No
son hechos aislados o casuales los que se han producido en las últimas horas,
todos conforman un cuadro de extrema gravedad, signado por la ruptura del
orden constitucional y la inescrupulosa violación de Derechos Humanos
fundamentales.
Sin que exista prueba de
la comisión de delito alguno y vulnerando su derecho a la defensa, se detiene -mas bien secuestran- a dos
alcaldes electos por el pueblo, pisoteando la soberanía popular y nuestra Carta
Magna.
En la lista siguen Ramón Muchacho (Chacao), Gustavo Marcano (Lechería) y
cualquier otro Alcalde o Gobernador que resulte incómodo. El objetivo es
desmontar la poca institucionalidad que queda en Venezuela, utilizando para
ello al Poder Judicial. De la criminalización de la protesta pasaron a la
demolición del Estado de Derecho. Ni más, ni menos, estamos en presencia de un
Golpe.
Todo
ejercicio arbitrario de poder que fracture el orden constitucional es un golpe
o un autogolpe, como es el caso. Los allanamientos de la inmunidad a
parlamentarios disidentes son igualmente un atentado a nuestra Constitución
Nacional y lesionan fatalmente la autonomía de los Poderes Públicos, piedra
angular de la democracia. La amenaza que
se cierne hoy sobre María Corina Machado, mañana será contra cualquier otro
Diputado que quiera elevar su voz. Si el
Poder Judicial es el arma para asesinar a la autonomía municipal y la
descentralización, pero también para liquidar al Poder Legislativo o justificar
la violación de DDHH y la tortura; si a la Defensora del Pueblo le parece que
toda esta atrocidad "tiene sentido" y la Fiscal General forma parte
de la comparsa represiva ¿Quien puede creer que en Venezuela hay democracia? El
régimen busca cerrar definitivamente la vía electoral y aterrorizar a la
sociedad democrática. Poco le importa la paz, ni el descredito internacional
que gana con sus tropelías, mucho menos le importan los problemas reales de la
población. Nicolás sueña con una invasión yanqui o con ver a Capriles
haciéndole el juego a la violencia. Como a Nerón, un país en llamas calmaría su
angustia.
Paradójicamente,
estos actos de fuerza son muestra de la extrema debilidad del régimen: aturdido
por su fracaso y por la inmensa crisis, devastado políticamente según las
encuestas, acorralado y desesperado, optó por tomar la vía hacia el
totalitarismo. Ya venía transitándola pero se pasó al canal rápido y piso el
acelerador. Esto se aleja cada vez más de una revolución y se parece demasiado
a una dictadura. Ya vastos sectores del chavismo desconocen a Maduro: apenas
36% del país cree que es él quien gobierna. Pero nadie se dejará montar una
bota cubana en el pescuezo, eso lo saben. De manera que por ese camino solo
lograrán incrementar la conflictividad y abrir cauces a la violencia. ¿Hasta
donde piensan llegar? Esa ruta puede conducirnos
a una Guerra Civil con consecuencias espantosas para los venezolanos. Si eso
ocurre, los cubanos y la burocracia boliburguesa huirá a La Habana a disfrutar
su fortuna. Los muertos lo pondrá el pueblo.
Hoy más que nunca necesitamos un liderazgo sensato, distante del radicalismo, que pueda evitar a la Nación semejante tragedia. Dios bendiga a Venezuela.
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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