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jueves, 17 de abril de 2014

GUSTAVO YEPES, TANDA DE PENALTIS EN MIRAFLORES

Los equipos de futbol van a los penaltis cuando están empatados en una confrontación que no permite el empate. Los penaltis no son una decisión de nadie sino una instancia forzosa para dirimir un ganador. En nuestra situación actual, nunca había existido la necesidad de acudir a esas instancias porque había un equipo poderoso, Los Oficialistas, que arrollaba al contrario, al enemigo, a Los Opositores. 

Se tuvo que dar una situación especial en la cual Los Opositores jugaron tan bien que inesperadamente empataron el juego y obligaron a Los Oficialistas a acudir a la tanda de penaltis, cada uno con 11 jugadores, como debe ser.

La previa. Esta etapa tuvo unas peculiaridades muy interesantes, ya que tuvieron que venir unos extraños a decirle a Los Oficialistas que el juego se había empatado, porque ellos no querían admitirlo.  Los extraños también convencieron a Los Opositores, que, para ir a los penaltis, había ciertas condiciones. La primera, que ellos iban a ser visitantes; es decir, iban a tener que jugar en el campo del otro, en terrenos de Miraflores. Además, no iba a haber un árbitro sino que ellos mismos, más otro importado de lujo, iban a estar viendo lo que pasaba pero eso sí, con la boca cerrada. A falta de árbitro y jueces de línea, iba a haber una suerte de moderador, el sub capitán de Los Oficialistas, que iba a cantar las faltas y a agarrar la pelota de vez en cuando para patearla a su conveniencia. También, que el capitán de Los Oficialistas iba a agarrar la pelota cada vez que le diera la gana por el tiempo que quisiera y todos tenían que calársela con la boca cerrada y el ceño fruncido. Finalmente, que iban a ser 13 contra 11. Estas fueron las reglas, y parece que todos estaban de acuerdo porque nadie dijo lo contrario.

Los jugadores Oficialistas. Llevaron una representación que constaba de dos tipos de jugadores. Unos iban a tratar de meter gol y el resto, la mayoría, intentarían provocar al contrario, usando diversas técnicas propias del juego sucio para desmoralizarlo. Los primeros dijeron sus “verdades” con total desfachatez, y los segundos hicieron todos los intentos posibles por desbalancear al contrario, con muy poco éxito. Casi todos los disparos fueron dirigidos, no a la portería, sino a la cara de los jugadores contrarios, como es usual en ellos. Tanto fue así que el dueño del equipo, desde su pequeña isla, tuvo que ordenarles que se guardaran a tres jugadores, para terminar lo antes posible. Uno de los jugadores, con una gran cantidad de tarjetas rojas en su poder, fue a dar lecciones de juego limpio, lo cual resultó en un penalti cobrado en su propia portería. El capitán del equipo se quedó con la pelota el 25% del tiempo y jugó siempre en posición adelantada, con total impunidad. En cambió, jugó muy bien cuando no tenía el balón, simulando que estaba pendiente del juego y hasta tomando notas de las jugadas contrarias, quien sabe con qué oscuro propósito. Él  nunca se dio cuenta de que perdió por goleada porque su verdadera intención consistía engañar a los extraños y hacerles creer que a él le gusta este juego para que no lo saquen de la liga. Logró engañar a unos cuantos, sobre todo a quienes les conviene dejarse engañar, sin alusiones personales. El sub capitán jugador moderador, hizo trampa y trataba de sacar la pelota de la portería cada vez que le metían un gol, a la vez que intentaba meterla en la portería contraria ante cada fallo de los suyos.  El Soldado fue el más auténtico de todos, ya que hizo lo que siempre hace: olvidarse del balón para intentar humillar al contrario en cada jugada, en cada gesto, en cada palabra.

Los jugadores Opositores. Fueron bastante más inteligentes aunque tenían todo en contra. Su mayor activo fue el público en las calles, algunos incondicionales y otros no, pero todos conscientes de que fueron ellos, por estas calles, quienes empataron el juego y obligaron a la tanda de penaltis. Creo que con 5 o 6 jugadores hubiera bastado y que intentaron lucirse un poco en jugadas que han podido ser más frontales, pero en definitiva hicieron lo que fueron a hacer y anotaron más goles que el contrario, para total desconcierto del sub capitán moderador jugador.

Los extraños. Hicieron el papel que les correspondía, estar presentes, y cada uno, de acuerdo a sus intereses, irá a contar en su casa su versión de lo sucedido. Me da la impresión de que dos de ellos intentarán ser objetivos y los otros dos ya habían decidido el resultado, independientemente de lo que pasó en la cancha. Su importancia en el futuro del juego está por verse.

Las mejores jugadas. El pitazo inicial desde la lejana pero muy cercana Silla de San Pedro fue, indudablemente, lo más destacable. Las pocas pero contundentes referencias directas a las violaciones sistemáticas del librito azul. Las intervenciones del verde y el blanco. El respeto por parte de uno de los equipos hacia los jugadores que, en la calle, hicieron posible que el juego se empatara. La reacción digna y elegante ante el juego sucio.

Las jugadas que faltaron. Mayor contundencia y coordinación en los argumentos de Los Opositores. Falta de definición de reglas del juego y condiciones equilibradas. Falta de compromiso real de Los Oficialistas, que privilegian el debate a la solución de los problemas que llevaron a la tanda de penaltis.

El reto. Cada equipo tiene objetivos diferentes y posiciones irreconciliables. También existen muchos intereses comunes, sobre todo los que impactan a los jugadores de la calle, de ambos bandos. Si el juego se mantiene en el terreno de las posiciones, la frustración será demoledora y las consecuencias impredecibles. En algún momento sucederá un punto de quiebre que nos dirá la dirección de este intento conciliador. 

El gran reto de Los Opositores es estar muy atentos a ese punto de quiebre y tomar la decisión correcta en ese preciso momento. Los jugadores de la calle tienen la inteligencia y el coraje para captar si vale la pena continuar o adoptar nuevas estrategias y, estoy seguro, sabrán cómo actuar en cada caso. Ellos son el verdadero futuro.

Gustavo Yepes
gyepesp@gmail.com
@gyepesp

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