Al gobierno de Maduro y Cabello el 2014 se
les viene cada vez más encima, al acortárseles el tiempo para decidir. La
aceleración del deterioro nacional para tirios y troyanos amenaza al Ejecutivo
con implosionar.
Y al modelo económico con colapsar.
Observando la saturación de los medios por un
Ramírez desesperado por controlar el dólar y evitar la catástrofe, a la cabeza
del gobierno económico, uno como venezolano piensa en la masa de información
que ignoramos y que es vital para el enfrentamiento de esta crisis.
Pero lo que es claro es que se aguanta el
inevitable ajuste estructural hasta después de unas elecciones locales que día
a día lucen cada vez más plebiscitarias.
Hasta Heinz Dieterich, quizás el único asesor
importante que tuvo Chávez, considera que el gobierno “tiene los meses
contados” si no toma medidas inteligentes, drásticas, y de manera inmediata en
lo económico y lo político.
Le sugiere a Maduro, con la crítica más recia
que le hayamos leído, que abandone la “oratoria vacía pseudo-clerical”, y que
le informe al país “qué grupos y clases sociales cargarán con los enormes
costos sociales que implica la inevitable sanación de la economía, que pasa por
la devaluación y la política de austeridad”.
El mega ajuste que exige la situación es
calificado hoy por los más importantes medios occidentales como un
“replanteamiento drástico y realista de sus políticas”. Replanteamiento que
está siendo detenido dentro del Gobierno por el sector comunista ortodoxo, el
cual se niega infantil y peligrosamente a admitir que el modelo estatista y
doctrinario de Chávez es un fracaso irracional insostenible, pero un legado al
que ni Maduro ni Cabello se atreven a corregir, so pena de terminar acusados
por Giordani y Cía. como traidores al mito. Que sería la carta política más
importante a jugar por El Monje, quien tiene al país balanceándose descalzo
sobre el filo de la navaja.
Y no la navaja de Occam, principio
metodológico filosófico que el viejito ignora, y que dice que en igualdad de
condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta.
A esto −coinciden los más sensatos− hay que
darle un vuelco sustancial urgente, pues el diagnóstico es el de una situación
insostenible.
La hiperinflación de más del 60-70%, el
desmesurado aumento de la liquidez monetaria que se ha elevado en alrededor de
un 66%, la fuga de capitales, que ronda los 150 mil millones de dólares o más,
el control de cambios retenido que asfixia al pueblo y a las clases medias, la
tasa de ahorro cero para los asalariados y la sustitución de facto del bolívar
por monedas fuertes, así como la baja tasa de inversión o la escasez brutal de
productos, todo esto en un solo cóctel explosivo al cual Giordani y su combo no
parecen concederle la más mínima importancia.
Sin embargo, cualquier visión transparente de
la realidad basada en los intereses prácticos y concretos del país, obliga a
hacer un llamado a los sectores en los que se apoya la estructura de poder de
este régimen, y que marcan los límites que sostienen esta macro-estabilidad
económica tan frágil, a que recuperen la cordura, la consciencia nacional
perdida y contribuyan con un llamado colectivo a la sensatez. Bueno, esto es lo
que pensamos algunos venezolanos preocupados.
Por lo demás, están ocurriendo cosas
insólitas que, vinculándose unas con otras, nos darían un perfil inmediato de
la situación.
Por ejemplo, esto de que importantes
funcionarios del Gobierno, a los que llamaríamos los barones del régimen,
estuvieran hablando con los gringos. Claro está, se trata de una crisis de
élite severa, y eso podría movilizar a algunos que, presionados por el
conflicto en el seno gubernamental, hubieran escogido a los gringos como una
especie de árbitro, y hasta se hubiesen ido a sus capitales a negociar.
Se dice que Isea que está allá ha abierto
puertas, lo cual es indicativo del deterioro. Como lo es el escándalo del
alcalde chavista de Valencia con su yate y sus Misses.
Pero en lo que se refiere stricto sensu a lo
político, ¿por qué los gringos? Se dice que en la crisis interna que avanza,
unos sí y otros no, cuentan con el apoyo de Cuba, Rusia, los chinos e Irán,
pero saben que con los gringos se puede negociar y que “es una puerta a las
oportunidades y pueden entender”.
Lo cierto es que el sector “pragmático” ha
tratado de frenar a Giordani y no ha podido. No consiguen lidiar con el
personaje. Al parecer tiene en sus manos los expedientes con todos esos casos
de operaciones non sanctas, con los que antes obligó a Chávez a perseguir,
apresar y hacer a huir a otros testaferros de los barones del régimen, como
señal de que aguantaran sus desbocados caballos.
Giordani era el justiciero de Chávez.
Y sigue siéndolo de su espíritu. Y en esta
especie de juego de los tramposos, todos esos circuitos se intercomunican. El
desenfreno, la riqueza, la crisis.
En la implosión. El colapso. Y la Misses.
Cráteres
El petróleo no da. Y la corrección
gubernamental no tiene fuelle ni velocidad suficiente. Y así, más temprano que
tarde, vamos para una ruptura. Hay consciencia también de que el Gobierno de
Maduro no tiene ni conocimiento ni plan estratégico. El país no genera nada y
los chinos se dieron cuenta. No genera riqueza ni bienestar. Los factores del
régimen que saben que esto se va y les arrastrará, construyeron como dice un
experto “un monstruo que a su lado Frankenstein es una Miss”.
Cuando el chavismo comienza a hacer su
striptease anticorrupción en Valencia, lo que sobresale es el cuerpazo y la
belleza de una ex Miss de 90-58-90, un mujerón que al parecer, cuando le
preguntaron en el Miss Venezuela del 2000 en lugar de quién no quisiera estar
nunca, respondió que “En el pellejo de alguien que está a punto de
estrellarse”. Por lo que más rápido que inmediatamente hizo lo que todas y
todos quieren, y comenzó a administrar la fortuna mal habida del burgomaestre y
sus adláteres, y a meterse en el súper rumbón, controlando cuentas bancarias,
dólares, quintas, apartamentos, y el famoso yate. “El Mar de la Felicidad”,
decía Chávez. Que algunos de los suyos saborean.
Todo se corresponde. La imposición de la
perversa doctrina de la Seguridad Nacional que, como dice Provea, tiene como
propósito “defender al Estado y no a las personas, considerando la existencia
de un enemigo interno al cual hay que derrotar y aniquilar”. Poner el ojo
militar, como dice el CNP, en un derecho civil que deja a discreción del CESPPA
(una entidad que no está en la Constitución), lo que desestabiliza o atenta
contra la seguridad nacional, apunta hacia una mayor represión y control
social.
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