierno; formulamos un análisis a la carta-denuncia
(conciencia) partiendo de la base que el verdadero cargo del “destituido”,
quien es pieza intelectual importante del “proceso” y colaborador directo de
Hugo Chávez por cerca de 20 años sosteniendo un “intenso vinculo de carácter
ideológico, personal y programático” (carta, JG), era según nuestro parecer el
de Ministro de Planificación de la economía para la transición al socialismo
del siglo XXI.
De
tal forma, nos resulta contradictorio, ingenuo o una estrategia inconfesable
que ahora se pretenda evaluar la gestión del ministro revocado en función a
“sus errores cometidos en materia económica” cuando en la practica ese no era
su “trabajo”, ya que lo trascendente de su ejercicio profesional era crear un
Estado proletario que tuviese “en sus manos no sólo la tierra, sino también las
ramas más importantes de la industria” (Lenin).
Veamos:
La ortodoxia socialista afirma que la transición hacia el socialismo pasa por la
demolición del sistema capitalista, hecho que se logra por intermedio de la
planificación de la economía en aras de crear las condiciones para la
liquidación de la base económica de la clase capitalista, como requisito para
acabar con la democracia burguesa (y con la oposición reaccionaria) al igual
que con la “solidez de sus relaciones internacionales” (Lenin) que impiden los
cambios cualitativos; razón por la cual se debe “echar por tierra la base de
todas las relaciones de producción y de intercambio” (Marx), en el entendido
que “las modificaciones sociales no deben buscarse en la cabeza de los hombres,
sino en las transformaciones de los modos de producción y de intercambio”
(Engels), haciéndose necesario una “ofensiva contra el capital privado en una lucha
a muerte” (Lenin).
De
igual modo sostienen que en una
democracia burguesa capitalista (fuente del fascismo) “ningún progreso es
factible sin atacar las bases mismas del sistema capitalista” (Dimitrov); hasta
la “eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción, en
favor de la promoción de la propiedad comunal” (Bases programáticas del PSUV);
escenario donde una mayoría de los socialistas venezolanos niega cualquier
posibilidad de economía mixta ya que, según ellos, no cambia la naturaleza
económica del Estado capitalista (¿izquierda trasnochada?).
Así
referenciado, y ante la evidente dictadura político-partidista que se ejerce
sobre el desenvolvimiento de nuestro “modelo” económico, se nos facilita una
mejor lectura de la carta-denuncia (conciencia) donde el autor sostiene que en
la transición hacia el socialismo bolivariano “se considera a la planificación
como una actividad transustanciadora, que debe contribuir como mecanismo ex
ante a la ordenación y racionalización de la sociedad venezolana” (Carta, JG).
Señala
igualmente que durante su gestión fueron elaborados muchos documentos públicos
bajo la guía del Comandante Chávez, los cuales formaron parte del Programa de
la Patria que presentó el presidente al momento de inscribirse para la
reelección y que luego de su desaparición física se convirtió en el programa de
gobierno del actual presidente de la República.
Es
de obviedad manifiesta, que en el imaginario colectivo nacional priva la
percepción en cuanto a que la dirección del actual “proceso” es capaz y está
dispuesta a cualquier acción en función de mantener el poder político para
avanzar en la revolución bolivariana,, lo cual coincide con lo afirmado en la
carta-conciencia que “en este camino del proceso bolivariano era crucial superar
el desafío del 7 de octubre de 2012, así como las elecciones del 16 de
diciembre de ese mismo año.
La
superación se consiguió con gran sacrificio y con un esfuerzo económico y
financiero que llevó al acceso y uso de
los recursos a niveles extremos” (Carta, JG), señalando de seguida que el
ambiente de gobierno alcanzado varió ya que “las cosas fueron tomando un nuevo
rumbo con la desaparición física del Comandante Chávez” (Carta, JG).
Nos
surgen muchas dudas e inquietudes, básicamente en lo relativo a si el Gobierno
Nacional Colectivo profundizará las acciones en procura de transición hacia el
socialismo (ahora Bolivariano), soslayando, tanto que “transitar del
capitalismo al socialismo es una tarea titánica” (Hugo Chávez, La Habana,
2010), así como que más del 85% de la población clama por la presencia de la
empresa privada; o si por el contrario (a) irán a un revisionismo estratégico a
la luz de un nuevo y renovado Capitalismo de Estado de carácter temporal, hasta
crear las condiciones para acabar con lo que denominan Capitalismo de Estado
Burgués; o (b) se intente conducir la economía sin basamento científico y
carácter holístico.
En
fin, y retornando a la carta-denuncia (conciencia) en comento, consideramos que
la debida autocrítica, más que responsabilidad del ministro destituido, es al
Gobierno a quien le corresponde autocriticarse al igual que dar a conocer al
país su visión de la economía política que orientará las políticas económicas
en el marco de una Venezuela democrática, pluralista y participativa, en intima
vinculación con el Artículo 115 Constitucional.
Jesús
Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jagp611
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