“La pasión, el grito, el odio, sustituyeron a la razón” (Carlos Franqui)
Acabo de llegar de Cuba. Fue una
experiencia interesante ya que, por
primera vez, pude observar como se vive en el socialismo real.
Cuba, es la misma de la década del 50 del
siglo XX, pero destruida. El sistema socialista mantuvo por más de cincuenta
años a ese país en el estancamiento total. La primera impresión que uno se
lleva al llegar a La Habana es la de vivir en otro tiempo donde, parece, hubo una guerra. Salvo los hoteles todo está
abandonado al paso del tiempo, sin mantenimiento alguno.
Miré hacia dentro de casas que se adivinan
lindas en el pasado: hoy se asemejan a cuevas oscuras y sucias. Un señor paso a
mi lado y se paró para decirme: “Allí vivimos los cubanos, déme algo, lady”.
El
acoso de la gente es general, buscan brindar algún servicio para poder comer o
comprar algún producto elemental como, por ejemplo, leche en polvo para
alimentar a un bebé.
Personas mayores deambulan por las calles en
estado deplorable: se acercan pidiéndo
dinero y repitiendo una palabra a la que nadie puede ser indiferente: hambre.
El turismo es lo único que funciona en Cuba.
Hay playas con hoteles que albergan a turistas de todo el Mundo. La música es
parte del paisaje habitual: grupos de músicos tocan y cantan en todas partes
contagiando a los turistas su ritmo tropical. Hombres y mujeres, muy pobres, se
apiñan en las veredas y puertas de los hoteles pidiendo limosna.
Hay unos pocos lugares preparados con todo lo
que necesita el turista: tragos, música, un ambiente agradable y están los de
poca o ninguna categoría. En todos las
morenitas despluman a galanes que llegan con dólares y euros a disfrutar Cuba a
su manera. Los hay, setentones, con chicas que no pasan los quince años
prostituídas por la necesidad. Muchas saben dos o tres idiomas para aprovechar
la oportunidad de brindar algún favor bien remunerado.
Conocí
e hice amigos cubanos, a los cuales espero volver a ver, que se esfuerzan por salir adelante en un
país que les brinda pocas oportunidades. Los sueldos no alcanzan y la mayoría
tiene dos trabajos.
Hay
autos modernos, se ha permitido la importación, pero les es imposible, a la
mayoría, acceder a uno. Con un salario de 12 dólares, aunque fuera en
cuotas, y lo usaran solamente para pagar el auto, les llevaría cuarenta años
comprarlo. Es irrealizable ése y otros lógicos sueños cuando no alcanzan dos
trabajos para una vida digna.
Los autos antiguos, muchos refaccionados a
nuevo, predominan ampliamente. No pueden venderlos a coleccionistas quienes los
convertirían en casi millonarios, porque se lo prohíben.
Taxis-bicicleta llevan de a dos y tres
personas en un carrito improvisado. Se siente culpa viendo al conductor
pedalear constantemente, cuadras y cuadras, llevando tanto peso. No les
permiten motorizarlas
En los hoteles se les prohíbe a quienes hacen
el show- buenos bailarines-alternar con los turistas. Lo hacen a escondidas y
reciben las copas que no podrían pagar por su cuenta..
Los
libros que venden en la calle o en las librerías son mayoritariamente historias
de la revolución o biografías del “Che”.Parece que 1959 fue ayer. La sensación
general es estar viviendo cincuenta años atrás.
Los artesanos gozan de un poquito más de
comodidad económica porque producen algo que les permite subsistir. Uno de ellos me dijo, en voz baja, que viven
aterrados. Si los descubren criticando al régimen corren el peligro de
desaparecer. El gobierno ensaya algún ínfimo cambio: permite dar de comer a los
turistas en las casas de familia, donde improvisan restaurantes llamados
paladares, de unas pocas mesas. Son –dicen- cambios para más socialismo, para
que no se ilusionen con una economía de mercado.
La
aplicación del socialismo en Cuba es un fracaso por donde se lo mire. Se
controla cualquier intento de movimientos espontáneos de la opinión pública, se
prohíbe, directamente, o por medio de subterfugios, abandonar el país.
Los que se atreven, para dejar de vivir
miserablemente, intentan huir hacia EEUU
arriesgando sus vidas. No lo hacen, quienes tienen familia, porque temen represalias.
La
seguridad jurídica no existe, por lo que no hay respeto hacia los
cubanos, ni hacia el capital privado.
El sistema socialista, inventado por un grupo
de intelectuales, con la idea de crear una sociedad más justa e igualitaria ha
fracasado, no solo en Cuba, sino en todos los países donde se aplicó. Esas experiencias mostraron que el resultado
es un régimen totalitario. Aumentó la pobreza, la arbitrariedad y la
corrupción.
El mundialmente admirado Che Guevara
alegremente les dijo a los cubanos: “la revolución del mundo está en esa que
ustedes llaman cortina de hierro” El país fue dominado por un hombre durante
mas de 50 años: Fidel Castro. Lo llevó del nacionalismo y antiimperialismo, al
comunismo.
La ciudad muestra al lado de la pobreza, que
aparece en todas partes, casonas del tiempo anterior a la revolución, las
cuales atestiguan que hubo un pasado mejor cuando Cuba, en los años 50 del
siglo XX, poseía una amplia y productiva clase media. Era el primer país en uso
de televisores, el tercero en números absoluto de médicos, el quinto en calidad
de dieta alimenticia, el tercero en cantidad de autos por habitante y en
radiorreceptores.
Ocupaba el cuarto lugar en teléfonos y el
primero en uso de energía y en
asistencia al cine, entre otros muchos indicadores. No dejan duda para afirmar
que era uno de los más prósperos países de América Latina.
La economía, la propiedad privada, y la persona,
no estaban destruidas como actualmente porque no se rechazaba el
capitalismo aunque el régimen político
no era el deseable. Se podría haber mejorado sin una revolución que intentó una
utopía.
Cuba es en el año 2014, un país en
emergencia, muestra el peligro de aceptar los cantos de sirena que ofrecen un
mundo perfecto en vez de un mundo mejor.
En cuanto a esperanzas de cambio: “socialismo
o muerte” se lee en las paredes de La Habana y sufren en la cárcel, aun, muchos
presos políticos por la sola razón de emitir opinión contraria a la doctrina
comunista cubana. Mientras la comunidad de naciones siga mirando hacia otro lado, la democracia
no llegará a Cuba: la opresión y la pobreza seguirán destruyendo a un país que
parece vivir solo de esperanza.
Elena
Valero Narváez
evaleronarvaez@hotmail.com
@evaleronarvaez
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