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sábado, 18 de enero de 2014

HECTOR B. TRILLO, HAGASE LA LUZ, TABANO INFORMA, DESDE ARGENTINA


TABANO INFORMA


El Ágora - 15-Ene-14 - Opinión

HÁGASE LA LUZ

por Héctor B. Trillo

Si me preguntan cómo puede ser que durante todos estos años en los que desde distintos profesionales vinculados al sector energético se ha venido anticipando que entraríamos en una seria crisis, la verdad es que no tengo una respuesta.

Tengo sí muy presentes distintos hechos ocurridos a lo largo de estos 11 años, que ponían sobre el tapete el problema.

Desde los cortes de electricidad en industrias  e inclusive en los aeropuertos, donde se apagaban los equipos de aire para reducir el consumo, hasta los esfuerzos gubernamentales para descalificar las advertencias de los ex secretarios de energía.

Finalmente, la ilusión se ha terminado.  Dicen los que saben que las tarifas de electricidad entre 2001 y hoy subieron, en el área de Capital y GBA, algo así como un 68% (incluyendo las industriales), mientras que los costos de distribución lo hicieron un 1.108%. No creo que quede mucho más para analizar.

El desastre ha sido provocado por un populismo desenfrenado. Y también, por qué no, con la idea de que los subsidios podrían ser aumentados hasta el infinito sin consecuencias.

Hace ya varios años que todos podemos ver y oír los avisos de Edesur y de Edenor invitando a los usuarios a que ahorren energía ¿no es increíble? Las empresas que venden energía les piden a sus clientes que usen la energía.  Es como si cualquiera de nosotros pusiera una zapatería y en la puerta un cartelito pidiéndole a la gente que no compre zapatos.

Hace unos días, la empresa Edesur publicó una "solicitada" en la que recordó a la población que estaba enfrentando la mayor demanda energética de la historia.  Esto, para cualquier empresa que intenta vender su producto, sería una más que excelente noticia. Pero el sentido del aviso era muy otro. Se trataba de un anticipo, un alerta. Una proverbial apertura de paraguas.

¿A qué se debe semejante absurdo? O mejor todavía: ¿a qué se debe que semejante absurdo no moviera a la opinión pública a preguntarse por qué tamaña  contradicción?

Yo tampoco tengo una respuesta  para esta última pregunta. Excepto tal vez la de la negación freudiana.  Aquello de no querer ver y en consecuencia no ver.

En estos momentos, los cortes de electricidad provocan la ira de la población. Y los funcionarios responden buscando culpables ¡Una vez más!

Se buscan culpables cuando los saqueos, se buscan culpables cuando el parque Indoamericano, se buscan culpables cuando suben los precios, se buscan culpables cuando se acaba el petróleo y sus derivados. ¡Se buscan culpables, no soluciones! NI siquiera se buscan paliativos. Armar comités de emergencia, intentar ayudar a los afectados. Llevarles vituallas para capear la situación. "Contenerlos", como se dice ahora.

No. La discurseada oficial es siempre muy parecida: hay que encontrar a los culpables, que siempre son los otros. El increíble ministro Kicillof llegó a culpar a los usuarios por encender los aires acondicionados ¿Hay algo más ridículo? Posiblemente siempre lo haya.

Porque lo cierto es que los mismos que llevaron a esta situación (De Vido, Kicillof, Cameron) están, se supone, al frente de la búsqueda de soluciones.

¡Pero es que ellos fueron los que hicieron que el país en 12 años virtualmente no haya tenido inversiones en la distribución de energía eléctrica!

Un detalle no menor es que el problema fundamental en materia de distribución de energía, lo tenemos en Buenos Aires y alrededores. Si bien hay problemas, no  son de la misma magnitud  en términos generales en el Interior del país. Se sabe que en varias provincias el consumo de electricidad tiene tarifas varias veces superiores a las de la región capitalina.

Naturalmente que uno debe preguntarse por qué en el Interior sí se ajustan las tarifas y en la región metropolitana no. Y no dejar de observar que lo mismo ocurre con el transporte público de pasajeros. Si bien acaba de conocerse un ajuste del orden del 66% en el precio del boleto, lo cierto es que ha tenido y seguirá teniendo un valor muy rezagado respecto de lo que cuesta en Córdoba o en Rosario, por citar ejemplos.

Desde la abolición del federalismo con la reforma constitucional de 1994, la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores pasaron a ser sin ninguna duda el territorio a conquistar electoralmente.

Extraigo lo que sigue de una nota publicada en el día de hoy por el periodista  Francisco Olivera en el diario La Nación: "Moreno (Guillermo, el ex secretario de comercio) podría recordar, por ejemplo, el día de noviembre de 2007 en que llamó a Endesa, controlante de Edesur,  para ordenar que Ernesto Badaracco, adjunto a la dirección del grupo, declinara la presentación en el Coloquio de IDEA, en Mar del Plata, un trabajo del ITBA (Instituto Técnico de Buenos Aires) sobre la situación energética. Endesa no sólo cumplió, sino que lo explicó a los medios en un comunicado redactado en las oficinas del Gobierno. El informe fue presentado igual. El ITBA aconsejó aplicar precios competitivos, y el profesor Jorge Tersoglio, reemplazante de Badaracco en el panel,  (reclamaba) poner orden en la oferta y la demanda".

Desde el ya lejano 2007 que recuerda Olivera, han pasado 6 años. Con una inflación promedio del 25% aproximadamente y sin que se hubieran retocado las tarifas, salvo aquel casi delirante intento de quitar subsidios "por barrios" según el poder adquisitivo, o el "renunciamiento", de parte de quienes quisieran hacerlo, de tales subsidios; hecho acaecido a fines de 2011 y que iba a continuar con notas enviadas a los usuarios para que transmitieran una serie de datos privados y manifestaran su voluntad de seguir o no subsidiados, poniéndose de tal modo a merced de investigaciones o, tal vez, a la consideración de los funcionarios que tuvieran acceso a esa información privada.

