BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

miércoles, 23 de abril de 2014

RAFAEL GROOSCORS CABALLERO, ¿LA SEXTA REPÚBLICA?

            Como en los procesos agónicos, cuando las fuerzas naturales del cuerpo flaquean, en la historia también la muerte se anuncia con estertores. Así, la versión venezolana de la revolución socialista parece encaminarse a su definitivo deceso. No da para más. El “Plan de la Patria”, en su exquisita profundización ideológica, llegó en hora menguada. Montaron el show del “comandante eterno” y contaminaron a la opinión con llamados al diálogo y a la paz. Armisticio imposible, por cuanto todavía no hay guerra. Por lógica elemental, la paz sucede a la guerra y no al revés. 
           
 ¿Diálogo para qué? Si existe alguna polarización en Venezuela, es entre una cúpula dirigente, que se alterna en el poder, y una sociedad abandonada. Por eso es que ya se habla de un nuevo disfraz anecdótico: la Sexta República. Venezuela no estará invitada a esta atrevida epopeya. Los “de arriba” se repartirán la torta y la película comenzará de nuevo. El futuro no existe. Los que aquí estamos y aquí nos quedamos, compondremos el presente, quitándonos de encima  el pasado. ¡Qué desgracia! Así como transcurrió, apacible o ruidosamente, con armónicos silbidos o aparatosos estruendos, la Primera, la Segunda, la Tercera, la Cuarta y la Quinta, ahora viene la ¡Sexta República!.

            ¿No es más de lo mismo? Otra vez, una espasmódica transición y al final la promoción estrepitosa de un nuevo Salvador de la Patria. Porque siempre es un “número uno” el líder a quien le tocará el inmenso honor de “salvar” a Venezuela y “sacarla del atolladero”. Y habrá un grupo sólido, mimetizado, de aguerridos “luchadores sociales” que respaldará al escogido para colmar de realizaciones las esperanzas del pueblo. ¡Qué audacia! No nos conocemos, porque como venezolanos ignoramos nuestra identidad. No somos de la “patria chica”; somos de la “patria grande”. Así como los “criollos” eran unos españoles de segunda, los que no somos de Caracas, somos del “interior”. La Capital reúne a los que mandan, a los que pueden, a los que hacen y deshacen, mientras al “interior” le toca trabajar para que ellos vivan. Alguien nos decía que así es en España, en la “madre Patria”. Los catalanes y los gallegos “ponen el lomo” y producen lo que España necesita. Los vascos hacen la guerra. Los andaluces ponen los toreros, el cante hondo, las mujeres bellas y todo lo necesario para el baile. Pero es Madrid quien vive de todos ellos. ¡Esa es la lección!. Bien aprendida por lo demás.

            Nosotros diríamos que no necesitamos “cambiar” de República y ni siquiera “cambiar” de gobierno. Lo que requerimos es cambiar, de verdad, de sistema. Sistema de organización nacional. Político, económico, social y cultural. Una Venezuela absolutamente distinta a todas las otras que quedaron atrás. Pero una Venezuela de todos los venezolanos. De los andinos. De la gente del Zulia. De los Llaneros. De los guayaneses. De los orientales. De los del “centro”. En eso pensábamos cuando propusimos la “Rebelión de las Regiones”. Que tuvo eco inmediato en el Táchira, cuando apareció el “Proyecto País” del MID, antes de que, en su consonancia o sin ella, los “muchachos” alborotaran el avispero. Afortunada coincidencia. Una Venezuela que entienda el futuro y que se adecente para vivirlo. Una Venezuela superior.

            En un nuevo sistema de pensar en Venezuela, el gobierno tiene que responder a las pequeñas soberanías que se concentran en los Estados. En San Carlos de Río Negro y en Tucupita, podrían estar los ángulos críticos de una nueva economía. En Cumaná y en Ciudad Guayana. En todos los pueblos situados en las márgenes del Lago de Maracaibo. En el llano adentro. En las cumbres merideñas. En los hervideros de la costa atlántica. Venezuela se abrazaría a sí misma y comenzaría a darse a valer en el mundo entero. Caracas quedaría para tomarse un café y jugar lotería. Pero el resto del país se entregaría a la producción, a la innovación, al desarrollo, extrayendo de su geografía el inmenso potencial que se requiere para enterrar la pérfida Venezuela petrolera, transformándolo en valores que generarán no sólo una renta competitiva, sino que sembrarán las simientes de una nueva cultura, sin vicios destructivos, sin corrupción ni entreguismo, sin glorificación del ocio, como para colocar a Venezuela en el lugar que le corresponde en el mercado mundial.

            Hablamos de una Venezuela alimentada por una Democracia donde el Parlamento, dotado de una Cámara Territorial, integrada por la representación proporcional y paritaria de cada uno de los Estados, sea quien “haga” los planes de gobierno, en función de las necesidades de toda la colectividad nacional. Planes que tienen que ser debatidos en las regiones y no impuestos por cúpulas sobrevenidas desde la Capital. Para que el Orinoco nos haga voltear hacia el sur para oír su poderosa voz universal. Para que las cumbres andinas nos digan lo que tenemos que hacer para utilizar adecuadamente sus aguas que caen en torrenteras hacia el gran río de los venezolanos. Para que el hombre de “abajo” se sienta dueño de su propio destino y no súbdito esclavo de una causa extraña a su libertad. ¿Es utópico este lenguaje? ¿Volveremos a dejar que pasen los años y que cada vez despreciemos más el futuro? De este último episodio de insurrección juvenil, de los hombres del mañana, tenemos que entender que les debemos el futuro. Que tenemos que echar las bases de una democracia con empuje, con fuerza, con pleno ejercicio de soberanía, con libertad, en una palabra, con libertad para que todos nos transformemos en los promotores de un milagro. No más repúblicas cuantificadas en aritmética elemental. ¡Hagamos de Venezuela un poderoso rincón del mundo; un escenario donde toda la humanidad tenga que fijar su vista; un venero prodigioso para calmar la ansiedad de la historia contemporánea!.

Rafael Grooscors Caballero
grooscors81@gmail.com .   
@grooscorscaball

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