Los países no mueren. Los países no tienen quien apague su luz al salir el último. Los países están condenados a existir para siempre, Pueden cambiar de nombre, pero siempre existirán. Allí está el ejemplo de Yugoeslavia: un país con siete fronteras, seis repúblicas, cinco nacionalidades, cuatro idiomas, tres religiones, dos alfabetos y un líder. Lo que sí puede morir es su elemento humano, y entendamos “morir” como muerte strictu sensu o muerte real.
Pueden, sí, entrar en estado de gravedad cuando no son conducidos debidamente, en cuyo caso la única alternativa es cambiar de dirigentes para salvarlos, lo que, invariablemente, acontece cíclicamente, evitando así la muerte del país.
En nuestro caso, es imposible haber (des)gobernado un país de manera tan inepta, tan incapaz. Se ha hecho todo lo posible por acabar el país. Intentar su ruina no hubiera tenido tanto éxito si se lo hubieran propuesto…
Y es que, claramente, nadie conocía a este país realmente. Orlando Urdaneta dijo en una oportunidad: “yo pensaba que este pueblo era honesto; pues no, es que no había tenido la oportunidad de robar”.
Los saqueos de Daka y Pablo Electronics lo demuestra. Independientemente de que haya sido planeado por el gobierno (dejemos eso de lado momentáneamente), es increíble que los saqueadores, muy lejos de ser solamente marginales, indigentes, necesitados, fueron personas de clase media, personas de una posición económica cómoda.
Una de las maneras de mantenerlo (al país) con vida es creando el mito de un Chávez-Cristo viviente y milagroso, invencible, para un pueblo que olvida la cobardía de que él hizo gala y el hecho de que siempre fue batido. Basta tomar dos fechas: 4 de febrero y 11 de abril… Su llanto, bien escondido en el entonces Museo Históriico-Militar, el 4 de febrero y aquel frente al capitán Gebauer dicen poco de su hombría… ¿Se puede poner en las manos de tal inepto a un país? ¿Es imaginable cómo acabó con la majestad del país? Cualquier ministro –el mismo presidente- podrán incurrir en cualquier delito, ofensa o delito de lesa patria con el único castigo de ser cambiado de cargo, sin sanción o pena alguna. Salva temporalmente a estos sátrapas y filibusteros solamente la inmortalidad del país, pero, a su vez, al haber un cambio de gobierno, se les debe garantizar la aplicación del castigo eludida anteriormente.
Se ha creado todo un ritual pleno de cursilería en el cual Chávez fue “sembrado” -no enterrado-, o “voló”, ¿a dónde? Nadie lo sabe… Se le atribuyen hechos históricos de valor inusual que todos desconocen, “logros” revolucionarios inexistentes, Decía al principio que los países nunca mueren, y estoy convencido de ello, y sé que los chaguaramos lloran de importencia, pero Chávez lo llevó al punto más cercano que este país ha conocido…
Alberto Lossada
arlossadas@gmail.com
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