Concuerdo
plenamente con lo que dice Emilio Figueredo en el editorial de la última
edición de Analítica. Una Comisión de la Verdad no puede estar constituida por
representantes de las Partes.
Para que una comisión sea de verdad Comisión de la verdad debe estar integrada por un número reducido e impar de personalidades destacadas, preferiblemente extranjeras, con autoridad o reconocimiento de alcance internacional, absolutamente independientes, objetivas, imparciales, escogidas por un tercero que reúna las mismas características.
Evidentemente, tanto este
último como los miembros de la Comisión deben contar con la aceptación de las
Partes en conflicto. Las Partes deben comprometerse solemnemente a aceptar los
resultados del trabajo cumplido por la Comisión. La Comisión, o cualquiera de
sus integrantes deben tener libre acceso a cualquier persona o grupo, entidad,
organización, expediente, documento, en suma, a toda información que se
considere útil para realizar eficazmente la muy delicada misión que deben
cumplir. Mientras realizan su tarea, sus miembros se abstendrán hablar
públicamente sobre el desarrollo de los trabajo, salvo que, por acuerdo unánime
entre ellos consideren necesario u oportuno
emitir información previamente concertada.
Estas
son algunas de las características indispensables que debe reunir una auténtica
Comisión de la Verdad. Puede parecer utópico crear un ente como el descrito
pero si efectivamente existiera voluntad política para solucionar la grave
situación política y económica que atraviesa el país, si realmente existiera el
propósito sincero para detener la marcha hacia el despeñadero al cual están
conduciendo a la sociedad venezolana, debería ser posible poner de lado los
intereses mezquinos, el empeño en eternizarse en el poder y las ambiciones
personales que alimentan la corrupción y debilitan la democracia.
Pero esto último es todavía más utópico. El ilegítimo y su combo nunca aceptarán nada que no puedan dominar y controlar. En la reunión del martes pasado fue rechazado un documento en el cual la MUD proponía conformar “una Comisión de la Verdad totalmente independiente para investigar los hechos ocurridos en el país en los últimos dos meses” (Nótese que en la propuesta de la MUD el mandato de la Comisión estaría limitado a investigar lo sucedido desde el 12 de abril, cuando el objeto debería ser indagar en todos sus ángulos la crisis en que se encuentra sumido el país y formular recomendaciones para remediarla).
Aun
así, el oficialismo rechazó el documento de la MUD argumentando que ya la
Asamblea Nacional había creado una comisión integrada por diputados. El
resultado fue que la MUD aceptó una comisión reencauchada. Es decir la creada
por el oficialismo a la cual se le agregarán “personalidades reconocidas que se
nombrarán en próximas reuniones de mutuo acuerdo”. Según informó Ramón
Guillermo Aveledo “Hemos convenido una comisión de la verdad amplia, con
personalidades de la vida nacional, reconocidas, que sean confiables para todo
el mundo”.
No
dudo que en Venezuela hay personalidades suficientemente imparciales,
dispuestas a participar en ese esfuerzo, pero se requerirá mucho valor para
prestarse a un ejercicio que sólo persigue lavarle la cara al ilegítimo.
Pero
con todo respeto a mi entrañable amigo Ramón Guillermo y a todos los que lo
acompañaron, otra vez la oposición ha
caído en una trampa. Transigió y aceptó la comisión creada por el oficialismo a
la medida de su conveniencia, en la cual los parlamentarios de la oposición se
habían negado a participar conscientes de que su presencia en un ente de esa
naturaleza sería inoperante. Es lamentable que se haya aceptado una comisión
chimba sólo para demostrar que de parte de la MUD hay buena voluntad para
avanzar hacia la solución de los graves problemas que padece el país.
No
pretendo ser vidente, pero una comisión como esa no llegará a nada. Basta tener
en cuenta lo que dijo el descabellado presidente de la Asamblea: "Queda
formada la comisión de la verdad, la derecha venezolana podrá en determinado
momento, si así lo considera, incorporarse a esta comisión, hay cuatro puestos
de ellos ahí" (el oficialismo
tendría cinco puestos). “No se ponen de
acuerdo y eso tiene una lectura (...) quien no quiere investigar los hechos que
ocurrieron aquí del 12 de febrero en adelante, que haya una comisión de la
verdad, pues su rabo de paja tendrá, su vinculación con los hechos violentos,
su complicidad con los hechos violentos".
En
el supuesto negado de que la Comisión de la Mentira convenida por la MUD y el
oficialismo llegara a actuar imparcialmente, bienvenida sea. Si actúa
seriamente, el rabo de paja que debe arder es el del oficialismo porque los
hechos violentos ocurridos desde febrero han sido obra de las fuerzas de
seguridad del Estado con el apoyo de los forajidos motorizados, armados y
pagados por el gobierno, empeñado en sofocar la protesta legítima y pacífica de
la juventud y de la sociedad democrática.
Adolfo
R. Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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