A esto habría que agregar que ya en el año 2003, el entonces vicepresidente Scioli dijo públicamente que era necesario ir ajustando las tarifas de los servicios para evitar un desfasaje que redundaría en problemas mucho mayores. Eso le sirvió para que el entonces presidente Kirchner lo confinara al ostracismo, desplazando incluso a la gente de Scioli en el área de Turismo, que venía de la gestión anterior y que tenía como base el conocimiento del propio vicepresidente por su anterior paso por la motonáutica.

Hoy por hoy el clamor es el de que todo se arregle lo antes posible. La angustia es generalizada. Lo que están afectados por los cortes, sufren. Y los que no están afectados, también sufren pensando que en cualquier momento les toca a ellos.

La gente reacciona como puede. Cortar calles se ha convertido en el método de protesta aún para quienes reclaman todos los días para que las autoridades hagan algo e impidan tales cortes.  La ilegalidad se ha enseñoreado prácticamente en todos los órdenes, desde las Saladitas hasta los cortes de calles, desde la usurpación de propiedades públicas o privadas, hasta la presencia de gente enmascarada y con machetes en manifestaciones.

Ver la fotografía del ministro De Vido y el jefe de gabinete Capitanich inaugurando un centro de atención de reclamos telefónicos por falta de luz es una broma de mal gusto. Un cuadro de una película de Fellini. Estos funcionarios se han pasado los últimos días contestando a las críticas periodísticas en lugar de atender o hacer atender a los damnificados.  Acá hay una emergencia que va más allá incluso del discurso político, de la búsqueda de culpables, de los reproches al periodismo. Acá hay que ayudar a los que sufren, señores. Hay que ocuparse de eso y no de salir en televisión levantando el dedo acusador y amenazando con "estatizaciones" que no harán otra cosa que cambiar  apenas el formato, dado que las empresas nombradas tienen en su directorio a funcionarios del Estado que han aprobado su gestión todos estos años.

Si el ex secretario Moreno se hubiera preocupado por acercar propuestas de solución en el año 2007, tal vez algo se habría hecho. Pero no, tal como ahora estos funcionarios, estaba más preocupado en que no se difundiera el informe del ITBA, que dicho sea  de paso es una de las instituciones más serias de América toda.

Finalmente, como no podía ser de otra manera se han echado las culpas a las empresas, que es lo mismo que ha ocurrido con YPF, con Aguas Argentinas, con las empresas de telefonía celular, con los concesionarios del sistema ferroviario. El camino de echar culpas ha tenido un cierto eco en la población y por lo tanto, como es lógico, es utilizado por la política como válvula de escape.

Pero la realidad es muy obcecada y no se resuelve tan simplemente. Durante muchos años las empresas de servicios públicos en manos del Estado hicieron inviable la prestación de tales servicios. Desde el agua hasta el gas, desde la luz hasta la telefonía.  La gente más joven tal vez lo ignora, porque además en las escuelas se le oculta bastante la historia reciente, no sé bien por qué motivo, pero lo imagino.  Precisamente las concesiones sirvieron para que llegaran inversiones y se diera un giro de 180 grados en materia tecnológica. Sin llegar a decir de mi parte que lo que se hizo fuera maravilloso y sin errores o trapisondas, lo cierto es que en mi modo de ver a fines de los 80 era imposible mantener aquellas empresas públicas si el nuevo gobierno pretendía cumplir su mandato. Mientras duró la estabilidad monetaria la cosa funcionó, con algunos problemas, claro está. Pero funcionó, a tal punto que, en materia de energía eléctrica,  dejaron de usarse elevadores y estabilizadores de voltaje, la luz  llegaba a los hogares con los 220 voltios regulares, y se terminó el cableado cruzado entre medidores, los cortes programados, las subas y bajas de tensión y los ruidos y humaredas de cientos de generadores en el centro de Buenos Aires. En poco más de dos años, se habían superado todos los problemas que derivaban de años de desidia estatal en la cuestión. Cuando se rompió la estabilidad económica, los contratos de concesión quedaron suspendidos y así están todavía ahora, 11 o 12 años después. Cuesta entender que alguien pudiera esperar otra cosa. Y cuesta entender que no se hubiera hecho nada en serio para corregir el problema.

Quiero ser muy claro: en esta querida Argentina hubo que concesionar (no "privatizar" como suele decirse de manera incorrecta y en muchos casos adrede) todo aquello que en los años 40 había sido estatizado. Eso mismo que ahora se pretende volver a estatizar para solucionar el problema. Y lo más extraordinario es que en todos los casos estos cambios fueron llevados adelante por el peronismo.


Ahora la suerte está echada. Sólo cabe rezar para que llueva y baje la temperatura.  Y luego rezar para que no vuelva a subir.  Y finalmente ver cómo sigue la película con la triste historia de pretender que se paguen tarifas ridículas por un servicio costoso y que, como es lógico, requiere constantes renovaciones y mejoras.

El título que le di a este comentario me surgió como una consecuencia de una situación general que considero dramática. "Hágase la luz", como sabemos, es una expresión de origen religioso, atribuida a Dios cuando sacó al mundo de las tinieblas. Y yo pensé que esa expresión es aplicable a todos nosotros, y no solamente en el hecho físico de tener  lámparas que alumbren nuestras noches, sino que también se iluminen nuestras ideas, nuestra inteligencia, nuestra observación de la realidad por encima de los discursos y de las críticas, de unos y de otros. De todos. Hágase la luz, pues.


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