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jueves, 22 de mayo de 2014

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, LA MESA ES PARA COMER

Las recientes declaraciones de Nicolás Maduro, aseverando que las mesas son de dialogo y no de negociación, al referirse a las peticiones que la Mesa de la Unidad  ha hecho, según él, "cosas que no pueden ser", durante los encuentros del dialogo entre representantes de la oposición y del oficialismo, ratifican la idea de inutilidad que la convocatoria a “dialogar”, tenía para los altos jerarcas del gobierno nacional.

En otra parte de su alocución, ilustrativa de su posición, dijo Maduro "no vinimos a negociar nada de lo que es la democracia, la Constitución y la revolución”. “Que se entienda, no aceptamos chantaje de nadie,.. Entonces dicen que tienen que haber resultados ya, ¿resultados de qué?... El propio diálogo ya es un resultado positivo, el hecho de que estemos hablando, dialogando y que establezcamos la diferencia ya es positivo”. 
Dialogar por dialogar y establecer diferencias, es pues lo importante para quienes representan al oficialismo en la mesa. Negociaciones y resultados, no son bien vistos; se les califica de chantajes. Pero si el dialogo no tiene como finalidad negociar nada, tampoco sirve para establecer las diferencias entre chavismo y oposición, pues éstas ya eran más que conocidas en estos últimos quince años, por lo que es evidente que el dialogo no hacía falta, al menos para eso.
Cuando decimos que ya Maduro y el “alto mando psuvista” tenían claro la ineficacia de un dialogo así diseñado, debemos recordar que el propio Presidente de la República decoraba, en vísperas de la instalación de la Mesa de Dialogo en Miraflores "No tengo nada que negociar con nadie (...) ni negociación ni pacto, aquí lo que hay es un debate, diálogo, que es diferente a una negociación y un pacto". En aquel momento Maduro respondía, nada menos, que unas  declaraciones del expresidente  brasileño Lula, quien se lamentaba de que en Venezuela no hubiese tiempo para la reflexión y consideraba apropiado establecer una política de coalición por los próximos cinco años, a la vez que recomendaba a Maduro “intentar disminuir la intensidad del debate político para dedicarse enteramente a gobernar, disminuir la tensión”.
Unas tajantes afirmaciones que repitió unas semanas después, a finales de abril, al referirse al papel de las Conferencias de Paz que servirían para todos escucharse, “dialogar, debatir, nosotros hemos vivido 15 años en un nuevo esquema para hacer la política y nosotros no nos sentamos con ningún sector así sea la derecha más rancia jamás nos sentaremos a negociar nada, una cosa es debatir dialogar conversar y otra cosa es retroceder, no hay negociación ni con la burguesía ni con nadie”. Más claro no canta un gallo, la negociación es imposible pues se ve como retroceso, como traición, porque es con la burguesía, es decir, con la derecha.
Negociación que quedó igualmente rechazada, como una especie de herejía, por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, durante el III Congreso Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela, apenas un día después de haberse televisado el primer "diálogo de paz" en Miaraflores, pues los dirigente opositores que asistieron al mismo, son los mismos que llaman a la violencia: “Sabemos con quienes estamos sentados, allí no hay negociación ni pactos a espaldas del pueblo”. y más explícitamente: ”Estaban sentados un grupo de venezolanos, que se les reconoce la intención de sentarse y escuchar lo que estábamos diciendo, pero no les gustan que les digan las cosas. Estaban ahí, con sus caras de yo no fui, pero siguen llamando al ataque del pueblo y al desconocimiento de las autoridades”.
Ahora bien, si ya sabían con quién de la oposición se estaban sentando, además de que no se buscaba negociar nada, para que convocó entonces el gobierno una Mesa de Dialogo como lo recuerda el presidente Maduro a cada rato. La conclusión inevitable es que fue tan solo para salirle al paso a la crisis política que el clima de protestas y violencia en las calles estaban generando y dar una conveniente  imagen, a la opinión pública, de gobierno conciliador y dialogante. Una mera obligación de circunstancias.
En verdad, el señor Maduro tiene razón al afirmar que la mesa no es para pactar; aunque se equivoca  cuando la utiliza para tratar de mantener un dialogo, después de llamar chantajistas a quienes solicitan negociar y concretar resultados.
Mirándolo bien, con esa óptica, la mesa pareciera no servir para una cosa, ni para la otra; solo para comer.
José Luís Méndez La Fuente
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