“Las motivaciones de los movimientos de resistencia civil se relacionan con la reciprocidad entre ciudadanía-Estados, y con el desarrollo o la falta de libertades y derechos en una sociedad” Gene Sharp
El
desbordado autoritarismo más militar que cívico, puesto de manifiesto por el
régimen con la feroz represión desatada
contra
jóvenes estudiantes y miembros de la sociedad civil, que desde hace un
mes copan calles y avenidas de las principales ciudades del país, en señal de
protesta por la falta de políticas públicas, inseguridad, desempleo,
corrupción, impunidad, atropellos y torturas, copa el límite de tolerancia que
un pueblo puede soportar cual estilete sobre su cabeza.
La
reacción por demás natural dentro de los límites de una auténtica democracia representativa,
es la de manifestar su descontento por los desmanes que en su contra cometen
quienes detentan el poder y en el presente caso, desde hace quince años. La
propia Constitución Nacional contempla
en su artículo 350: “ El pueblo de
Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la
paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que
contraríe los valores principios y garantías democráticas o menoscabe los
derechos humanos” .
Lo
que en un principio se inició como marchas de protesta que el régimen dispersó
con ayuda de los llamados colectivos que su lugar común es “bandas de
delincuentes”, tomó un cariz alarmante ante el número de víctimas – en su
mayoría jóvenes estudiantes que ofrendaron sus vidas – y que al día de hoy
suman 32 . La brutal represión que cada día recrudece obligó a los estudiantes acordar a nivel nacional la
resistencia civil, previo anuncio de que no se rendirán hasta tanto no sean puestos
en libertad sus compañeros y presos políticos, así como el respeto de los
derechos humanos.
Las
motivaciones de los movimientos de resistencia civil tienen que ver con la
relación entre ciudadanía-Estados, entre ciudadanía y razón de estado, con el
desarrollo o la falta de libertades y derechos de una sociedad y la misma se
puede interpretar y usarse en un sentido mecanicista, como parte de un juego de
poderes y contrapoderes, entre ciudadanía e instituciones carentes de
legitimidad democrática, para ampliar o consolidar espacios de libertad y derechos muy concretos como los derechos
humanos.
Un
régimen en el que todos sus conmilitones predican la paz cual diario sermòn en
sus tediosas intervenciones en los escenarios en los que participan, pero
agraden verbalmente a quienes los adversan por no comulgar con su comunismo, no
puede sino recibir el reproche de más de la mitad del país que votó en contra
del candidato que hoy despacha desde el Palacio de Misia Jacinta. No hay un día
en el que Maduro en sus cadenas nacionales por televisión y radio, insulte a
más no poder a sus opositores y luego en abierta contradicción proclame que es
cultor de la paz y el amor. Por eso, el país nacional no cree en sus palabras e
inspira desconfianza su demagógica y populista arenga, la cual tiene un destinatario
que al final son sus camaradas rojos rojitos, los que empalagosamente aplauden
sus incongruencias.
Estamos
en presencia de un régimen en el que se vulneran todos los derechos de los
ciudadanos, y que Maduro bajo el pretexto del resguardo de la soberanía y un
supuesto atentado contra su persona y golpe de estado, imparte instrucciones
que sus sargentos políticos aplican con brutal represión, torturas y un
sinnúmero de medidas propias de un régimen de corte netamente fascista, hechos
que son del dominio de la opinión pública gracias a los medios de comunicación
privados, caso contrario pasarían desapercibidos o mejor dicho ni siquiera
hubiesen trascendido. Y ello es lo que más le molesta, por eso su diabólica
tarea de asfixiarlos económicamente, con artilugios jurídicos a través del
Sicad, que les ha imposibilitado a los editores privados, hasta el presente
momento adquirir papel.
Venezuela
está padeciendo la más grave crisis económica, social y política que se conozca
en la historia desde su independencia y por eso el pueblo se está volcando en
las calles y avenidas de todas las más importantes ciudades del país, porque
además el régimen del chavismo y ahora madurismo ha vulnerado todos sus
derechos. Ignoran Maduro, Cabello y el “alto mando político militar” del
régimen, que el Estado de Derecho consiste, según las bases de la
jurisprudencia internacional contempladas en las Constituciones de muchas
naciones, y obviamente en la nuestra, en
someter a los gobernantes y legisladores a un sistema de reglas que enmarquen
su mandato, delimiten sus potestades, jurisdicciones y competencias mediante el
equilibrio de sus acciones.
Igualmente
ignoran que en los estados de Derecho, la autoridad es siempre transitoria, y
está obligada a rendir cuentas y responder ante los ciudadanos de sus actos,
sin que estos no sean arbitrarios y por el contrario mas bien previsibles en
función de normas preestablecidas, públicas y eficaces, evitando además la
concentración de facultades políticas o legislativas en un solo órgano o
persona, por cuanto en los estado de Derecho, el eje de la actividad pública no
es la voluntad del poder, como lo fue en los regímenes absolutistas y en los
modernos totalitarismos.
Ignoran
además que en un estado de Derecho la función limitativa del poder se expresa
en el “principio de la legalidad”, propio del derecho público, en función del
cual solamente se puede hacer lo que está expresamente contemplado en la
Constitución Nacional. No hay posibilidad de obrar fuera de la norma y tanto la
atribución de potestades como la limitación del poder consta en la propia Carta
Magna, vulgarmente denominada “La bicha” por el difunto huésped eterno del
Cuartel de la montaña. Y esta última función es una de las finalidades de las
cartas políticas que contemplan la mayoría de las naciones.
¿Por qué si en Venezuela se disfruta plenamente de los derechos humanos, como lo afirman cínicamente Maduro y sus voceros, el trapo rojo hizo de las suyas en el seno de la OEA con el voto de 22 seudo demócratas latinoamericanos, que burlonamente acordaron que la sesión fuera privada, en otras palabras, a puerta cerrada para evitar la presencia de los medios de comunicación de Estados Unidos y de otras latitudes, allí presentes, para cubrir la comparecencia de María Corina Machado, quien disertaría sobre la crítica y grave situación que vive nuestro país?
El
refranero popular reza sabiamente que “el que la debe la teme” y esta es la respuesta que es “vox populi” en
el sentimiento de los millones de venezolanos.
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
Carlos
E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
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